Capítulo Veinte. Mi Tarjeta de Crédito

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Sé que amas a otro porque tus ojos me lo dicen, así como también sé que sufres por él pero no puedo evitar confesarte mis sentimientos y la verdad es que me siento atraído por tí desde el primer dia en que te ví. Yo no puedo ser él, Helen pero puedo ayudarte a olvidarlo.

Me separé de él para mirarlo. Hablaba con el corazón y yo sabía que era una bella persona pero, ¿hacerme olvidar a Abdel?.

¿Sería eso posible?. ¿Existiría tal remedio?.

Me fuí de la pista de baile dejándolo allí de pie viendo como me iba. Si algo tenia claro es que ni el mismísimo Allah podría hacerme amar a otro que no fuese Abdel, ni tan siquiera olvidar mi sufrimiento por su ausencia.

Me sentía mal, incluso enfadada con Edward. ¿Por qué de todas las mujeres había decidido enamorarse precisamente de mí?. Yo que era la única que jamás iba a ser capaz de responderle. Fuí directa a la barra. Necesitaba beberme algo fuerte pues la cerveza se me antojaba suave para borrar de mi mente tantos problemas que se agolpaban en ella.

-Un chupito de whisky por favor. Y que sea doble.

Me ardió la garganta tan pronto el licor entró en contanto con mi cuerpo. Quizás me hubiese pasado de intensidad pero pedir un vaso de agua quedaba un poco ridículo después de la presteza con la que me lo había bebido.

-Te recomiendo que la próxima vez te pidas un disaronno. Es más sofisticado para nuestro paladar y también ayuda a olvidar.

La camarera me sonrió amablemente.

-¿Tanto se ha notado?.

-Un poco. No cualquier mujer es capaz de tolerar el ardor del whisky.

-Entonces ponme un disaronno pues temo quedarme sin garganta en cuestión de minutos.

El segundo licor era más dulce y fácil de beber. Una de las consideradas bebidas para señoritas pero con tanta combinación de alcohol en el cuerpo empecé a sentirme mareada.

-La cuenta por favor.

-Son ocho libras.

Rebusqué en mi bolsillo dándome cuenta de que no tenía ni un penique en la cartera. ¿Salir de casa sin dinero?. Parecía una de mis nuevas aficiones en los últimos tiempos. Al menos tenía tarjeta de crédito. Saldé mi cuenta pendiente y me fuí de aquel pub con la intención de irme a mi casa y descansar de una vez por todas de aquel día que se me estaba haciendo tan largo. Por suerte, ni me había puesto tacones ni el piso estaba lejos. Veinte minutos después, me miraba en el espejo del baño mientras me quitaba el maquillaje y vi en mí a una mujer triste, una mujer desesperada por volver al lado del hombre que amaba. ¿Por qué mi vida sentimental se empeñaba en coger siempre el camino más largo y tortuoso?. Justin me había destrozado el corazón abandonándome el día de nuestra boda, haciendo que todo el mundo me señalara por la calle en mi propia ciudad siendo motivo de burlas o compasión indistintamente y cuando logré salir de todo aquello, buscar mi sitio en el mundo lejos de todas las miradas, había aparecido de nuevo para mancillarme y separarme del hombre que amaba.

En lo más profundo de mi corazón, deseaba que todo se solucionase, que Abdel diese conmigo y que pudiésemos volver a reencontrarnos con la sombra de nuestro pasado lejos de nosotros pero yo no volvería a él a menos que me lo pidiese porque aquel hombre que tanto había dado por mí, no se merecía que destrozase su existencia aunque fuese de forma indirecta.

Antes de meterme en la cama, David llegó a casa. Acalorado como si hubiese estado corriendo.

-Helen, menos mal que estás en casa. ¿Te encuentras bien?.

No, no lo estaba. Me abracé a él llorando, intentanto desprederme del amargor que llevaba encima, cubriéndome de tristeza, impidiéndome ser yo misma.

-Calma, Helen. Sé qué es duro pero todo va a salir bien.

-¿Y si no?. ¿y si no lo vuelvo a ver nunca, David?.Me siento tan triste por mí, por Abdel, por Edward....

-El idiota de Edward....hablaré con él. ¿Por qué no tratas de dormir un poco, Helen?. Me quedaré contigo hasta que lo hagas.

Como si de un bebé me tratase, David me durmió con caricias y arrumacos que fueron capaces de calmar mi llanto hasta que me quedé dormida  por completo. Ya por la mañana, me di cuenta de que él también se había dormido a mi lado y tras arroparlo con una manta, me duché y vestí para bajar a abrir la cafetería. Podía haberle pedido el día a David pero él también necesitaba descansar y de todos modos, aunque mi mente estuviese cansada, mi cuerpo seguía tan activo como siempre.

Me dió tiempo a reponer y servir unos cuantos cafés antes de que mi bella durmiente bajase a trabajar.

-Buenos días, Helen. Te agradezco enormemente que hayas abierto el café por mí. No se como pude quedarme dormido.

-Ayer por mí, hoy por tí-le sonreí-.

-Si fueses hombre, ya tendrías otra declaración de amor sobre la mesa.

-Me alegro de no serlo entonces. Me gustas mucho como amigo.

Aquel día el trabajo fue arrollador. Supongo que es una verdad universal que cuando te encuentras de medio resaca y con no muchas ganas de hacer nada, la gente se entera para venir a darte cosas que hacer. Eran casi las cinco de la tarde, cuando David me anunció que tenía una visita.

-¿De quién se trata, David?. Espero que no sea el idiota de Edward.

-Nada que ver con Edward. Al menos físicamente.

-¿Cómo físicamente?.

-¿Por qué no vas y lo compruebas tú misma?. Mesa diez.

De mala gana coloqué una de las tazas que estaba secando y fuí a investigar nerviosa. Cuando ví a Ali, por poco no se me cae la bandeja de las manos.

-¿Ali?. ¿Cómo me has encontrado?.

-Has tenido el despiste de pagar en un bar cercano con la tarjeta de crédito que mi hermano te dió.

¿Tan borracha iba como para no saber con qué tarjeta pagaba?.

-Creo que ha sido una confusión.

-Una confusión que te agradezco de veras porque sino es por ella, jamás hubiese podido encontrarte. Mi hermano te necesita, Helen.

-¿Por qué no ha venido él entonces, Ali?.

-Porque se está muriendo....

-¿Cómo dices?.

¿Abdel muriéndose?. ¿Qué has hecho, Helen?. ¿Por qué te fuíste de su lado?. ¿Y si no hay vuelta atrás?. ¿Y si llego tarde?.

Atrapada((COMPLETA)) #1Where stories live. Discover now