CAPÍTULO 5

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Llegamos a mi habitación. Estaba nerviosa.

— No te preocupes, tengo ropa. Puedes irte si quieres, ya que odias estar cerca de mí. — rodó los ojos, molesta. La miré, ¿De verdad estaba molesta por eso? A ella le incomoda estar cerca de mí.

— Perdón, creí que a ti te incomodaba. — hablé nerviosa. Ella se rio.

— Camila, ya no me incomodas. Puedes quedarte aquí si quieres. Creí que ya habíamos pasado por eso. — el "ya no" indicaba que algún día la incomodé. Asentí, sin mucha gracia.

La chica miraba mi habitación atenta. Mirando cada rincón.

— Sigue siendo igual que hace tres años. — mencionó, mirándome.

— Si, no me gustan tanto los cambios. Prefiero lo que ya conozco. — indirecta, esta sonrió por lo bajo, entendiendo.

— Bien, como no te gustan los cambios. No debería gustarte yo, ni un poco. Pero, ambas lo sabemos. — y ella también atacó. Me miró con esa sonrisa de que había ganado la batalla. Lo admito, ganó. — Y como no te gustan los cambios, quédate aquí. Espérame mientras me ducho. — y me dejó ahí sin oportunidad para protestar mientras caminaba a la ducha con una toalla limpia que le presté.

Sí, siempre que estábamos juntas y ella se duchaba, me pedía que me quedara con ella. Ambas platicábamos tras la puerta cuando nos duchábamos y estábamos juntas. Era lo mismo cuando yo me duchaba. Era nuestra rutina si estábamos juntas.

No era broma cuando decía que nunca nos separábamos. Me senté en la cama mientras negaba. ¿Por qué le hacía caso?

Solté un largo suspiro y alcé la vista. Miré la puerta y esta estaba entre abierta, me senté en la cama y miré el pequeño espacio. Desde el ángulo en que estaba la cama, era fácil mirar la puerta y notar ese pequeño espacio. Quería pensar que no lo hizo a propósito.

Pero miré que se colocó en el orificio y comenzaba a quitarse la ropa. Se quitó la camisa y podría mirar su figura, su abdomen y su sostén. Tragué saliva. Mi cuerpo comenzó a reaccionar ante la increíble vista.

Comenzó a bajarse la maya deportiva y negué. No era una pervertida. Miré la colcha de la cama y agarré una almohada para cubrirme el rostro. Mierda, no lo hagas difícil.

— ¿Por qué te cubres la cara? — escuché la voz de Lauren y solté un suspiro. Qué bueno que ya salió. Duré más de media hora así. Su tono indicaba confusión y sorpresa.

— Nada, solo... — me quité la almohada y miré que estaba en toalla. ¿Qué haces?

Me quedé callada y tragué saliva. Alzó una ceja y no podía dejar de verla. Lo haces muy difícil, Jauregui.

— ¿Puedo cambiarme o quieres que me meta al baño? — preguntó seriamente. Ahora no sabía que decirle.

— He. N-No lo sé, C-Como tú q-quieras. — miré la pared, que bonita pared. Se encogió de hombros y se quitó la toalla, mi vista fue a ella y su ropa interior que adornaba su cuerpo desnudo. Listo, no podía. — ