13. "Un cambio"

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Siempre va a llegar el momento en el que me sienta un ser totalmente desagradable y despreciable. Sentimientos enfrascados en mi cerebro, incapaces de ser expresados en este momento. Me sentía incapaz de tan sólo pensar que todo podría ser como yo quisiera, me sentía casi incapaz de imaginar el futuro que tanto quería, y todo porque una persona que tiene un gran derecho sobre mí se atreve a dejar mis esperanzas puliendo las putrefactas bacterias del suelo, acabando con todos mis sueños y mis grandes planes cada día que me dedicaba a tratar de convencerlo.

Por esa razón, estaba comenzando a detestar a Joshua Fairchild.

Por esa razón, dejé el almuerzo sobre la mesa y me dediqué a encerrarme en mi habitación el penúltimo día en Hawaii, sin importarme que ese sería el día en el que iríamos a la playa hasta madrugar. Ya no disfrutaría lo suficiente después de esto.

Mis planes de dibujar algunos bocetos en la playa se habían ido a la mierda, y sólo podía dibujar retratos depresivos sobre cómo la vida se transforma en un saco de estiércol en cuestión de segundos.

Escribiendo delicados versos sobre la vida, y transformándolos en arte, plasmando la tristeza en lo que más adoro hacer.

Para ser franca, odiaba que las personas se atrevieran a entrometerce en mis esperanzas positivas, que se atrevieran a jugar con las ganas que tengo de subir de puesto en la empresa. Aún más, cuando era una de las personas más importantes para mí en este mundo, a quien brindaba toda mi adoración y dedicación, incluso, para quien he trabajado todo este tiempo.

Por otro lado, he decidido tomar esta tarde para estar concentrada en mis libros y en la música delicada e inspiradora de Harry Styles.

De un momento a otro sentí una inmensa ansiedad por tomar un café, pero para ello tendría que bajar y no quería... pero por otro lado, no les vería la cara, ellos están en la playa y yo aquí. Así que sin problemas, volví a hacer mi moño y me coloqué un camisón de los Yankees y un short, luego me dispuse a reorganizar mi moño y salí sin siquiera una gota de maquillaje.

Caminé por las cálidas calles de Hawaii, arrepintiéndome por completo de haber optado por este camisón en lugar de mi blusa fina de tiras.

La brisa era algo primordial en este día, pero eso no cubría la gran masa de calor que recaía sobre mis hombros y rostro, además de que olvidé mis gafas de sol y sentía mis ojos como dos huevos fritos. Pero para cuando estuve pensando en lo horneada que me estaba comenzando a sentir, ya estaba frente a una pequeña cafetería ubicada a dos cuadras del hotel, exactamente en la esquina de una pequeña avenida.

Tomé un respiro adentrándome a ella. Era bastante agradable. Tenía adornos de flores de distintos colores en cada lugar de ella, y una pintura bastante fresca, parecía ser instalada hace poco tiempo.

Me ubiqué justo detrás de la última persona en la fila mientras miraba al suelo cruzada de brazos, golpeando el suelo con la palma de mi pie, suavemente, en espera de mi turno.

Aún pensaba en cómo las personas eran capaces de arruinar los sueños de otras, algo que has entablado con tanto esfuerzo, para que vengan y te lo derrumben frente a tus ojos.

Es una injusticia. Odio a Joshua Fairchild.

Me ardían los ojos, quería llorar.

-Oh, ¿por qué lloras? -escuché una voz detrás de mí. Sequé las lágrimas al borde de mis ojos y le sonreí al chico ojiazul detrás de mí.

-Nada importante -traté de calmarlo, o mejor dicho, de calmarme yo.

-Estás llorand...

-Buenos días, amor, estoy aquí como lo pediste -besó mi mejilla de la forma más dulce y me abrazó por detrás.

¿Amor?

-¿Qué haces? -susurré, tratando de zafarme de su agarre cuidadosamente.

