𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐⁷ 𝐿𝑎𝑠 𝑠𝑒𝑖𝑠 𝐶𝑎𝑟𝑎𝑠

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"antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas"

-Confucio

Caminábamos por el campus en silencio y con cuidado de no tropezarnos con nada, no podíamos prender las linternas debido que teníamos miedo de que el guardia nos descubriera, Así que estábamos haciendo todo esto a siega

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Caminábamos por el campus en silencio y con cuidado de no tropezarnos con nada, no podíamos prender las linternas debido que teníamos miedo de que el guardia nos descubriera, Así que estábamos haciendo todo esto a siega.

Podíamos distinguir a el hombre a la lejanía, por el pequeño brote de luz que emanaba. De igual forma por el ladrido de su pastor alemán. No deseaba encontrarme con ese perro bajo ni una circunstancias.

Amaba a los perros. Pero tengo cierta mala suerte con ellos, en su totalidad, cuatro perros me han mordido en toda mi vida.

Para suerte de nosotros el guardia rondaba el edificio de natación muy lejos de donde estábamos, nuestra mala suerte no era tanta después de todo. Me costaba trabajo divisar el camino correcto hacia la colina, entre toda la neblina. Incluyendo que tenía un sueño horrible y mis huesos dolían por el entrenamiento; Notaba algo diferente. Raro.

¿A veces no les pasa que sin sabes el por qué o el cómo, pero sienten como si alguien los observará? ¿cómo si alguien los estuviera siguiendo pero una vez que se dan vuelta no ven a nadie?

Así me sentía. 

No estoy seguro si Polo se siente igual, pero sentía una presencia distinta a la de nosotros y la cual no estaba alcance de mis ojos. 

Pero estaba ahí, muy cerca de nosotros. 

Como si unos ojos estuvieran observándonos desde las sombras, Polo no nota nada, pero yo si. Lo sentía, algo raro estaba pasando. 

No quise decirle nada.

Seguro no me va a creer, se que esta noche hace bastante frió pero ahora se siente diferente, el viento era mas cálido que antes. Una hora atrás podía jurar que estábamos en alaska y ahora se notaba mas fresco que nunca; Ya prácticamente no había viento. 

Los árboles pasaron de agitarse abruptamente a simplemente a estarse quietos, inmóviles. Eso no me preocupó tanto como el hecho de que oía una leve risa que iba y venía de todas partes de entre los árboles y por la cara de mi amigo supuse que él también la escuchaba.

No estoy loco.

—¿la escuchas?—me susurro mirando con temor hacia los costados sin visualizar a nadie. 

— Si, viene de el bosque. Estoy seguro. 

Quedamos intrigados, con miedo. Esperábamos que fuera quien fuera saliera de los arbustos. Dejamos pasar unos largos segundos, pero nada pasó. Y tratando de ignorar la voz, seguimos nuestro camino.

Era el susurro de una mujer, pero de ninguna de nuestras amigas, estaba mas que seguro de eso. No le entendía lo que estaba diciendo, solo escuchaba una suave y tenue melodía, armoniosa y lenta. 

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐀𝐢𝐠𝐧𝐞𝐫 ▪︎ZWhere stories live. Discover now