—¿Me intentas hacer creer que se te borró la memoria mágicamente? —preguntó el chico con cierta ironía.

—Peter, te vuelvo a repetir, eso no ha pasado. —alzó algo la voz.—solo en tu mente.

—Claro que. Sí.

—No, claro que no. —insistió.— que tú te lo hayas imaginado tantas veces que te hayas creado una historia que has terminado creyendo como verdad, no significa que lo sea. ¿Alguna vez me viste besándola, acercándome a ella...?

—Supongo que no...

—Pues entonces es tu palabra contra la mía, y la mía tiene más peso. —le dio un fuerte empujón.— ahora ponte a entrenar y déjame en paz.



Llevaban dos días en Francia y ya estaban completamente cómodos y felices con la estancia.

Jerome tenía un ático muy sofisticado y grande en el centro de París, dándoles a todos unas vistas maravillosas de la ciudad. En su casa también atendía a algunos clientes y verlo trabajar de abogado era casi divertido, porque los celos de Lucas se hacían mucho más evidentes. También conocieron a su mejor amigo y terapeuta: Pierce. No hablaba mucho inglés pero Jerome traducía todo lo que decía siempre que era necesario.

Ese día, debido al calor que comenzaba a hacer por la época del año, Jerome los llevó a todos a la piscina, donde se bañaban y disfrutaban tranquilamente. Aunque los Murphy se limitaban a tomar el sol y a hablar entre ellos. Por el momento, unas vacaciones muy relajantes.

—¿Por qué no vienen al agua? —preguntó Alan tomando sus gafas de sol de su hamaca, la cual era colindante a la de Lucas.

—No quiero quemarme, vivo de mi bello rostro. —se justificó Jerome, el cual era el único que se escondía bajo la sombrilla. Tomó una de las dos bebidas que tenían él y Lucas y bebió un poco de esta.

—¿No será porque eres más blanco que un pañuelo y en vez de ponerte moreno, te pones rojo? —se burló Lucas.

—Al menos no como tú que no entras porque te entra agua en los oídos y te pones a quejarte como un bebé. —le devolvió la burla Jerome.— ah, y que no nadas bien, haces así como un perrito. —imitó como Lucas movía las manos.

Lucas se quitó las gafas de sol y se levantó enseñándole el dedo del medio a su hermano, que comenzaba a reír al ver lo fácil que era molestarle.

—Iré al agua y con suerte me ahogo, para no verte más. —le dijo Lucas molestándose más con la risa de su hermano.

—Si me lo dices con ese bañador amarillo no te voy a tomar en serio. —volvió a burlarse Jerome mientras lo señalaba.

—Dijo el que el suyo es azul oscuro. Realza tu piel pálida y pareces un dibujo de Tim Burton.

—Yo me parezco por color y tú por cuerpo entonces. —se cruzó de brazos, y Lucas se ofendió tanto que parecía que no iba a volver a hablar en un rato largo.

Alan reprimió la risa como pudo y observó los cuerpos de ambos. El de Jerome era de una persona que se cuidaba mucho, no parecía deportista de élite pero sí tenia los músculos marcados y de un tamaño considerable. El cuerpo de Lucas era más delgado que el de Jerome, también tenía marcados los músculos pero más por genética que por gimnasio. Sin embargo, observando el cuerpo de Lucas reparó en algo; tenía en su vientre bajo una cicatriz bastante grande. Por su aspecto parecía ser de una herida profunda o de alguna operación pero Alan al no estar seguro de qué pensar decidió preguntar.

—Lucas ¿de qué es esa cicatriz? —preguntó antes de que el hombre retomara su camino hacia la piscina.

Lucas bajó la mirada y tocó cuidadosamente con su dedo índice y anular la gran cicatriz parcialmente tapada por el bañador. La pregunta le había incomodado algo, pero volvió a recuperar su estado de ánimo de siempre en tan solo segundos.

La Stark Where stories live. Discover now