El Sueño

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Llueve, el cielo se desprende en líquidos racimos afuera del castillo. Estoy despierto, mi piel destila un rocío de cansancio, de batalla. Otra pesadilla, es recurrente, siempre es lo mismo. Pesadumbre inconclusa de Morfeo de nunca terminar ese último momento. Mi adorada princesa me recibe siempre entre sus brazos en cada ocasión que despierto, creo en su vigilia constante hacia un inerte cuerpo de un príncipe que navega entre las sombras de una lucha que nunca finaliza. Me acaricia, siento sus suaves manos recorriendo mi alma, la abrazo, nos contagiamos con una atropellada pero suave y hermosa unión de labios. Es hermosa, una Helena de mis reinos. Miro sus ojos y encuentro su alma que devuelve el amor que me embarga por ella. Me levanto, recorremos el reino. Rutina aburrida de una corte de bostezo. La vida en el pueblo es mucho más interesante. Las aventuras por el bosque con mi amada. Es una repetición constante que me hace pensar en mi sueño. Me frustra, desorienta y acongoja. Un momento antes de vencer al enorme dragón, me despierto. Siempre acontece, todos los días, con mi espada en el aire, enarbolada, lista, brillante. Baja en un silbido de muerte hacia el enorme objetivo. Pero me despierto. Que representa aquello, he consultado a todos los eruditos del reino. Nadie concretiza en una acertada respuesta. Y de pronto, de tanto repasar ese momento surge del interior de mi alma una respuesta que provoca un grito agonizante desde lo más profundo del espíritu, si acaso lo poseo. Que es el dragón que se despierta antes de morir entre mis manos y preso de su vida, duermo, como duermen sus recuerdos, soñando que despierto.

Historias mientras escriboWhere stories live. Discover now