8. SUEÑOS SOMBRÍOS

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Sus ojos se abrieron despacio. Una brillante luz le cegó, obligándole a cerrarlos de nuevo. Un extraño sentimiento recorrió todo su cuerpo. Tenía la sensación de ya haber estado en ese lugar en otras ocasiones.

Haciendo sombra con su mano izquierda, Oliver abrió despacio los ojos. Gracias a sus precauciones, la brillante luz no le obligó a cerrar los ojos, pero en ese mismo instante deseo no haberlo hecho.

El bosque donde había visto a la mujer de blanco, ese lugar donde parecía que se acababa de librar una ardua batalla, se encontraba en llamas.

Los arboles ardían de corteza. Un humo negro evitaba observar todo el horrible panorama. Gritos cargados de dolor acudieron a sus oídos evitando que escuchara nada más. Eran tan agudos y desgarradores, que rápidamente intento protegerse con sus manos, le resultó imposible hacerlo, los gritos parecían traspasar cualquier cosa, como si los tuviera a su lado.

Movió el rostro hacia todos lados buscando encontrar la fuente de tan horrorosos gritos. Pero el humo se lo impedía. Hasta que de pronto, observó a sombras corriendo de un lado a otro, agitando los brazos en el aire, debido a que no se podía ver nada, terminaban estampándose contra los arboles ardientes y cayendo al suelo envueltos en llamas.

—¡¿Qué diablos está sucediendo?! —preguntó a la desesperada. Pero su grito se vio ahogado por los alaridos cargados de dolor.

El humo comenzó a entrar en su sistema, provocándole arcadas y evitando que consiguiera coger aire fresco. Entre cerro los ojos, un tanto mareado decidió moverse de lugar. Caminó a la sombra más cercana, paso a través de la cortina de humo esperando encontrarse con la sombra, para su sorpresa, entro en una zona cubierta por humo grisáceo.

Comenzó a toser, sin poder controlarse saliva comenzó a escapar de su boca. Necesitaba coger aire fresco y pronto, o si no sería su fin.

—¡Demonios! —gritó sintiendo la desesperación subiendo por su pecho. Sin mucho en que pensar, se lanzó a correr.

Intentaba salir de la zona cubierta por el humo, pero cada vez que pensaba salir de ella, parecía introducirse aún más. El calor iba en aumento y, las llamas parecían comenzar a quemarlo como si las tuviera a cuestión de centímetros.

Cada segundo en esa zona le provocaba perder más oxígeno. Sabía que necesitaba salir de allí cuanto antes, o pronto perdería la vida. Y como si se tratara de una escena previamente ensayada, observo dos frondosos árboles que se entrelazaban, entre ellos se encontraba la mujer de blanco. Aunque su rostro quedara oculto bajo la capucha, Oliver sentía que le estaba observando, y por una extraña razón, percibía que esa cosa estaba disfrutando el verlo sufrir.

Un extraño sentimiento se apodero de su cuerpo. Necesitaba respuestas y la mujer de blanco se las entregaría. Intento correr hacia los dos frondosos árboles, pero le fue imposible. Observó hacia todas las direcciones solo consiguiendo percatarse de las sombras yendo de un lugar a otro, y como si no tuviera suficiente con ello, de fondo continuaban los horripilantes alaridos.

Una vez más intento salir corriendo, pero algo no le permitía mover su pierna, así que se precipito y cayó al suelo.

—¡Maldición! —rugió buscando reducir el dolor en su mandíbula.

Giró en el suelo, por la sensación se percató que se trataba de tierra. Abrió los ojos. De entre las sombras comenzaron a salir personas. Lo que más le impacto, no era que por fin estuviera viendo más humanos, sino su aspecto. Los seres que salían tenían la carne carcomida y al rojo, como si hubieran sido quemados a una gran temperatura. Algunos aun tenían un poco de cabello, que despedían un cutre olor a pelo quemado. Sus narices habían desaparecido dejando al descubierto sus dos cuencas oscuras. Su piel parecía colgar de sus huesos calcinados. Sus ojos se habían tornado de un blanco lechoso.

Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)Where stories live. Discover now