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Estaban sentados en el sofá del departamento de Taehyung, este ya se había calmado y Jungkook había dejado de sentir los efectos del experimento, pero nadie había tenido la valentía de decir alguna palabra.

Estaban ahí, sentados, parecía que no movían ni un músculo y sus respiraciones habían pasado de pesadas a calmadas. Taehyung no había girado a ver la libreta de nuevo y no sabía si podría hacerlo, el temor a que el dolor en su cabeza regresara lo paralizaba y lo hacía sentir cada vez peor.

Por otro lado, Jungkook no dejaba de buscar algo extraño en el lugar que ocasionara que Taehyung reaccionara de esa manera, no había mucho fuera de lugar y nada se veía especialmente sospechoso a primera vista. Sus ojos se dirigieron al castaño nuevamente, quien miraba sus manos mientras movía nerviosamente sus dedos, había pensado en volver a preguntar qué es lo que había sucedido, pero no quería presionarlo. Era lo primero que sabía de él en días y trataba de no tirar todo por la borda de nuevo.

Taehyung suspiró y levantó la cabeza ahora mirando a Jungkook quien, estaba sin expresión esperando alguna palabra. Taehyung se la concedió.

—¿Podrías hacerme un favor? —Jungkook levantó sus cejas, pero asintió al instante. Taehyung continuó—. La libreta de la barra, ¿puedes guardarla en algún cajón? Por favor.

Jungkook no entendía exactamente lo que ocurría, pero aun así volvió a asentir levantándose de su lugar y caminando en dirección a la barra. Ahí descansaba una libreta similar a la que había llegado hasta él hace unos días y al igual que la suya esta estaba en blanco. Miró a Taehyung desde ahí y descubrió que al chico dándole la espalda sin la mínima intención de mirar. Como se lo pidió, cerró a la libreta y tomándola fue hasta uno de los últimos cajones de la encimera y lo guardó ahí, después se giró nuevamente a Taehyung, quien no se había movido. La idea de que algo como una libreta haya ocasionado todo eso lo desconcertó, pero la petición del castaño para que la guardara y su insistencia en no verla le hacían dudar.

—Listo —anunció y Taehyung se irguió.

—Gracias.

Jungkook miró de nuevo el cajón antes de alejarse de ahí con cautela, esa libreta no había llamado su especial atención desde que entró al departamento, pero parecía tener algo que ver en el asunto. Después de todo, no confiaba en nada que viniera desde ese laboratorio.

—¿Estás mejor? —se atrevió a preguntar y esta vez Taehyung giró para poder verlo por sobre el respaldo del sofá.

—Sí, gracias. —Se observaron unos segundos sin decir nada, pero ambos sintiendo una especial tensión en el aire—. Vamos, sé que quieres preguntarlo —dijo, acomodándose de nuevo con la vista al frente en el sillón—, aunque en verdad no sé cómo explicar esto.

El pelinegro asintió, aunque Taehyung no logrará verlo, él quería saber con exactitud qué era lo que había ocurrido, pero decidió permanecer callado. Sus pasos se escuchaban como eco en aquel silencio en su recorrido hasta el sofá frente al de Taehyung, se sentó de nuevo sin decir palabra, ambos solo se miraban.

Había algo extraño, Jungkook podía sentirlo con facilidad, seguía sumido en aquel silencio que lo había molestado por días, pero aun así la sensación había desaparecido, ya no era tan asfixiante como antes y su mente no se encontraba tan inquieta como lo había estado los últimos días. Esa calma que había buscado y por fin encontró no la dejaría ir tan fácilmente esta vez.

—Lo siento —dijo el azabache sorprendiendo a Taehyung—, por lo que dije en la cafetería, lo siento de verdad.

De nuevo el silencio.

Jungkook apartó la mirada del castaño cuando en el rostro de este se comenzaba a formar una débil sonrisa, la vergüenza lo apañó y contemplar la sonrisa en el contrario lo hacía sentir extraño.

Entrelazados | KookVWhere stories live. Discover now