37. LOS PROTECTORES

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Su andar se vio detenido a varios metros de distancia, no sabían si su presencia podría perturbar a su enemigo, por ello es que decidieron quedarse un tanto apartados.

Con lo que se encontraron fue algo que jamás llegaron a imaginar. Era hermoso. Aun así dudaban que con esa palabra pudieran describir lo que sus ojos estaban siendo testigos. La circunferencia de aquella esfera era perfecta, por un momento llegaron a pensar que aquello solo podría haber sido creado por un dios. La luminosidad que escapaba desde el interior solo resaltaba su hermosura. Lo que contrastaba demasiado con aquel aro el cual no dejaba de girar en todas las direcciones posibles, tan solo dejando pequeñas estelas violetas que asemejaban a unas boreales.

Una sensación de incertidumbre recorrió cada centímetro de su cuerpo, aquello fue lo que acabo provocando aquel pequeño temblor que de pronto apareció en sus manos, le resultaba imposible el aceptar que aun existiera alguien con un manejo tan magistral del Mantra.

‹‹¿Y se supone que nosotros debemos detenerlo?››, le fue imposible no cuestionarse en su interior, al mismo tiempo que el temor a fallar iba en aumento dentro de su pecho.

Movió sus ojos de un lado a otro, como le había enseñado su maestro, siempre era bueno el reconocer el terreno donde debería librar sus batallas. Ello le hizo darse de unas cuantas cosas que había estado pasando por alto. Los candelabros que daban un poco de luz continuaban en sus sitios, firmes, con aquellas llamas danzando de un lado a otro, ajenos totalmente a lo que estaba sucediendo a su alrededor.

‹‹Imposible››, pensó con desanimo. Le era imposible el comprender como Maksmum, quien continuaba en su ardua pelea contra Deus, aun podía mantener en firme todas sus creaciones, no, aquello no podía estar pasando.

Agitó su cabeza, no iba a permitir que aquello le dejara su mente en blanco, buscando cumplir ese pensamiento, dirigió su atención a la esfera, para ser más concretos en aquel aro que no dejaba de dar vueltas, busco descifrar su patrón de movimientos. Le basto con algunos segundos para descubrir que tal cosa no existía.

—No sigue ningún patrón establecido —sentenció Hellblau poniendo en la realidad lo que le pasaba por su mente, algo lo cual agradeció en el interior.

—Eso no es de importancia —determinó Strahl con una seguridad que creía jamás podría tener—. Igual debemos abrir la brecha. Preparen un ataque fuerte, no usen mucho de su poder, no quiero que se debiliten al primer intento. A la cuenta de tres...

Al escuchar aquello su cuerpo comenzó a moverse por instinto, sus pies se hundieron un tanto buscando mejor equilibrio, adopto su posición de pelea, listo para lo que estaba por venir.

—Uno... —movió el brazo un poco hacia atrás, al tiempo que su mano se fue cubriendo de una verdosa energía—... dos, tres...

Su mano se movió hacia delante, lo que escapo tan solo fue humo que al recorrer algunos metros se fue entrelazando hasta formar un potente rinoceronte, el cual inclinó su cabeza preparado para atacar con todo su poder, se deslizo con una rapidez que se podría creer en una criatura de su semejante peso, a su lado derecho era acompañado por un feroz dientes de sable que irradiaba grandes cantidades de rayos azulados, a la vez que un elefante a base de hielo cerraba la marcha.

Los tres fantásticos animales se deslizaron por el terreno, sin importarles que debían quitar de en medio, lo único importante para ellos era aquella hermosa esfera violeta.

A cuestión de centímetros, el rinoceronte inclino su cabeza para la embestida, el dientes de sable saltó separando las patas, el elefante de hielo dejo escapar un pequeño rugido de guerra e inclinó su cabeza preparándose para el inminente impacto.

Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)Where stories live. Discover now