-¿Prometida?-preguntó la abuela Mae mientras sonreía solo con los labios mientras el resto de su rostro y en especial sus ojos emanaban a chorros desaprobación absoluta-Felicidades, cariño.

Me tomó de la mejilla y me apretó con tanta fuerza que me hizo doler. Abrí mucho los ojos y cuando retiró sus dedos me tomé el cachete con la mano... aún me ardía pero Kentin sonría. Aparentemente no se daba cuenta del trato pasivo-agresivo de su abuela hacia mí. Mi suegro me puso las manos sobre los hombros y me los palmeó suavemente mientras Kentin tomaba de la mano a su abuela y pasaban hacia dentro de la casa, al parecer nadie había apreciado el "cariño" que mi "suegra" me había dado pues me saludaron con total normalidad, al igual que mis padres y mi suegro; sólo Thomas había percibido la verdadera intención de aquel gesto pues suspiró con evidente hartazgo.

-No puedo hacer nada-susurró Thomas con cierto dolor en sus palabras como adivinándome el pensamiento-Deberás prepararte, Annie. Esto es sólo una muestra.

-¿Y si hablo con Kentin?-pregunté.

-No. Déjame que yo hable con él, creo es algo que me corresponde a mí-respondió-Pero por ahora entremos, no quiero hacer esperar a mi madre.

La buena vibra que había estado presente hasta ese momento en mi familia había desaparecido. Atrás quedaron los buenos momentos vividos en el avión, las carcajadas y los chistes... Nos habíamos reído tanto y tan fuerte que tuvo que venir la asistente de vuelo a pedirnos que, por favor, nos riéramos un poco más suave pues molestábamos al resto de los pasajeros. Ahora una asquerosa vibra de rechazo y estricto orden inundaba el lugar pese a que la casa era tan linda por dentro como por fuera. Tenía una decoración antigua y en colores marrones y verdes, había fotos de sus nietos e hijos, de ella y su marido en su boda, pero lo que me sorprendía es que en las fotos en las que estaban todos en familia, había unas cuantas que tenía un rostro cortado, vi que siempre al lado de ese rostro cortado estaba Thomas.

-Mi mujer-susurró mi suegro mientras se ponía a mi lado, observando la foto con cierto dolor-Cuando nos fuimos de Irlanda mi madre hizo todo esto.

¿Hasta dónde podía llegar el rencor de una madre hacia la pareja de su hijo (o nieto)? Continué observando la casa con atención mientras mis padres entraban con todo el equipaje. A pesar que la casa era muy bonita y estaba llena de recuerdos era evidente la energía que emanaba, una energía siniestra, de rechazo y putrefacción, no era la energía que había en nuestro apartamento o en casa de mis padres, incluso en casa de mis abuelos mientras ellos habían estado con vida, donde te invitaba a tomar las fotografías o los recuerdos, apreciarlos, admirarlos sentirlos... En cambio aquí parecía que si yo osaba alterar el orden pre establecido al tomar una foto para verla de cerca, sonaría una sirena advirtiendo a la dueña de casa.

No podía quedarme mucho tiempo retraída en mis pensamientos y análisis del hogar de mi anfitriona así que decidí hacer sociales. Me presentaron a los tíos y primos de Kentin, a sus primos y sus parejas, no me molesté en recordar el nombre de todos pues muy probablemente no los volvería a ver, pero fue el abuelo de Kentin, Richard, un hombre bonachón y con un poco de papada, quien me hizo sentir bienvenida por primera vez desde que había pisado esa casa. Reconocí en sus ojos verdeazulados los rasgos físicos de mi suegro, el poco cabello que tenía era blanco por la edad pero un par oscuras cejas que se resistían al paso del tiempo, las orejas salidas como si estuviera entre paréntesis aunque eso le daba un aspecto divertido y amable, lentes cuadrados sostenidos por la punta de una nariz ancha pero no prominente,  y una sonrisa que parecía una línea y que iba de oreja a oreja.

-Así que tú eres mi nueva nieta-dijo en español. Hasta ese momento, por una cuestión de cortesía, habíamos decidido hablar en inglés así que parpadeé sorprendida al escucharlo hablar en mi lenguaje. Tenía una voz un poco gruesa y rasposa pero cálida. Me abrió sus brazos de par en par en un claro gesto de amor familiar, me acerqué y lo abracé. Olía muy bien y era cálido y mullido. Richard me soltó y me observó detenidamente, apreciando cada aspecto de mi ser-Eres más bonita de lo que me imaginaba. Cuando Kentin me contó que iba a casarse con la mujer más hermosa del mundo no lo podía creer, pero ahora veo que es así.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora