3. LO PROFUNDO

103 12 3
                                    

Caminaba por la desolada zona. Los arboles parecían haber sido movidos de manera violenta, algunos se habían venido abajo y otros presentaban las inconfundibles manchas negras dejadas por el temible fuego.

Ni siquiera el pasto se había salvado de ser lambido por las llamas, lo que producía un pequeño crujido siempre que daba un paso. Extraños olores le embargaron las fosas nasales, el de madera quemada la atribuyo al lugar donde se encontraba (demasiado familiar pero no lograba recordar de donde), pero los demás olores eran inexplicables. El olor a pelo chamuscado, el de carne podrida, a mierda, esos olores no sabía explicar de dónde venían.

Constantemente miraba hacia atrás, como si temiera que de algún momento a otro alguien lo atacaría. Aunque sabía que sus temores estaban infundados, ya que toda aquella zona se encontraba totalmente desolada, ni siquiera le era posible distinguir algún ave de rapiña o mosco hambriento.

Continuo con su andar, hasta que se detuvo a unos metros de dos árboles que crecían muy juntos, estos no presentaban marcas de ser quemados o arrasados, pero solo con un vistazo, Oliver comprendió que tampoco se trataban de árboles comunes. Vegetación mohosa se extendía por los troncos, y en algunas partes parecía correr un líquido trasparente, eso le hizo recordar la savia que en ocasiones corría por los árboles.

Lo más llamativo era lo que se encontraba detrás de los dos extraños árboles, se levantaba una figura, iba envuelta en un largo vestido blanco, su rostro quedaba oculto por una capucha, su piel tenía el color de la leche cortada. La desconocida pareció darse cuenta que no era el único ser vivo de aquel lugar, porque de pronto se dio media vuelta y comenzó a alejarse.

Un extraño sentimiento de incertidumbre, y algo parecido a la alegría embargo el pecho de Oliver, obligándole a salir corriendo detrás de la desconocida.

—¡Espera! —gritó en un intento por persuadirla de su huida, pero todo era inútil, por más que corriera, la mujer parecía alejarse más y más, como si de pronto la estuviera viendo por un telescopio usado de manera errónea.

Mientras más se alejaba, algo se iba encendiendo en su pecho, comenzó como una pequeña picazón que fue ascendiendo hasta sentir su piel siendo devorada por un terrible calor. Aquello le hizo detenerse, y en aquel momento se descubrió jadeando, no le dio la menor importancia, tan solo quería que aquel terrible dolor de su pecho se acabara, así que sus manos ascendieron, se despojó de la camisa que llevaba, al quedar al descubierto, se percató de que el collar hecho a base de frágil cristal trasparente ahora se encontraba al rojo vivo y le estaba consumiendo la carne.

Un extraño sonido, como si se hubiera desatado una alarma embargo los oídos de Oliver, lo que le hizo abrir los ojos, girar con agilidad del lecho y conseguir sentarse a la orilla. La luz que se adentraba por la enorme pared lo cegó por varios segundos. Aquello sabía que no era lo importante. Su mano buscó por debajo de sus ropajes aquel collar que contenía un poco de la esencia dejada por su difunta madre, sus dedos se acercaron un poco temerosos, al sentir el contacto frágil y helado del cristal, aquel miedo fue menguando, siendo así, cerró toda la mano descubriendo que su collar era simplemente eso, un collar de frágil cristal trasparente.

Con su reciente descubrimiento, dejo escapar una profunda exhalación, soltó el collar e intento llevarse las manos para tallarse los ojos, hasta ese momento no se había percatado que sus manos temblaban con una violencia desmedida. Tenía los labios secos, y una capa de sudor frío perlaba su frente y parte de su espalda.

El sonido del despertador consiguió arrancarlo de aquel extraño sueño que había experimentado. Giró en la cama buscando el aparato, se encontraba en la mesa del lado derecho, estiro la mano y apago el despertador, el cual marcaba las seis y media de la madrugada.

Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)Where stories live. Discover now