Capítulo Treinta y Dos. Amigas

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Suspiré contrariada y subí escaleras arriba rumbo a mi destino. Los cálidos y agradables brazos de mi dulce Abdelkader. Sólo él era capaz de hacerme olvidar, de no hacerme sentirme perdida.

Cuando llegué a la habitación, dormía plácidamente sin darse cuenta de mi llegada. Fue un hecho que agradecí enormemente pues no estaba preparada para ocultarle información del calibre de la que había recabado esa noche y mucho menos con el cansancio acumulado de toda la noche.

Me acosté a su lado sumergiéndome en el profundo olor de Abdel y deseando que las cosas no llegaran a torcerse más de lo que ya lo habían hecho semanas atrás. Al menos la señora Nisba pensaba que Abdel estaba en Londres y eso, en cierto modo, me tranquilizaba.

Me levanté bastante tarde a la mañana siguiente y lo hice porque fue el propio Lazard quien vino a despertarme.

-¿Una noche dura?. Lamento tener que despertarte pero necesito checkear a tu marido.

-¿Pero no ibas a tardar una semana en volver?.

Lo miré mientras frotaba mis ojos por suerte limpios de rimmel. De lo contrario, la situación hubiese sido más incómoda aún si cabe.

-He podido volver antes de tiempo, Helen. Cualquiera diría que no te alegras de verme.

Y en verdad no lo hago....pronto habrá que contarle la verdad a Abdel. ¿Cómo reaccionará al saber que Amina está de nuevo en la familia y que su madre es una psicópata que no dudará en perseguirnos para hacernos infelices?. Y eso si no tenemos en cuenta que su hija no nos dice porque la teme....

-Acabas de despertarme después de una noche de fiesta, Lazard. ¿Cómo quieres que esté contenta?. Te daré vía libre pero no veo rastro de mi marido.

-Está en la ducha. Al igual que tú, no esperaba mi visita.

Puse los ojos en blanco y fui hasta el baño donde me encontré a Abdelkader saliendo de ella. Sí, a pesar de haber adelgazado, era todavía increíblemente atractivo. Un vaporazo de calor sacudió mis mejillas. Podría pensarse que fuese por el vapor del baño y esa excusa hubiese dado si Abdel no me conociese tan bien.

Se acercó a mí para darme un dulce beso en la frente.

-Ya queda menos, señorita Helen Brown. Pronto serás mía de nuevo. ¿Disfrutaste de la noche de ayer?.

-Sí-mentí-. No volvimos tarde pero tú ya estabas acostado.

-Lo sé. Tienes la cara limpia.

Me duché rápidamente mientras él se vestía pues aunque tuviese miedo de contarle mis investigaciones a Abdel, deseaba con todas mis fuerzas que Lazard nos diese buenas noticias.

-¿Ya estás recuperada?-Lazard me sonrió divertido cuando salí del baño junto a mi prometido-.

-No tengo resaca, ¿vale?. ¿Por qué no nos dedicamos a lo que realmente importa?.

-Está bien. Abdelkader, ¿te importaría tumbarte en la cama?. He de hacerte unas pruebas.

Accedió de buen grado a su petición y, durante al menos media hora Lazard , estuvo palpando, sacando sangre y haciendo experimentos raros en probetas. Abdel parecía tranquilo mientras yo estaba a punto de un ataque de nervios. Mi inpaciencia era tal que no podía dejsr de mover las piernas.

-¿Quieres qué te de algo para la ansiedad, Helen?.

-Hoy insistes especialmente en medicarme, Lazard pero creo que tú mismo ya sabes qué es lo que me calmará.

-Entonces tenemos buenas noticias. El análisis de sangre oncológico que he realizado, muestra que está libre de células cancerígenas por lo que, a falta de una prueba médica más, puedo anunciarte que Abdelkader está fuera de peligro. ¡Enhorabuena!.

-¿En serio?.

-En serio. Esta misma tarde iremos a un hospital para que le hagan la última prueba pero el hecho de que no haya células no ciertas proteínas en sangre indica que no hay cáncer.

