CAPÍTULO 19

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Desperté a media noche. Volvía a soñar con ella. No era justo. Tenía que hacer algo mucho mejor para sacar el monstruo que tenía dentro.

Una semana llevaba faltando a clases, pero mañana tendría que ir.

No podía seguir huyendo. Quedarme llorando o ser una lástima para los demás cuando tengo que ir al baño a vomitar y dejar de comer. No podía destruirme. Seguir haciéndome preguntas como idiota.

Esa noche sería la última. No le daría una noche más a Lauren. Si, dije su nombre. Es parte de superar, ¿no?

Iba a dejar de sentir por ella. Iba verla a la cara y sería nada. Nada para mí.

Esta es la última vez, Lauren.

Caminé por el pasillo de la casa. Toqué la puerta de mis padres. Luego la abrí, seguían durmiendo. Me abracé a mí misma por el frio.

Caminé a la cama y toqué el brazo de mi madre, se despertó rápidamente. Me miró confundida. Le sonreí. Se hizo a un lado y me metí en la cama con ella. Me abrazó, besando mi frente.

Mi padre al otro lado se movió, me sonrió. Revolvió con su mano mi cabello y abrazó a mi madre. Al menos me sentía menos sola y más protegida en los brazos de mamá.

Aun así no pude dormir.

Si el miedo estaba en mi interior, no cambiaba nada el exterior. Por más que estuviera en los brazos de mamá, el miedo era ella. Y no iba a dejarlo sin verla frente a frente. Encararla.

Mañana descubriré que ya no eres nadie, Lauren Jauregui. Porque cuando te mire, no mirare a nadie. Y la persona de la que me enamoré, ya no estará en ti. Porque tal vez, nunca lo estuvo.

Increíble. Enamorarse de lo que crees que es una persona, no de la persona. Todo se iba cuando descubrías que era falso. Que lo que creaste, solo era una perfecta ilusión de alguien tan ordinario y sin valor.

La persona de la que me enamoré, era lo que yo creía que era Lauren Jauregui. Pero me equivoqué, solo era la Lauren que yo creé y la que me hubiera gustado que fuera.

Será fácil olvidarte, porque a final de cuenta; no eres nadie.

***

Comí bien. El desayuno, el alimento más importante del día. Tenía que. Solo era yo y mi mente, no me haría daño ahora.

— Ale, cuando termines llevas a Camila a la preparatoria. — ordenó mi madre, alistándose para irse. Iría ella en autobús, para que mi padre me llevara en el coche a la preparatoria.

Frunció el ceño.

— Pero si siempre se va... — paró en seco al darse cuenta de lo que iba a decir. Ya era hasta gracioso ver sus caras. Digamos que el cambio ha sido difícil, pero lo intentaban.

Ellos conocían a alguien, creían que era yo. Que cuando se dieron cuenta quien realmente era hija, ha sido un tornado tirando las paredes de lo que habían construido. De la imagen de su hija.

Más que eso, de lo que era antes. Están acostumbrados a algo y verme siendo gay puede ser difícil. Raro de ver. Pero ahora hasta escuchar ciertos comentarios y caras graciosas cuando saben que se han pasado, es muy divertido.

Como la cara de mi madre a mi padre por su imprudencia de casi mencionar a Lauren. Como dije, ya era hasta gracioso. Me reí.

— ¿Sabes? Si no estás lista, puedes quedarte otro día en casa. — mi madre trató de arreglarlo, negué. Era hora. Tenía que hacerlo ya.

— Bien, entonces es hora de irnos. — mi padre me sonrió. Se levantó, recogiendo su plato. Mi madre besó mi mejilla, sonriéndome en forma de apoyo.

Como si pudiera gustarte |#CAMREN#|Where stories live. Discover now