Capítulo Cinco. Soledad

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-Deberías tener más cuidado, Helen. No siempre voy a estar a tu lado para impedir tus caídas.

¿Impedir mis caídas?. ¿Me creía Abdelkader tan idiota cómo para ignorar el hecho de que algo estaba sucediendo entre nosotros?. No sabía si bueno o malo pero era más que evidente que se había pensado besarme.

Y se había arrepentido tan pronto lo había imaginado....

Mejor no forzar las cosas, Helen. Lo que tenga que ser, será.

Como si no hubiese sucedido nada,me guió hasta el Café de France, una cafetería con vistas a la plaza que parecía arder con todas las luces y humo que los puestos de comida emanaban. Allí nos sirvieron un té a la menta.

-Me temo que tomar alcohol aquí es imposible. Otro día iremos a la ciudad nueva. Allí es más fácil encontrarlo.

Me encogí de hombros sin contestarle. Aunque fuese una perspectiva poco halagüeña, empezaba a cansarme de sus pocas ganas de expresar sus sentimientos que siempre escondía bajo su eterna elegancia. Sorbí mi vaso de té por entretenerme en hacer algo pero ardía tanto que di un respingo derramando todo sobre mis pantalones.

El día de los torpes ha llegado y tú, Helen pareces destinada a ser la más llamativa de todos ellos.

Juraría que vi como reprimía una sonrisa mientras yo maldecía en todos los idiomas posibles. No duró mucho. ¡Obvio!.

-Helen,¿ podrías tener cuidado?. Parece que estás empeñada en autolesionarte.

-¿Autolesionarme?. ¿Quién iba a decir qué este jodido té iba a estar tan caliente?.

-Es costumbre hacerlo así. Déjame, te ayudaré a limpiarte.

Me secó los pantalones con una servilleta mientras yo observaba sus perfectos rasgos. Estaba totalmente convencida de que su sonrisa sería preciosa . ¿Por qué  no mostrarla al mundo y deslumbrarlo?.

-¿Sabe, señor Alfarsi?. Sonreír no está sobrevalorado.

Levantó su vista de la tarea que  estaba llevando a cabo para juntar sus ojos de nuevo con los míos.

-Tan sólo te he pedido compañía, Helen, no consejos emocionales.

-Tiene razón. ¿Para qué preocuparme?. Seguiré limpiándome yo misma. Gracias.

Le arrebaté la servilleta de sus manos. ¿Cómo es que él se creía en el derecho de sobreprotegerme y yo no podía siquiera comentarle una apreciación sobre su persona?. Estaba enfadada y por un momento me sentí molesta conmigo mismo por haberme embarcado en aquella absurda aventura.

Al volver a casa, cenamos en silencio a las ocho y media, tal cual dictaba su extraño protocolo. Apenas probé bocado y cuando èl terminó su ración,me disculpé para volver a mi habitación a darme un baño.

El día había sido demasiado largo y me apetecía descansar y evadirme de mis propios miedos. No tardé en dormirme pero un nombre acechó mi mente hasta que llegó el sueño: Abdelkader Alfasi.

Desperté con los cantos de los pájaros dándome los buenos días y me asomé a mi balcón para observar el ya tardío amanecer. Ví a Abdelkader pasear por el laberinto de jardines de la mansión. Parecía distraído, pensativo y me llamó la atención el hecho de que fuese en chándal y despeinado. ¿Qué pasaría con aquel hombre?. ¿Qué fantasmas tendría acechando su alma?. Giró repentinamente la cabeza para mirarme. No sabía que hacer, me daba una verguenza terrible haber invadido su intimidad, su momento de paz o de sufrimiento.

Volví a entrar a la penumbra de mi cuarto pensativa. Ni diez minutos después,  Abdelkader llamó a mi puerta. Se habìa cambiado de ropa y su pelo lucía ya peinado. ¿Cómo lo había hecho si a mí tan sólo me había dado tiempo a lavarme los dientes y la cara?.

-Vengo a desearte un buen día,  Helen. No volveré hasta la noche.

-Señor Alfasi, quisiera disculparme por lo de antes. No tenía intención de espiarle, tan sólo de recibir el día con unas buenas vistas.

-Entiendo su postura, Helen pero no se le olvide que mis sentimientos sólo los manejo yo, ¿entendido?.

-Ya que tanto insiste en el asunto, me gustaría dejarle claro que verlo en chándal y despeinado,no significa que quiera inmiscuirme en sus asuntos. Usted me está viendo en pijama y no por ello me siento intimidada o amenazada.

-Está siendo grosera.

-Estoy siendo clara. Que pase un buen día, señor Alfasi.

Me miró con cara de no creerse lo que le estaba diciendo.

-¿Algo más,  señor?.

-Nada más.

Se fué impregnando de nuevo el ambiente con su divino perfume amaderado y me sentí realizada y entristecida a partes iguales. ¡Qué difícil iba a ser convivir con Abdelkader!.

No salí a desayunar ni a comer, en su lugar me quedé leyendo un libro que había metido en mi maleta en la terraza. En momentos de soledad, eran mis mejores amigos. No protestaban ni se quejaban, tan sólo te proporcionaban entretenimiento sin pedir nada a cambio y eso ne gustaba.

-¿Helen?. Abdel, está esperando por tí para cenar.

-Dile que no me apetece cenar por favor.

-No has probado bocado en todo el día, Helen. ¿Qué voy a decirle?.

-Tan sólo dile la verdad, Aisha. Hoy no ha sido un buen día.

-Está bien. Después te subiré algo de fruta por si puedo tentar tu apetito con algo.

-Gracias, Aisha.

Seguí a mis menesteres hasta que justo a las nueve en punto, Andelkader entró en mi habitación como un miura.

-¿Has olvidado qué debías acompañarme?.

-No tenía hambre. Al igual que yo entiendo tus necesidades, tú deberías entender las mías. Es algo básico para llevar una buena convivencia.

-Has incumplido tu contrato.

-¿Tan importante es ese contrato para tí?.

-Espero que no vuelva a repetirse.

-Como usted quiera, señor Alfasi. De todos modos dijo que podría hacer lo que quisiese cuando no tuviese que acompañarlo así que si no hay nada previsto, me gustaría acostarme.

¿Qué diría tu madre, Helen?.

No está bien morder la mano que te da de comer o en este caso cerrarle la puerta en las narices.

Estaba allí por voluntad propia sin nada que me retuviese. ¿Por qué no irme?. ¿Por qué había algo dentro de mi ser que me impedía marcharme?. ¿Serían mis pocas ganas de volver a buscar trabajo?. ¿De volver a empezar?. ¿Mi miedo a admitir que había fracasado?.

Me tumbé de nuevo en la cama a llorar. Llevaba casi dos días sin probar bocado, un día sin salir de casa, sin comunicarme con nadie. ¿Sería todo siempre así?.

¿Por qué no te vas, Helen?.

No lo sé.....

Atrapada((COMPLETA)) #1Where stories live. Discover now