-¡Oh, Lazard!. ¡Sabía qué tú serías capaz de sacarlo adelante!.

Me abracé a él de un saltito mientras reía y lloraba al mismo tiempo.

-¡Helen!. Deberías abrazarlo a él. No a mí.

-A él tengo pensado abrazarlo todos los días de mi vida y eso sólo es posible porque tú nos has ayudado, Lazard.

-Coincido con Helen, doctor. Siempre tendrá un hueco en esta familia. Ha conseguido lo que más nadie había podido hacer.

Después de las pruebas esperamos durante dos días por los resultados. Estábamos ansiosos por decirlo a todo el mundo pero necesitábamos estar seguros al cien por cien. Aún así nuestra alegría era tan grande que podíamos dejar de reír.

La mañana antes de conocer el veredicto final, me volví a encontrar con Amina por los pasillos. Esa vez no me escondí como solía hacer.

-Amina-susurré-.

-¿Helen?.

-Sí, soy yo. ¿Qué clase de novio tienes que no te invita a desayunar?.

-¿A desayunar?. Helen, no creo que sea buena idea. Aisha no me tiene en buena consideración y no quiero ser motivo de disgusto para ella.

-Yo hablaré con Aisha. ¿Vamos?.

Sudaba en frío mientras bajábamos por las escaleras. La comprendía pero iba siendo hora de que aquella mujer limpiase su nombre. ¿De qué forma sino iba a entrar de nuevo en la familia?.

La cara de Aisha fue un poema cuando vio entrar a Amina en la cocina frotàndose los ojos al no dar crédito de la estampa que estaba presenciando.

-Aisha, esta señorita ha venido a desayunar conmigo. ¿Serías tan amable de servirnos algo para comer?.

-Helen, ¿podría hablar contigo en privado?.

-Claro. Amina, vuelvo en un momento. Siéntete en tu casa.

-Helen,¿puedes decirme qué hace esa mujer aquí?.

-Sí, es la novia de Alí. Aún así te pediría discreción respecto a Abdel. No debería sufrir emociones fuertes por el momento.

-¿Y qué hay de mí?. Esa mujer a punto estuvo de enfrentar a dos hermanos.

-Todo por la pérfida de su madre. No soy yo quien deba contarte la historia porque no es mi vida pero, por favor, confía en mí cuando te digo que ella ama a Alí con todas sus fuerzas.

-¿Por qué estás tan segura?.

-Porque ella, al igual que yo, se alejó de Alí para protegerlo y eso sólo lo hacen las personas que aman de verdad.

Escrutó mis ojos buscando en ellos indicios de locura pero cuando vió que iba en serio, dio un profundo suspiro.

-Debes darme tiempo para confíar, Helen. Me fío de tu criterio pero no puedo darle la mano así de repente, ¿entiendes?.

-¿Y si empezamos con un desayuno?.

-Está bien, Helen. Al menos eso sí puedo hacerlo muy bien.

Fue un desayuno menos tenso de lo que esperaba e incluso Amina se atrevió a halagar a Aisha diciéndole que echaba de menos sus dulces. Ella tan sólo le dedicó una sonrisa pero al menos fue amable.

-¿No tomas dulces, Helen?.

-Estoy siguiendo una dieta alcalina por consideración con mi prometido, Amina. Las infusiones y los vegetales son ahora mis amigas.

-Helen, ¿no te he dicho ya muchas veces qué no tienes porque seguir la misma dieta que yo?.

Abdel, ¿qué haces aquí?.

Entró en la cocina y se quedó con la misma cara de póker que minutos antes había puesto Aisha.

-Helen, ¿podríamos hablar un momento?.

Sí, claro. Como no.....

Si es que me lo merecía por imprudente. ¿Quién iba a pensar que Abdel iba a aparecer por la puerta?. Al menos había acelerado el proceso. Tan sólo esperaba que mi humilde decisión no desestabilizara a Abdelkader.

¡Por favor qué no lo haga!. Y por favor, Alí, perdóname por no guardar tu secreto como se merecía

Atrapada((COMPLETA)) #1Where stories live. Discover now