Capítulo Trece. Ali

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Nos miramos y ví diminutas estrellas reflejadas en sus ojos color ámbar. Acaricié su cara, después el besó el dorso de mi mano.

-¿Qué es lo que te estás empeñando en hacerme sentir, Helen?.

Me besó cayendo sobre la arena fría del desierto para darnos caricias y abrazos bajo la efímera luz de los astros.

Tendría que preguntarte lo mismo. ¿Qué estás haciendo con mi corazón y mi alma?.

Volver a Marrakech fue bueno y malo a partes iguales. Me gustaba su casa y su persona pero cuando se iba a trabajar cada mañana hasta cerca de las cinco de la tarde, lo echaba tanto de menos que incluso empecé a tomar clases de cocina con Aisha por matar el tiempo de alguna forma.

-¿Cómo ha ido el viaje, Helen?.

-Demasiado bien. Estar de nuevo aquí ha sido un jarro de agua fría. No me lo tomes a mal. Me gusta estar contigo, Aisha pero lo echo de menos.

-Te entiendo. ¿Recuerdas que te dije que cuándo lo conocieses te darías cuenta de la maravillosa persona qué es?.

-Sí y no te niego la razón. El problema es que hay algo en él que no me deja ver.

-Tiempo al tiempo, Helen. Tiempo al tiempo.

Rápidamente se puso a cortar verduras explicándome como debía rehogarlas para hacer un buen sofrito pareciéndome que escondía algo. ¿Qué pasaba con Abdel y por qué nadie me lo contaba?. Tanto secretismo me parecía raro y pensando en ello me encontraba cuando apareció en la cocina Ali, el hermano de Abdel.

Esto huele a humo y no está saliendo precisamente de una olla.

-Buenos días, Aisha.

La saludó con un efusivo abrazo. Por lo que veía, los hermanos le tenían mucho cariño a Aisha y era lógico era encantadora y suponía que una madre para ellos.

-¡Cuánto tiempo, Ali! ¿Qué te trae por aquí?.

-He venido a visitar a mi mujer preferida. ¿Qué estás cocinando?

No te preocupes, Helen. Eres invisible.

-Helen me está ayudando a hacer un tajine para la cena. Ya sabes que estas cosas requieren de mucha paciencia.

-¡Ah tú!. Pensaba que sólo te dedicabas a la desidia y la vida regalada.

Me miraba con desprecio y yo no pude evitar contestarle.

-Ya te dije que mi objetivo principal era quedarme con el dinero de tu hermano. No se de que te asustas.

-Ali, debes tratar bien a la mujer de tu hermano. Hasta ahora ha demostrado ser una excelente persona y no me parece de recibo que vengas a insultarla a su casa.

-¿Tú también, Aisha?.

-Helen, ¿te importa vigilar un momento el guiso?. Si tardo, échale media cucharada de comino cuando veas la cebolla dorada.

-No hay problema, Aisha.

Se fue tirando del brazo del odioso de Ali quien me dedicó su sonrisa más linda o asesina según se mire. Me quedé allí dando vueltas a la olla con una cuchara de madera sin echarle cuentas al asunto. No tenía previsto que me echara por tierra el buen humor con el que había venido de Túnez. No tardaron mucho tiempo en volver. Aisha sonriente como siempre, Ali con cara de poco amigos.

-Ali se va a quedar con nosotros a comer, Helen. ¿Te parece bien?.

-¿Por qué no hacer un esfuerzo por la convivencia?.

¿Qué decir?. La comida fue extrañamente tranquila. Me resultaba raro que riera y no me dedicase ningún insulto. Bien era cierto que me hizo el vacío durante toda la velada pero tampoco me importó. Me limité a comer y mirar mi plato mientras él hablaba con Aisha.

-Estás muy callada, Helen.

-Tan sólo disfruto de tu comida, Aisha pero hoy me siento especialmente cansada. ¿Te importa que vaya a acostarme un rato?.

-Por supuesto que no, Helen. Ya sabes que esta es tu casa.

Me despedí de ella, no de Ali y me dirigí a mi habitación. No tenía intención de dormir, tan sólo de quitarme del medio.

Sentada en el balcón leyendo un libro y creyéndome que era Abdel, escuché unos golpes en la puerta y un "adelante" salió de mis labios.

-¿Tú?.

No me podía creer que fuese Alí el que estaba entrando en mi habitación.

-¿Qué es lo qué haces aquí?. ¿No hay más habitaciones por las cuales pasear?.

-Quiero hablar contigo.

-¿Acerca de qué?.

-De mi hermano. ¿Qué es lo qué quieres de él realmente?.

-¿Te importa mucho lo que quiera o no quiera de él?. Creo que esas cosas nos atañen a Abdel y a mí únicamente.

-No juegues conmigo, Helen. No estoy para bromas.

-Ya sabes que tan sólo quiero quedarme con su dinero. ¿Por qué insistes?.

-¿Y no te sirvo yo?.

Se acercó a mí y tras quitarme de un tirón mi libro, me forzó para que le besara. No sabía cuáles eran sus intenciones pero sabía a ciencia cierta cuáles eran las mías y besarlo no era precisamente  una de ellas. Traté de zafarme pero sus brazos eran más fuertes que yo por lo que no me quedó más remedio que recurrir al método de defensa universal: darle un rodillazo en sus partes. Cayó arrodillado en frente de mí, dolorido.

-No se que narices estás tratando de probar pero te digo que estás muy confundido. Amo a tu hermano aunque él no quiera dejarme amarlo y lamento profundamente que hayas sufrido por amor en el pasado pero no es motivo para tratar de forzarme. Yo también lo he pasado mal y no por ello os meto a todos los hombres en el mismo saco.  Ahora lárgate de mi habitación sino quieres que llame en este preciso instante a tu hermano.

-¿Serás capaz de decírselo?.

-No, no lo haré a menos que me fuerces a ello. Te doy tres segundos para que te vayas y empiezo a contar desde dos.

Se fue y me permití suspirar de alivio cuando escuché cerrarse la puerta. ¿Venir a mi habitación a importunarme con gilipolleces?. ¡Era lo último!. Pero, aún así, estaba contenta porque el objetivo de Alí no había sido alcanzado y además, se había llevado su merecido.

¡A tomar viento, Ali! Te quiero muy lejos de mí.

Atrapada((COMPLETA)) #1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant