6 . LA ADAPTACIÓN

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Oliver se levantó dejando escapar una bocanada de aire. Jadeaba, su rostro y varias partes del cuerpo estaban perladas por un frío sudor.

Había vuelto a soñar después de varios meses. Él lo atribuía al hecho de que su mente estuviera tan concentrada en otras cosas, que al final de la jornada, su cerebro solo buscaba descansar y, se olvidaba de la capacidad para soñar.

Hacia unos días atrás, los sueños habían vuelto y, no precisamente para mejorar su vida. No lograba entender sus propios sueños, se estaban volviendo tan nítidos que en ocasiones provocaban que se levantara a mitad de la noche y no lograra conciliar el sueño, ya que su mente se centraba en buscar una explicación a tan extraño sueño.

Ese día no había sido diferente.

Se encontraba a mitad de un bosque arrasado por el fuego, era como si una ardua batalla entre dos enormes ejércitos se hubiera visto librada en aquel espacioso terreno.

En ocasiones se descubría pensando:

‹‹¿Por qué aparezco al final de la batalla? —Solo la duda duraba un momento, hasta que aparecía otros pensamientos—. ¿Quién me afirma que aquí se libró una batalla?››

Después para tranquilizar su mente, se decía que los sueños no eran reales.

Por más que intentaba hacerlo desparecer, el sueño siempre se le quedaba grabado. Imaginaba que este intentaba mostrarle algo que él ya había olvidado, o que no lograba recordar.

Siempre comenzaba de la misma manera. Se deslizaba por el desolado bosque, algunos árboles aún se encontraban en llamas. Una neblina provocada por los incendios, hacían más difícil el observar a su alrededor. El olor a madera quemada embargaba sus fosas nasales y no le permitía llenarse los pulmones con aire fresco.

Por más que intentaba llegar a otro lugar, siempre terminaba donde mismo. Dos grandes árboles se elevaban imponentes, parecían estar unidos, uno se cruzaba por en medio del otro, dejando solo una pequeña ranura, donde veía aquella mujer de blanco, con el rostro oculto debajo de su capucha.

Siempre intentaba seguirla. Aunque el olor a pelo quemado y putrefacción eran más potentes, lo que provocaría que dejara ir a la misteriosa mujer.

Ese preciso día había sido diferente. Se antepuso a los extraños y repudiables olores, y consiguió seguir a la misteriosa mujer.

Por breves momentos pensó que no estaban en el mismo lugar. Los árboles se levantaban imponentes, dejando entrar solo un poco de luz. El cántico de los diferentes animales lo incomodaban, así que se obligaba a concentrar su mente en seguir a la misteriosa figura.

Llegó a un claro cerca de una laguna. El agua era negra como la oscuridad. La mujer misteriosa estaba de espaldas y lanzaba piedras al agua provocando unas surrealistas ondas.

—¿Se encuentra bien? —decidió preguntar, aunque por un momento temió que la mujer saliera huyendo, ella no hizo el menor movimiento, era como si no hubiera escuchado las palabras de su acompañante.

Oliver se acercó con cautela, jamás admitiría que tenía miedo, aunque ambas manos le estuvieran temblando, aun así elevó una buscando tocar el hombro de aquella extraña figura.

—¿Se encuentra...? —no logró finalizar la pregunta, la mujer se giró con un brusco movimiento, haciendo que Oliver diera dos pasos atrás, asustado por tan repentino movimiento.

Oliver intento ver que había debajo de la capucha, lamentablemente todo dentro no era más que densa oscuridad, era como si aquella mujer no tuviera rostro. Pronto reparo en la sangre que corría por su vestido blanco, aunque le pareció más extraño el bulto que llevaba envuelto en sábanas blancas y de donde chorreaba un poco de líquido viscoso combinado con sangre.

Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)Where stories live. Discover now