Capitulo 4. Kai e'e

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Esa mañana Sam había llamado muy temprano Diane para cumplir con el reto que se habían hecho hacia algunos pocos días, donde demostrarían que a pesar de no ser de Hawaii ambos sabían surfear y lo hacían muy bien; como Diane tenía la mañana libre (mientras no hubiera una llamada) acepto. La pareja que había comenzado apenas llegaron después de un largo rato en las olas, había decido darse por vencido, bueno...Sam se dio por vencido, por más que quiso Diane fue un poco mejor que él, al menos podía atrapar una ola y montarla por algunos segundos, en cambio él era todo lo contrario y hasta en una ocasión Diane pensó que tenía que ir a rescatarlo.

—...Lo juro –le decía ella entre risas–, estuve a punto de dejar mi tabla e ir por ti al fondo. En serio... en serio eres malo Sam, eres terrible.

Y este que le faltaba poco para salir del agua se detuvo y con los pies la salpicó de agua y ella rápidamente se cubrió, sin embargo no dejo de responder, ella también le salpico, solo que lo hizo con la tabla, y aquello desato una guerra. Diane repetidamente chapoteaba agua y este para detenerla se abalanzo sobre ella y ambos se zambulleron en el agua. Por primera vez en mucho tiempo Diane reía y lo hacía de verdad, estaba disfrutando el momento y Sam que le encantaba ver la otra faceta de Diane, esa que no incluye armas y peligros estaba entusiasmado con ella y con aquella situación.

— ¡Las tablas! –Dijo Diane aun entre risas y ese momento se percató que estaba muy cerca de Sam.

—No te preocupes –le dijo Sam–, yo iré por ellas –y se separó de ella. No podía negar que aquella cercanía era tan encantadora que no quería separarse de ella.

Esta vez y con algunas amenazas de que la guerra volviera, ambos salieron del agua. Caminaron hasta sus pertenencias, tomaron sus toallas y comenzaron a secarse.

— ¿Aun tienes mi brazalete, no? –le pregunto Sam a Diane.

—Está en el bolsillo de mi pantalón –dijo y enseguida la sacó del bolsillo y se la coloco en la muñeca. Era el brazalete que él le había regalado en su cumpleaños; era una fina cadenita de oro con una taza de café colgando y un pequeño revólver, según él le recordaba la vez que la invito a tomar un café y termino herido y cuidando a un secuestrador en el hospital.

—Gracias.

—No hay de qué. ¿Tienes hambre? Vamos a la panadería de Leonard's, es muy buena. Sus malasadas son increíbles.

—Ok. De hecho estoy hambrienta, esto de revolcarte en las olas me dejó famélica –dijo y sonrió.

—Ok, te lo ganaste –y de pronto Sam soltó la toalla, se agacho un poco y enseguida cargo a Diane desde sus rodillas. Con ella en sus hombros corrió hacia la orilla y amenazó con soltarla en el agua, Diane que no paraba de reír le suplicaba que no lo hiciera, acababa de colocarse su short y no quería ir a desayunar toda mojada.

— ¡Sam! ¡Sam Bradock! –Gritaba ella entre risas– ¡bájame ahora! ¡No me hagas apuntarte con mi arma de nuevo!

Y algunas personas disfrutaban de la pareja, algunos sonreían con ilusión como viendo a un par de novios jugar entre ellos, pero Sam, ni Diane se percataban de lo que pasaba en su alrededor, por lo que no pudieron ver que alguien los observaba, aquella persona que estaba a unos pocos metros de ellos y que también venia saliendo del agua quedo sorprendido por aquella escena y hasta un poco molesto, y es que no dejaba de mirar a Diane y mucho menos al hombre del cual aún no sabía nombre, pero que no tardaría en saberlo .

No sabía si lo que le molestaba era que él estuviera con ella y no supiera si era un cómplice o no, o si era la felicidad que se notaba en ella. Y es que había sido muy pocas veces las en las que Diane se viera tan radiante, y una de esas veces había sido con él en Tokio. Es por ello que saco su teléfono y tomo una foto del hombre y enseguida la envió.

Hawaii Five-0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora