28. "Bésame" (parte II)

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La mano que conservaba en el estante bajó hasta mi cintura y dio un paso para estar más cerca de mí, causando que hubiese una guerra entre nuestras respiraciones.

—¿Por qué lo haces todo tan poético? —cuestioné, invitándole a seguir.

Rió. —Porque era justo esa reacción la que estaba buscando.

Mi mano derecha viajó a su corbata y tiré de ella para unir nuestros labios por fin, ahora sí dejaré que él haga lo suyo, inserten emoji de la luna de whatsapp, por favor.

De pronto, sentí un cosquilleo recorrerme y la sensación de sus movimientos recordarme a la primera vez en la que nos besamos justo en el instante en que su lengua se hizo paso dentro de mi cavidad bucal, provocando que perdiera la consciencia de nuestras acciones.

Pero, como si alguien me tirara del hombro, lo detuve.

—Espera —tomé la chaqueta que había en su asiento y la arrojé sobre la cámara que había en una esquina de la habitación. Sonreí en su dirección —. Listo.

Me dedicó una sonrisa lobuna en cuanto me encaminé de nuevo en su dirección, sus ojos analizándome y sus manos volviendo a tomar posición en mis caderas, pegándolas a las suyas mientras yo me encargaba de unir de nuevo nuestros labios.

El beso se volvió necesitado, deseoso y delicioso mientras sus manos bajaban a mi trasero y lo apretaban con una fuerza que me encendió aún más, causando que gimiera contra sus labios cuando decidió subirme a su cintura y sentarme sobre el escritorio.

Quise colocar una de mis manos en su cuello, pero la tomó justo cuando toqué su piel caliente y la bajó de golpe.

—Las disculpas las ofrezco yo —dijo en un susurro ronco, perforando mis ojos con los suyos y deleitándome con sus movimientos mientras desabrochaba mi camisa blanca, dejando a la vista mis pechos cubiertos aún por el brasier —, así que déjame hacer mi trabajo —abrió de golpe la camisa sin quitármela por completo, cortándome la respiración de inmediato —. Es una orden, secretaria.

Reí ante el apodo, sintiendo un frío recorrer mi abdomen y el centro de mis pechos en cuanto Shawn descendió sus besos por mi cuello y clavícula, su respiración erizándome la piel, causando que cerrara los ojos y echara mi cabeza hacia atrás para darle más acceso.

Inconscientemente enredé mis dedos en su cabello y, de nuevo, apartó mi mano de golpe, sacándome un gruñido y a él una risa.

Esta vez fue él quien enredó sus grandes dedos en mi cabello, dándome un suave tirón hacia atrás, sacándome un suspiro mientras se encargaba de devorar mi cuello, torturándome en el acto.

Lamió, succionó y mordió mi clavícula, para luego deshacerse por completo de mi camisa y acariciar mi espalda con la yema de sus dedos mientras paseaba su mirada de mis ojos a mis labios y de mis labios a mis pechos. Arqueé mi espalda cuando sus dedos calientes repitieron la acción en mi espalda fría.

En ese último viaje de caricias, sus manos bajaron a mi trasero de nuevo, pegándome y haciéndome sentir un poco de él. Sus labios subieron a mi hombro derecho y, con sus dientes, apartó los tirantes de mis sostenes, para luego, como todo un experto, quitarme por completo la prenda con una sola mano.

Temía un poco de su reacción ante ellos, pues, cuando era pequeña sufría de soprepeso y, cuando me sometí a una dieta bastante delicada y entrenamientos fuertes, perdí muchos kilos y mis senos no se ven tan parados como antes, y las pequeñas estrías son algo que no puede faltar en ellos.

Mi mirada se dirigió al suelo y sentí vergüenza, cosa que Shawn notó, subiendo mi barbilla con sus dedos, obligándome a mirar sus ojos avellana un poco oscuros.

Impure© | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora