Aunque lo intentó, el pánico no conseguía apoderarse de mí. Seguía tan calmada como cuando me desperté. Pude fijarme también en una puerta cerrada en uno de los rincones más oscuros del cuarto, haciendo que resultara lúgubre y antigua, una puerta a la que no daban ganas de acercarse. La intensidad de las luces disminuyó hasta quedar en apenas un débil fulgor

Volví a tumbarme e intenté conciliar el sueño pensando que despertaría de aquel extraño sueño, pero me fue imposible, demasiados pensamientos vagaban por mi cabeza. Me puse de pie en el suelo, y el frío me subió por las piernas como si de pequeñas hormigas escalando se  tratasen.

 Aunque lo intentó, el pánico no consiguió apoderarse de mí. Seguía tan calmada como cuando me desperté. Pude fijarme también en una puerta cerrada en uno de los rincones más oscuros del cuarto, haciendo que resultara lúgubre y antigua, una puerta a la que no daban ganas de acercarse.

 Junto a mí, se encontraban unas suaves zapatillas de andar por casa, que me probé al instante, y como me esperaba, eran justo de mi talla. Caminé hasta la puerta lenta y temerosamente, pero recordé las palabras de Jack y me calmé

“No le tengas miedo a lo desconocido, puede ser mejor de lo que esperas”

Cerré mi mano en torno al pomo y lo giré hasta abrir la puerta por completo. En cuanto esta me dejó ver lo que había detrás, me quedé sorprendida: un baño aún más grande que mi cuarto, en el que había una puerta más. Esta vez la abrí sin ningún tipo de miedo o temor, no le temía a lo que podía haber al otro lado.

Una gran habitación ocupaba este lugar. Varios sofás y mesas estaban esparcidos en ella, por lo que deduje que sería algún tipo de salón o sala de estar. No había mucho que ver, así que  me dirigí a la siguiente  puerta que vi.  La abrí y llegué a otra sala en la que solo había…

Otra puerta.

-¡Venga ya!- chillé frustrada

La puerta se abrió un poco, y una mano se asomó.

-¿Quién anda ahí?- preguntó una voz femenina que parecía bastante asustada.

Me acerqué un poco más, y entonces fue cuando me fijé en que las uñas de la misteriosa mano estaban cubiertas por un opaco esmalte negro.

-¿Lily?

-¿Jannette?- dijo ella asomándose a la puerta.

Corrí a abrazarla, tenía la tez tan pálida como yo y temblaba completamente,  a diferencia de mí que tenía un pijama blanco y cómodo puesto, ella llevaba un camisa elástica completamente negra, que en su momento había sido una camisa de fuerza, aunque parecía que Lily había conseguido romperla. Tenía la piel perlada por el sudor, y templaba completamente. Tenía los ojos desorbitados, perecía que la habían torturado.

Seguía abrazada a mí aunque era mucho más alta que yo y tenía que ponerse de rodillas para llegarme al mentón, por lo que le propuse entrar a relajarse en su cuatro.

-¡NO!- chilló ella, y su cuerpo empezó a oscilar otra vez.

La conduje por los pasillos que anteriormente yo había recorrido, y tras cruzar varias puertas llegamos a la gigante estancia que era mi cuarto. Estaba perfectamente iluminado gracias a una preciosa lámpara de cristal que colgaba del techo. La cama volvía a estar impoluta, sin ningún tipo de imperfección o arruga en las sábanas que la cubrían.

Abrí el armario situado en una de las esquinas de la habitación buscando algo decente con lo que vestir a mi acompañante, y hallé un pijama idéntico al mío, algo más grande que reposaba sobre una percha.

Propuse a Lily cambiarse en el baño, pero negó furiosamente con la cabeza y empezó a desvestirse en la misma sala.

-Lily, ¿Qué te ha pasado?

Acabó de cambiarse y se sentó en el borde de la cama, mirando al suelo en todo momento.

-Han sido ellos.

-¿Qué?

-Los he visto- alzó la mirada poco a poco. En sus ojos, que ahora estaban cercados de ojeras, me pareció vislumbrar una pizca de cordura que desapareció al instante.

-¿A quiénes?- cuestioné sentándome junto a ella.

-Ellos, malvados, oscuros...- prosiguió delirando, hasta que quedó profundamente dormida.

Me levanté de la cama y la observé mientras dormía. Respiraba entrecortadamente, y las pupilas bajo sus parpados se movían ágilmente, como si lo que estuviera viendo en su mente, no fuese mejor de lo que le había ocurrido. El pánico por fin se adueñó de mi cuerpo

Algo muy malo le había sucedido a Lily, y tenía el mal presentimiento de que no sería lo último.

Los Guardianes de los Cuatro Elementos ©Where stories live. Discover now