𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐³²𝑀𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝐼𝑛𝑚𝑖𝑛𝑒𝑛𝑡𝑒

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El destino baraja las carta, tu eres el que juega.

Agnes caminaba tranquilamente por el bosque, bien ella sabía que no estaba solo en él

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Agnes caminaba tranquilamente por el bosque, bien ella sabía que no estaba solo en él. Que alguien la estaba observando oculta entre las sombras, las ramas crujían hacia sus espaldas, el viento rugía en su rostro y a través de simples pasos se daba cuenta de quien quiera que fuera estaba muy enojado con ella.

La había visto hablar con esos chicos, quizás pudo escuchar lo que les dijo. Y por eso mismo motivo tuvo que marcharse lo más rápido que pudo, no quiso arriesgar la vida de esos muchachos.

Ella fue la torre, firme y con movimientos certeros, de tal manera que siempre estuvo al tanto del riesgo que corría.

Lo que significaba su posición, lo que siempre significo su silencio e información. Siempre estuvo esperando la muerte, y por eso es que no se arrepentía de lo dicho; espero décadas para encontrar a personas a las que les pudiera confiar ese secreto.

Y ese día había llegado.

En el tablero su pieza estaba siendo sacrificada por un bien común, como siempre espero que sucediera.

Por una parte, estaba asustada, porque quien quiera que fuera la persona que la estuviera siguiendo, esta no solo la descubrió a ella, no claro que no.

Amelia y Polo estaban en el ojo del huracán, bajo la exhaustiva mirada de las bestias. Quienes deseaban con ferocidad reclamar su sangre.

La disputa entre las llamas fogosas de la justicia contra el fuego del horror y soberbia; Se había iniciado.

Los engranajes se movían con lentitud, el tiempo avanzaba sin tener piedad, los hilos del destino cada vez eran más delgados; Haciendo que se volvieran mucho más fácil de cortar.

Agnes vio unos ojos mirarla entre la oscuridad, no reconoció a la persona, pero si su naturaleza y claramente sus intenciones.

La mujer de cabello negro solo quería darles tiempo, esa fue su intención desde que se enteró desde que había alumnos tratado de descubrir el caso.

Supo desde que sacaron los ojos de Gareth de donde ella misma los había ocultado, que el único motivo porque no le podían matar; Ya no estaban.

Les dejo el camino libre hacia ella, pero no se arrepentía.

Vivió una larga vida, una muy larga. Fue feliz y fue infeliz, conoció el amor y lo perdió cuando los que llamaba sus hijos fallecieron; No le quedaba nada porque seguir luchando.

No estaba triste, ni asustada.

El final se acercaba para ella y por ese motivo fue que le entrego ese papel a Polo, donde justamente escribió los números de Carter, Rosalía y Theo. Las únicas personas en las que confiaba plenamente.

Alcanzo a llegar a el laboratorio, saco las llaves de su cartera y abrió las puertas y entro sin problema alguno. Camino hasta su mesa donde estaba su computador, escucho un sonido tras ella, pero aun así no se dio vuelta y siguió con su última misión. Este estaba prendido, tal y como lo dejo, no le costó poner el Email y escribió rápidamente a su viejo alumno.

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐀𝐢𝐠𝐧𝐞𝐫 ▪︎ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora