30. Amarillo, verde, azul y rojo

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Emily

—¿Puedes dejar de reírte, rubia?— le pido mientras sigo quitándome el rímel que mancho todo el lado inferior de mi ojo.

Las carcajadas de Alice comienzan a disminuir, pero miro a través del espejo del baño como aún se sostiene la barriga de tanto reír.

—Joder... ¡Es que son como unos niños!— repite y deja de reírse y unirse a mi lado tomando mi cara mirando que tanto me falta para dejar de parecer un payaso—.Bueno... si te sirve de algo... pareces Britney Spears.

—¿Entonces no me veo tan...?— me interrumpe.

—Luego de caer en la tutela de su padre, y que empezó a delinearse— termina y de nuevo sus carcajadas hacen eco en el baño.

Volteo mis ojos y sigo restregando con fuerza la pequeña toalla en mi cara. Luego de que James me dejo caer en el agua, intente lanzarlo, pero de nuevo caí. A quien engaño ¡No caí! ¡El me lanzo! ¡Es un imbécil! ¡Y me dijo que me parecía a la monja, como en la horrenda película de terror!

—Es un imbécil... y yo soy otra por querer hablar con él— farfullo molesta—. ¡Que piense lo que quiera!— vocifero haciendo eco en el baño y me giro a ver a Alice que suprime la risa—. No me importa...

Mentiras... mentiras... y más mentiras. Si tan solo pagaran por mentir, creo que tendríamos a los Harrison limpiando para nosotras.

Tú cállate, que eres la razón por la que a veces jodo todo.

—¿Qué? ¿De qué te ríes, te volviste más loca?— inquiero y boto la pequeña toalla en la papelera.

Alice toma de su cartera, su pequeña base, esponja, rímel y rubor. Y las deja en la encimera del baño de visita de la mansión Cooper. Creo que somos la únicas en un baño decente, que no ha sido utilizado como habitación o baño portátil, o de motel... asco.

¿Y cómo no? Es el baño de la habitación de Joseph. Aunque ahora que lo pienso, quien no me dice que no lo haya utilizado mi mejor amiga con el rubio...

—¿Has follado con Joseph, en este baño?— suelto antes de que Alice hable.

—¿Qué? ¿Cómo carajos sabes...?

Abro mi boca y mis gestos cambian a una mueca de asco. Dejo de colocarme rímel para apuntarla con la punta de este.

—¡No me jodas, Alice Ford!

—¡Ya deja el drama, no seas estúpida! ¡Tampoco es el fin del mundo!

—¡Estoy maquillándome en la misma encimera donde te dieron como cajón que no cierra!

—¡Solo fueron minutos ahí!— replica y yo suelto una bocanada de aire alzando mi cara mirando el techo—. Bien, olvida eso— la miro mal y ella se ríe jocosa—. Respecto a lo otro, ¿Qué? No nos hemos integrado a la fiesta ¿Y ya te fumaste algo?

—¡Alice!

—Joder hablo en serio, perra— se acerca a mí y toma sus implementos de maquillaje ayudándome—. Mientras más finja que no te importa sabes que más lo hace. Así que solo te estas mintiendo. Lo mejor que puede hacer es...

—¿Acaso no ves que ya lo intenté? Pero ese imbécil insiste en no querer hablarlo— suelto un gruñido enojada—. Ni siquiera quiero imaginarme el desfile de chicas que debe tener abajo...— la rabia sube a mi cabeza de solo pensarlo—. Alice quiero pensar que la razón de su desaparición haya sido por su enojó conmigo, y porque no quería que lo buscara, y no porque haya decidido gastarse una caja entera de condones en una noche, con cuantas chicas le abrieran las piernas— mofo al finalizar.

Juntos Una Vez Más [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora