Una serie de relatos cortos que realizo mientras entro en el sitio, ejercicios de lectura. Esperando que todas sus historias llenas de misterio, les guste y entretenga.
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Lamento lo de mi madre. Se pasa todo el tiempo quejando. El viento es un compulsivo recogedor de polvo, lo sabemos. Si el piso se encuentra sucio, se queja, si las paredes están sucias, manchadas, decoloras. Que si el techo se mantiene intacto. Que si la puerta abre bien o rechina. Que si las plantas están marchitas, sin color, llora y se queja. Son momentos de gloria cuando descansa, la escucho barriendo el piso, limpiando las paredes, cortando las flores. Al techo dudo que suba un día, aunque no es muy alto. La escucho platicar con las personas que se le acercan, sea porque van de paso o son vecinos de la zona. Como todo lugar hay una semana que es de fiestas, todo es alegría, fuegos artificiales, colorido, comidas, hasta mi madre se encuentra muy alegre. Luego vuelve la tristeza, el enojo, el llanto. Daría todo por verla sonreír siempre, de platicar todo el tiempo de cualquier cosa que se le ocurriera, pero hay momentos, que son muchos, en que me desespera hasta el cansancio. Quisiera irme lejos, pero no puedo, a dónde podría. Todo se ha vuelto tan oscuro, húmedo. La escucho afuera a mi madre, le mando un saludo, primero es un quejido suave, imperceptible. Quejidos me salen de mi boca, como de ultratumba, no pronuncian nada, a ratos son gritos desesperados. Y me quedo en silencio, inerte, quieto, solo, impotente, tratando de recordar el tiempo que llevo bajo esta cripta.