-Shh -susurró en mi oído-. Sólo... sé mi pareja.

-Oye, parece que no quiere...

-Es mi novia -Shawn dirigió su mirada hacia el chico, sonriendo como siempre, de forma egocéntrica, ganándose una mirada inexpresiva del chico gracias a su actitud tan agrandada.

-No iba a preguntar eso, chiquillo -rió el rubio. El agarre de Shawn me presionó, demostrándome que no le había gustado para nada la respuesta del chico. Así que tomé su mano y la entrelacé con la mía para que no se moviese de su lugar.

-Tranquilo, rubio, no hay problemas -le guiñé un ojo y él sólo sonrió y se retiró, parecía que iba saliendo del lugar -Serás imbécil, Mendes.

Se encogió de hombros. -Creí que tenía otras intenciones contigo.

-De todas formas no sería de tu incumbencia.

- Y por esa razón sigues abrazada a mí y sigues tomando mi mano -rió, alzando sus pómulos color carmesí a causa del calor.

De forma un poco brusca me zafé de sus brazos. -¿Qué haces aquí? Y, ¿por qué no estás con mis padres?

-Lo mismo que tú, pasar una tarde aburrida con mis libros, un poco de música deprimente y aumentar el calor con una taza de café -colocó dinero sobre el mostrador-. Dos, por favor.

Me reí porque, la descripción de su supuesto día, era la réplica del mío, burlándose de mi día aburrido. Además, sabía totalmente qué tipo de música estaba escuchando, las paredes son de cartón en ese lugar.

Traté de tomar el dinero. -No pagues por mí...

-Déjalo, Bella -me detuvo, colocando su mano sobre la mía, sacándola del mostrador -. Son solo diez dólares.

Rodé los ojos. -Lo que tú digas.

Luego de unos minutos, ya nos encontrábamos ubicados en una de las mesas del lugar, bebiendo el delicioso café, obligándonos a olvidar todo el trabajo y las preocupaciones, hablando sobre temas triviales y sobre la asquerosa vida que ambos nos gastabamos.

El peor día, se volvió el mejor.

-¿Puedo saber por qué decidiste tomar esta decisión de este día tan aburrido en tu departamento? Ya nos vamos de Hawaii, disfruta -tomó un sorbo de su café, con si mirada fija en mí.

-Ya lo sabes -fruncí el ceño.

-Me refiero a... ¿por qué lo haces? Es tu último día, no dejes que nadie te lo arruine.

-Él quiere arruinar mi vida -miré mis manos entrelazadas-. Piensa que él es el centro de todo, no entiendo qué hace falta en mí para tomar un lugar grande.

Él rió durante dos segundos exactamente, y por un momento me molesté, solo hasta que decidió hablar.

-Nosotros mismos arruinamos nuestros propios días -relamió sus labios-. Me refiero a que, cuando alguien te haga pasar un mal rato, tú debes tratar de mejorar tu día, no dejar que el peso de aquello te aplaste y vivas toda tu vida encerrada en un par de palabras.

-Esto es fuerte, lo sabes, Shawn -lo miré directa y fijamente a sus ojos-. Es todo lo que deseo en este mundo.

-Bella -casi me interrumpe-, Fairchild no lo es todo, tú puedes crear tu propia empresa y tener tu propio lugar diseñado nada más ni nada menos que por ti misma.

-No creo que sea muy convincente, no tengo ayuda, estoy sola.

-Yo te ayudaría -bebió de su café, tragó y siguió hablando-. Sabes que tengo experiencia.

-Pero yo no, Shawn -froté mis mejillas-, tuve que cortar mis estudios de arte porque mi profesora está enferma de leucemia.

La voz se me rompió al decir aquellas palabras, aquella profesora era la mejor de todas. Incluso, con mis problemas personales, ella me ayudaba a afrontarlos siempre, son importar que perdieramos hasta una hora de clases privadas.

-Yo podría ser tu profesor -sugirió-, si me lo permites, claro.

Impure© | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora