Juntos Una Vez Más [#1]

36. Truths in the light

James

Lo conocen y lo apodan como: "caos" o "amenaza". El evento que sucede en el linaje Harrison que es visto como una anomalía y que por serlo ocurre cada cierta década. Es el cual Jace y papá son los últimos en todo nuestro linaje en representarlo. Incluso con la desaparición de años de Jace, y el hecho de que nunca nadie lo vea y haga su papel de espectro o de mafioso General, lo que sea que haga.

Es imposible que exista algo más emblemático en los actuales Harrison que el peso de poder que tienen los MH «Mellizos Harrison» en el linaje y su alrededor. Y que por serlo el 70% del imperio y supremacía que construyó y dejó Jafet Harrison en su última hoja de testamento, fue otorgado a ellos. Dejando el 30% entre los otros dos hermanos menores: Arthur y Nicholas y la vieja hipócrita a la que según debo llamar "abuela".

Solo una vez en mi vida vi a todos los hermanos y a esa mujer reunidos en un mismo lugar en absoluto silencio, con miradas gélidas, sonrisas falsas y espaldas erguidas. Todos "juntos" en Harrison Company de la sede en Nueva York. Tenía tal vez seis, y recuerdo que mamá solo me decía que estaban escogiendo a papá como presidente y dueño de lo que es hoy día.

Para nadie, o bueno, excepto mi papá que parece sufrir de una maldita ceguera permanente. Es sorpresa que esa vieja ha intentado un sinfín de veces de derrocarlo o enloquecerlo con sus pautas ridículas con el fin de poner a alguno de los patitos indefensos mantenidos que continúa mimando—Arthur y Nicholas—, y colocar a alguno de esos payasos en las suelas de los Dior de Jacob Harrison. Es tan deplorable que da risa y nunca pierdo la oportunidad de recordárselo a esa mujer. Siempre con mis amables y enérgicos comentarios iniciando con un "abuelita".

Por supuesto su odio y amargura crece al saber que sus dos payasos que mima, solo derrochan el dinero sin tomarse nada en serio a sus cuarenta, viajando y follando mientras envejecen y no están interesados en seguir el linaje Harrison. Y el único con un primogénito capaz de hacerla estallar de rabia, sin temor a escupirle las verdades en la cara. Es Jacob Harrison. Los únicos nietos que existen entre los cuatros hijos que dejo Jafet Harrison: Emilia y yo.

Si es que esta visita de Jace no viene con sorpresitas nuevas. Siempre recuerdo haber visto a Jace rodeado de mujeres coqueteándole, al igual que estas corrían detrás de papá también. No me sorprendería la noticia de que metió la polla donde sea y ahora un cuervo deja un sacrilegio llamado: hijo. O simplemente...

—Dejen de mirarme así—Jace nos mira a papá y a mí. Una sonrisa jocosa se dibuja en sus labios a la vez que se sienta en uno de los inmuebles oscuros del despacho—. No vine a dar noticias, ni de martirios de casamientos, ni maldiciones de niños y mucho menos a pedir dinero—cruza sus piernas y nos mira altivo—. Estoy podrido en dinero. Vine..., porque tengo algo de trabajo por acá y no podía desaprovechar visitar a mi querido melli y su benevolente familia...

—¿Y qué? —cruzo mis brazos al nivel de mi pecho—. ¿Lanzo fuegos artificiales por eso o te hacemos una fiesta por la alegría que eso nos produce?—actúo con displicencia.

Jace suelta una carcajada que inunda el despacho y empieza negar a la vez que se lleva el trago a los labios y luego de un sorbo continúa hablando.

—De pequeño te recordaba más...—aplana sus labios—, olvídalo. Ni siquiera te recuerdo de niño, no voy a ser un puto mentiroso. Lo único que recuerdo es que una vez activaste un detonador que traje de Irak, y...—la voz de mi papá truena detrás de mi espalda.

—Cierra la maldita boca, Jace—le advierte—. Existen códigos y reglas en la O.S.F.A.I.S, que no se te olviden.

Nunca antes había escuchado ese lugar..., y mi curiosidad no es tanta como para querer saber de qué hablan y de que se trata esa tal O.S.F.A.I.S.