Una trágica y macabra historia persigue al Internado Aigner desde el año de 1990. Fueron los homicidios de cuatro estudiantes y las desapariciones de dos de ellos, que marcaron una generación.
Sus cuerpos aparecieron esparcidos por los alrededores d...
Todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja el olvido esta lleno de memoria
-Mario Benedetti
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Selina caminaba tranquilamente junto a Lizzie, no había muchos estudiantes por el Internado. Eran muy pocas las personas que se veían caminar por ahí, la chica seguía pensando sobre todo lo que descubrieron minutos antes y sobre lo que vieron los chicos. Esto ya se estaba saliendo de control y eso que al parecer todo esto era el principio, sabía que tenían que descubrir cosas más aterradoras. Ni una de las dos dijo ni una sola palabra en todo el transcurso el camino, fue cuando llegaron a el invernadero cuando recién vieron a un par de chicas y chicos sentados afuera debido a que este estaba cerrado.
—Estamos esperando a el profesor, se le quedo las llaves en su oficina— le dijo una de las chicas, Selina estaba segura que la había visto en el bus donde habían llegado, era la rubia que no paraba de molestar con la de la historia de los sin ojos.
¿Quién iba a imaginarse que esa historia iba a terminar siendo real?
—bueno—le contesto y le devolvió la sonrisa.
Aproximadamente eran días personas aparte de ella e Lizzie que estaban en club y ni una parecía raro al nivel de que se alterarán, miro disimuladamente a la chica. Esta solo se encogió de hombros restando le importancia. Pasaron como unos tres minutos cuando llegó el profesor con las llaves, no era tan viejo, tendría sus treinta y tantos años, era muy alto y delgado, les hizo una seña a todos para que pasaran.
El lugar era hermoso, Selina era muy fan de la naturaleza, todo ese tema le encantaba y para ella ese lugar era el paraíso. Todo estaba lleno de plantas, flores preciosas, incluso tenían cosechado tomates y muchas frutas. Era espacioso, el techo era de cristal y se podía ver el cielo, el lugar era magnífico. Lizzie atravesaba las cosas como si fuera lo más normal, total a ella nadie aparte de la pelirroja la podía ver de todos modos, tocaba las frutas haciendo que estas se movieron levemente, claro que nadie podía ver eso. La pelirroja a veces se distraía escuchando las risas de Lizzie o viendo como está corría por todo el lugar.
—Bueno chicos mi nombre es Stefan Johnson y soy su profesor de medio ambiente, primero que todo este club no solo se trata de plantar cosas y listo una calificación buena. si no de conocer distintas formas de cómo nosotros podemos ayudar a el medio ambiente y al mundo. Nuestras clases no siempre van a ser en el invernadero si no que saldremos a el bosque o iremos de excursión.
—¿vamos a ir a el viejo parque? —le pregunta la chica de cabello rubio al profesor el cual no parecía muy contento por aquella pregunta es más se le veía un poco incómodo.
—No. Tenemos estrictamente prohibido ir a ese lugar—le contesta secamente.
—¿Por qué no podemos ir? — esta vez fue Selina la que pregunto, la fantasma de ojos fosforescentes que estaba al otro lado del invernadero, jugando con unas flores rojas. Miro al profesor de reojo.
