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Jungkook había llegado a la cafetería más temprano de la hora acordada. Pensó en pedir algo para él, pero cuando la camarera se acercó lo único que salió de su labios fue un «espero a alguien».

Entre sus más grandes virtudes no se encontraba la paciencia, por lo que fácilmente se aburrió de solo esperar, aunque era consciente de que era su culpa por llegar antes. Comenzó a jugar con un pedazo de servilleta, intentando enfocarse en los temas que quería hablar con el castaño para ordenarlos en su mente.

Porque en esa ocasión quería hablar de todo con su compañero.

El pelinegro suspiró cuando vio a la chica que lo atendía hacer ademán de acercarse de nuevo. Sacó su celular del bolsillo confirmando que la hora acordada había pasado hace ya quince minutos y aún no había señales de vida de Taehyung. ¿Debería llamarlo? ¿Lo habrá plantado? Jungkook comenzaba a sentirse molesto por las opciones que se arremolinaban en su cabeza, se sentía incapaz de llamar al castaño por segunda vez en un día.

Guardó el aparato justo a tiempo para lograr ver al castaño correr hacia el café por la ventana. Jungkook solo lo observó, Taehyung frenó en la esquina antes de cruzar la calle que los separaba, casi en sintonía sus ojos se encontraron a través del cristal y rápidamente Taehyung juntó sus manos en son de disculpa, en sus labios se encontraba una sonrisa.

Jungkook no sabía qué era lo gracioso de todo aquello, pero una sonrisa se instaló en sus facciones al ver el gesto del castaño. Igualmente con señas —y siguiendo el juego de Taehyung— señaló la mesa expresándole al contrario que debía apurarse.

Cuando tuvo la oportunidad, el castaño cruzó la calle e ingresó al establecimiento, caminó directamente a la mesa donde había visto a Jungkook desde fuera. El azabache, por su parte, solo había seguido a Taehyung con la mirada durante todo su recorrido, escaneándolo por completo.

No parece que haya ocurrido algo, tal vez solo se le hizo tarde. Se ve feliz, eso sería buena señal sobre su trabajo, además de que esos pantalones le quedan muy bien.

Jungkook calló sus pensamientos cuando su compañero tomó asiento frente a él en la mesa. El mayor juntó sus manos nuevamente y bajó la cabeza.

—¡Lo siento mucho! Se me hizo un poco tarde, no volverá a pasar.

Jungkook bufó, pensando en que el castaño también era bastante descuidado, aunque claro, él no sabía que Taehyung había tardado más por ser cuidadoso con el paquete que había llegado hasta su departamento. Y, aunque el castaño notaba la forma en que Jungkook pensaba de él, no tenía por qué demostrar lo contrario. Si el pelinegro pensaba que él era un chico descuidado, entonces que así sea.

—Quince minutos llevo esperando aquí —mintió, pues habría esperado poco más de media hora—, la mesera estaba a punto de echarme del lugar.

—Lo bueno es que no sucedió —dijo Taehyung buscando el lado bueno al no querer molestar al azabache, aunque su plan se viera comprometido desde el inicio por su retraso.

Ambos pidieron sus respectivas bebidas, Jungkook un americano y Taehyung un capuchino frapeado de vainilla. Era notorio que la mesera se había acercado más tranquila ahora que no tendría que pedirle al pelinegro que desocupe la mesa.

El silencio era un poco incómodo, pero de alguna manera Jungkook se sentía mejor después de comprobar que Taehyung se encontraba bien, este último sin siquiera saber de la atención que había recibido del azabache desde que entró al local. Ambos se miraron por unos segundos después de que la mesera se alejara y rápidamente fue Jungkook quien inició con el tema.

—Necesitamos un plan. —Taehyung asintió ante la afirmación, mas dejó que el contrario prosiguiera—. No podemos salir de Seúl mientras tengamos estas cosas —levantó su muñeca donde se encontraba aquel artefacto—, tenemos que encontrar la manera de retirarlas.

Entrelazados | KookVWhere stories live. Discover now