Capítulo. 1 Niñez.

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— Oh, vamos Jiminie vamos a jugar a los salvavidas.

— No, Kookie es aburrido, yo siempre soy el ahogado.

Jungkook rió — porque yo soy más grande y fuerte que tú, por eso debo ser él, salva vidas, guapo.

— Eso no es nada justo Kookie, yo también soy gande, sólo me llevas dos años.

— Ya vez Jiminie todavía no hablas bien, yo seré él salva vidas.

— Jimin, Jungkook, llegué vengan bebes.

Los niños voltearon rápidamente, el más alto, de cabello azabache, corrió hacia la puerta, donde una hermosa y elegante mujer, le extendía los brazos, mientras el más bajo miraba sus zapatos con algunas lágrimas en los ojos, ya que, cada vez que veía a su tía recordaba que su madre no volvería a entrar por esa puerta, para extender sus brazos hacia él nunca más, Jisoo notó las lágrimas de su sobrino, tomando de la mano a su hijo, para dirigirse hacia el más bajo.

— Bebé qué pasa, por qué lloras amor.

El pequeño sólo seguía llorando, hasta que unos delgados brazos se enrollaron en su pequeña cintura, la familiaridad de ese minúsculo gesto lo hizo tranquilizarse inmediatamente. Jisoo veía la escena enternecida, su corazón saltaba de emoción cuando veía que su único hijo y su sobrino eran como hermanos, no entendía cómo había personas que le insinuaban que no estaba bien que ellos tuvieran ese tipo de relación, había despedido a varios empleados por comentarios de esa índole, no permitiría que nadie arruinará la inocente relación de sus tesoros, sobre todo después de lo que paso con su cuñada.

Jisoo tomó a ambos niños en sus brazos, haciendo un abrazo de tres, inmediatamente notó que el pequeño cuerpo de su hijo se ponía tenso bajo sus brazos.

— ¿Qué pasa tesoro, todo bien?

— Sí, bueno no, es que Jiminie es muy delicado, se sofocará, si lo abrazas muy fuerte.

— Eres todo un caballerito, me haces sentir tan orgullosa, debes proteger a Jimin siempre, ¿me lo prometes?

— Lo prometo, mami.

— ¿Siempre estarás conmigo Kookie?, me prometes que no me dejarás como mamá.

— Lo prometo. Jungkook le ofreció el dedo meñique a Jimin, quien se sonrojó porque su pequeño dedo no alcanzaba al del azabache.

— Bueno, bueno, ya me hicieron llorar, venía a preguntarles si desean acompañarnos a Nam, Hyun y a mí, a una cena o prefieren que darse en casa.

Ambos chicos soltaron al unísono — Pijamada, pijamada, pijamada.

— Está bien pequeños diablillos, ¿qué desean cenar? Ambos la miraban con la cara risueña sin responder. — Ya, no es necesario que lo digan, los conozco, le daré indicaciones a la señora Sook para que les preparen Pizza, ahora a su recámara, Suni los preparará, antes de irme quiero dejarlos en la cama.

Ambos niños corrieron con las manos entrelazadas hacia la alcoba del mayor, la cual contenía una puerta en el costado derecho, misma que daba a la alcoba de Jimin, pues cuando paso lo de Hyun-ah, Jisoo convenció a su hermano de unir las casas Jeon y Kim en una sola, ambas mansiones se encontraban en el mismo terreno, pero ella había hecho que fueran demolidas, esto para evitar malos recuerdos, así de las cenizas surgió la mansión KiOn, una fusión de dos familias, que se tenían la una a la otra para salir a delante, quien analizará la casa, podría decir que parecían dos unidades totalmente independientes, pero conectadas entre sí.

Jisoo era una mujer que, a pesar de tener una vida ajetreada por llevar la parte hotelera de las empresas KiOn, se exigía así misma estar al pendiente de sus hijos, como ella los consideraba a ambos, tenía todo un arsenal de personas para su cuidado, pero ella no cambiaba el poder estar con ellos por nada en el mundo, realmente era una buena madre, así que obligaba a su esposo y hermano a ser igual, se consideraban una familia poco convencional pero demasiado unida.

Esa noche, ambos pequeños se encontraban en el salón de juegos que Jisoo mando a construir para ellos, en el lado oeste de la mansión, ambos emocionados miraban Iron man por quinta vez, Jimin le recordó a Jungkook su promesa, pues el primero tenía miedo que en algún momento su primo se fuera de su lado, así que Jungkook tuvo la idea de sellar su promesa, como en las películas de Disney, con un beso, así que el azabache tomó los mofletes del pequeño delicadamente, acercándose a su rostro dándole así un tierno y dulce beso.

Cuando sus labios conectaron una descarga recorrió sus pequeños cuerpos, una ola de emociones que jamás habían experimentado se instalaron en ambos chiquillos, pero en ese momento, a sus 8 años, Jungkook supo que, a ese pequeño rubio de 6 años, no podría dejarlo jamás.


Cuando sus labios conectaron una descarga recorrió sus pequeños cuerpos, una ola de emociones que jamás habían experimentado se instalaron en ambos chiquillos, pero en ese momento, a sus 8 años, Jungkook supo que, a ese pequeño rubio de 6 años, no...

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