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Una mueca se apoderó de su expresión. La cabeza le daba vueltas y se sentía mareado hasta el punto de tener náuseas.

Abrió lentamente los ojos y se encandiló por la luz encendida de aquel cuarto en blanco. Hizo un esfuerzo por levantar la cabeza, pero un agudo dolor lo obligó a detenerse. Su cuerpo no respondía correctamente y descartó la opción de usar las extremidades cuando sintió el mismo dolor paralizante. Sin opciones, giró un poco la cabeza para apreciar la habitación.

Había una pequeña mesa de noche blanca, una puerta blanca y lo que suponía era una cama, la cual parecía más una camilla de hospital en la que estaba recostado. Además, solo había paredes blancas.

—¿Pero qué demonios? —susurró, encontrando su voz de manera extraña, más ronca de lo normal. Raspaba en su garganta como si intentara escupir una lija.

Intentó levantarse, pero el dolor regresó. Aun así, decidió no detenerse. ¿Quién volvería a dormir después de despertar en un lugar desconocido en esas condiciones? Sus pies descalzos alcanzaron el suelo y se estremeció por el frío tacto. Ahora podía ver su vestimenta blanca y él ya ni siquiera estaba sorprendido, pero el miedo seguía presente. Estaba aterrado. En una de sus muñecas podía ver algo parecido a un grueso brazalete de metal oscuro y un mal presentimiento invadió su mente. Despertar en un lugar extraño con un dolor horrible no era su definición de empezar bien el día.

Apretó la quijada, listo para hacer otro intento por levantarse porque, incluso si tenía que arrastrarse, no se quedaría ahí para comprobar lo que estaba pasando. Lo único en lo que podía pensar era en salir de ahí.

—Sería mejor que aún no te levantaras.

La voz resonó prominente desde todas partes y ninguna al mismo tiempo, asustando al pelinegro y haciéndolo dar un pequeño salto que intensificó el dolor. Su estómago se contrajo al no ver a nadie hablando directamente y sus manos se hicieron puños para defenderse si era necesario.

—Tranquilo, no vamos a hacerte daño. No queremos asustarte haciendo una entrada espectacular, por lo que esta era la mejor opción. Además, tus piernas volverán a tener sus funciones normales en unos minutos. Preferiría que esperaras a que eso pase antes de salir de la habitación.

Asintió sin ánimos, temiendo lastimar su garganta si seguía hablando. Aun si no quería hacerlo, no le quedaban más opciones que seguir las indicaciones de un desconocido secuestrador. El hecho de que lo estuvieran vigilando lo ponía en desventaja. Ni siquiera sabía dónde estaba o con quién.

Tenía que pensar cuidadosamente en sus movimientos.

—Tu voz también volverá, así que no te preocupes por eso —dijo la voz con calma, como si lo que estaba pasando fuera lo más normal. Ese simple hecho hizo que el pelinegro se estremeciera nuevamente—. La puerta está abierta. Cuando recuperes tu movilidad, por favor, sal de la habitación. Hay muchas cosas de las que informarte, pero lo haré en persona.

Pasaron algunos minutos en los que el joven no movió ni un solo músculo debido al dolor punzante que aparecía incluso al solo pensarlo. Se sintió mejor consigo mismo cuando fue capaz de moverse con más libertad, aunque todavía dolía, gran parte del malestar se había esfumado. Finalmente, logró levantarse de la cama y dar pasos torpes hasta llegar a la puerta, asomó su cabeza al exterior.

Un pasillo con paredes metálicas y otra puerta al fondo generaban una sensación aterradora en los ojos de Jungkook. La idea de caminar por allí no era muy atractiva y regresar a la cama de la habitación no parecía tan malo después de todo. Sin embargo, sabía perfectamente que no lograría nada quedándose allí. No podía escapar ni enterarse de lo que estaba sucediendo si no hacía nada.

Entrelazados | KookVWhere stories live. Discover now