Día 27. Futanari

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—Esa es mi chica.— Ambas rieron amenamente, continuando con su charla. Sin percatarse que cierta pelinegra las observaba desde los asientos traseros. 

[...]

Tras llegar a casa de la mayor de las dos, Sigfrid y Goldie corrieron al cuarto de la segunda mencionada para seguido comenzar con sus deberes. Entre risas y jugueteos tontos, ambas terminaron sus deberes y, tras estudiar un poco para el susodicho examen de Filosofía, comenzaron su maratón de series de Netflix. 

Mientras tanto, en la planta baja, un pelidorado y una pelinegra charlaban amenamente. Lo cual era bastante repentino ya que el mayor no contaba conque recibiría una llamada de su querida amiga a mitad de una sesión de "autoestimulación".

—Y, ¿Qué tal Goldie? ¿Le ha ido bien en el cole?

—Tan bien como podría irle a una chica como ella. Agradezco infinitamente que no haya suspendido ninguna materia hasta ahora. 

—¿Le ha ido tan mal?

—Ella y su amiga más que ser chicas de buenas notas, se las ingenian para no suspender los examenes semestrales. De no ser por mis magníficas clases de tutoría, no podrían pasar por sí solas.

—Su amiga... ¿Cuál es su nombre, por cierto?— Murmuró intentando sonar desinteresada, mientras bebía un sorbo de su capuchino con vainilla.

—Ah. ¿Sigfrid? Asiste al mismo grupo de Goldie. Y digo, es una buena chica y si puedo ser totalmente honesto contigo, es alguien adorable. Pero a veces es muy torpe y despistada— Murmuró Gold sin prestarle mucha atención a la pregunta.

—Conque... Sigfrid, ¿Eh?

[...]

Dos días habían transcurrido desde aquella visita tan repentina. Ahora Frida se encontraba apoyada en un muro junto a la entrada al aula de Sigfrid. Complatemente nerviosa y con una nota en mano, intentaba alejar aquellos pensamientos de rechazo que hacían flaquear toda su confianza y seguridad.

Es decir, por favor, ¿Ella? ¿Nerviosa? Eso no era de todos los días.

Pero ahí estaba ella, haciendo caso omiso a todos los cuchicheos e insinuaciones sucias de los chicos hormonales solo para poder darle aquello a la chica por la que estaba coladita. Si, todo lo hacía por ella.

—Joder... Tarda mucho— Murmuró y cuando estaba por rendirse, ahí la vio. Con un adorable vestido que no dejaba a la imaginación su perfecto cuerpo, Sigfrid por fin había llegado a la escuela, totalmente confusa cuando encontró en la entrada a su salón a su amor platónico.

—Hola, em. Sigfrid, ¿Cierto?— Frida por fin se acercó. Al ver a la castaña asentir ligeramente, le extendió la hoja, acortó la distancia y murmuró a su oído —Para ti, hermosa— Y tras dejar un caliente beso en la tersa piel de su cuello, se fue de ahí, dejando a una mojada, caliente y dudosa castaña.

Sigfrid entró rápido a su aula, haciendo caso omiso a todos, tomó asiento en su lugar y, a pesar de lo mojadas que yacían sus bragas, abrió la nota y comenzó a leer. El contenido la dejó sin aliento. 


[...]

Al concluir las clases, corrió a velocidad Sonic hasta el salón de arte, el cual yacía cerrado. Tocó 4 veces y entonces escuchó que retiraban llave a la puerta. Entró rápidamente y ahí la vio, a su amor platónico. La mujer que había despertado por fin aquellos deseos prohibidos en una joven. 

Frida yacía con una sonrisa, mientras jugueteaba con su gargantilla.

—Has venido— Murmuró y señaló la puerta. —Ciérrala bajo llave. No queremos interrupciones. 

30 Days of OTP |Frededdy|Where stories live. Discover now