28. "Bésame" (parte II)

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La tarde en Fairchild había pasado tan tranquila que me inquietaba, exceptuando el momento de la conferencia, donde Shawn me había obligado a sentarme a su lado y, cuando pasaron al menos diez minutos de que me senté, se había encargado de dar caricias en mis muslos desnudos ya que, al sentarme, la falda se subía un poco y le daba más acceso a tocarlos un poco más.

Me mantuve concentrada todo el tiempo. No ignoraba sus toques, pero soy demasiado orgullosa como para darle el placer de verme sufrir por ello, aún no me he olvidado completamente de su comportamiento el día anterior.

Estuve atenta y propuse varias cosas que, gracias a Dios, tomaron en cuenta y las unieron con las opiniones de todos. Me gusta este entorno donde las opiniones son escuchadas y utilizadas como se debe, y lo mejor había sido que, raramente, Joshua no había protestado al verme sentada junto a Shawn, ni siquiera me había mandado a callar cuando di mis ideas. Fue interesante, aunque mi madre se encontrara de viaje y no haya podido dar sus toques técnicos.

Es extraño, porque a pesar de que pienso dejar este lugar, sigo brindando mis propuestas para que sea mejor que ahora.

Luego de al menos cuarenta minutos la conferencia había llegado a su fin, y yo decidí emprender mi camino hacia la oficina de Shawn a dejar el resumen de todo lo discutido.

Al oprimir el botón del ascensor recordé los momentos en los que Abel me observaba con atención al hablar y halagaba mis opiniones, gracias a eso sentí varios apretones de Shawn bajo la mesa, e incluso pude ver de reojo como lo miraba fijamente con deseos de aniquilación.

Era extraño, estaba con Acasia y solía verlo con Ruth, pero no me haré mentes, no soy de las que piensa mucho en los hombres.

Sólo, lamentable e indebidamente, en el hombre que acaba de entrar en el ascensor antes de que cerrara por completo.

—Siento interrumpir su viaje, señorita Fairchild —dijo con cordialidad, haciéndome rodar los ojos con una pequeña sonrisa —, pero me es inevitable seguirla ahora mismo.

—Deje de respetarme de esa forma, señor Mendes, basta de cordialidades —pedí, lanzándole una mirada que ni yo misma comprendí.

Chasqueó su lengua. —Eso sería una petición muy fácil de complacer, si me permite, señorita.

Apreté mis carpetas con fuerza contra mi pecho y resistí las ganas de morder mi labio inferior con diversión.

El ascensor se detuvo y caminé delante de él en dirección a su oficina, el sonido de sus zapatos y su presencia siguiéndome.

Abrí la puerta frente a mí, caminé hacia los estantes repletos de información y abrí una de las gavetas para introducir las nuevas carpetas mientras escuchaba como él se acercaba. Entonces, cuando me giré para retomar mi camino a la salida, él se situó frente a mí, colocando su mano de golpe contra el estante, causando que brincara del susto.

—Joder —solté colocando una de mis manos en mi pecho, sin saber si mirar sus ojos insistentes o el suelo para recobrar la respiración.

Porque mirarlo era como retener mil suspiros y soltarlos en el interior. Era morir lentamente, pero sentirte viva al mismo tiempo. Una sensación extraña pero placentera.

Su respiración estaba tranquila, como si supiese exactamente qué era lo que quería hacer en ese momento, como si estuviera al tanto de que me está dominando ahora mismo y tuviera la certeza de que yo lo dejaría hacerlo, lo cual no era mentira.

No siempre me demostraba fuerte ante sus actos, pero la primera que lo buscó y la causante de todo esto soy yo. Por eso sería un placer que hiciera conmigo lo que le pareciera mejor en estos momentos.

Impure© | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora