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Jungkook estaba de nuevo frente a la puerta del castaño. Habían pasado cuatro días desde que Taehyung había desaparecido por la puerta de la cafetería y, más allá de escucharlo entrar a su departamento, no había sabido nada más de él.

Sabía que lo había echado a perder, de nuevo. Dejó que su desconfianza lo sobrepasara y habló sin pensar, causando más problemas de los que debería. Se suponía que la charla de la cafetería era para arreglar sus asuntos, atar cabos sueltos y por fin buscar una manera para salir de ahí, pero todo había sido al revés.

Cuando por fin sentía que daba un paso al frente, en realidad retrocedió tres.

Dejó salir el aire de sus pulmones mientras miraba por un segundo más la puerta de enfrente antes de abrir la propia. Había intentado contactar con Taehyung durante el primer día, un mensaje y una llamada por teléfono, pero después de que ninguna fuera contestada decidió que darle su espacio era la opción más certera. Lo había hecho enfadar lo suficiente como para que el castaño no quisiera verlo por unos cuantos días.

Se rindió sin siquiera tocar la puerta y se dio la vuelta para entrar a su propio departamento, cerró la puerta detrás de él y arrojó su saco al suelo. Esos días solo se volvían más monótonos, más incómodos, más solitarios y no le gustaba para nada la sensación que mantenía en su cuerpo cada que despertaba y comprobaba que, de nuevo, estaba en ese departamento lejos de su hogar y que no tenía idea de cómo escapar.

Pasó de largo la cocina y se dirigió directamente a la habitación, tiró las cosas restantes sobre la cama y fue al baño a darse una ducha. Quería despejar su mente y seguir con la planeación del escape, pero todo aquello solo se tornaba molesto, ya que parecía que iba en círculos al no encontrar una sola cosa que pueda hacer que lo ayude a escapar.

Si bien había intentado relajarse bajo los chorros de agua eso no ayudó mucho, la tensión sobre sus hombros aún estaba presente y no subía porque sentía una pequeña nostalgia por solo ver la pared de azulejos frente él. Las cosas solo podían volverse más incómodas dentro de ese departamento. Salió de ahí antes de que verdad comenzará a ponerse paranoico como en sus primeros días dentro en ese lugar, se vistió con algo apenas cómodo para dormir en las noches que se volvían más frías al pasar los días y se recostó en el colchón sin siquiera molestarse en sacar las cobijas.

Se quedó un momento de aquella forma hasta que sus ojos cayeron en la mesa de noche en donde el celular que le habían entregado descansaba inmutable. Se estiró para tomarlo, lo observó por unos segundos en su mano y después se dispuso a encenderlo. No confiaba en las cosas que le daban los científicos, por lo que siempre dejaba el aparato en esa misma mesa apagado cada que salía.

Las notificaciones llegaron de golpe y comprobó que se trataban de decenas de llamadas de su trabajo al que no había asistido desde ayer, tenía un mensaje del laboratorio respecto a eso y absolutamente nada de Taehyung. Arrojó el aparato en la cama, importándole poco las notificaciones que tenía. Extendió los brazos y las piernas con su espalda apoyada en el colchón y se quedó mirando el techo de la habitación.

De alguna forma no se había sentido tan solitario hasta ahora, sumido en un silencio teatral.

—Lo echaste a perder todo de nuevo, ¿cierto? —se preguntó a sí mismo en voz alta, buscando romper el silencio de una o de otra forma.

Lo sabía, debió mantener la boca cerrada y escuchar un poco a Taehyung y sus ideas, así tal vez ahora no se sentiría tan miserable. ¿Cómo una persona puede caer tantas veces en el mismo error? Él quería una respuesta para muchas preguntas, pero no le molestaría que comenzarán respondiendo esa misma. Quería dejar de molestar de esa forma a quienes estaban a su alrededor, pero simplemente no podía evitarlo. Cuando las cosas comenzaban a ir en la dirección opuesta a la que él quería, comenzaba a ponerse más nervioso de lo habitual.

Entrelazados | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora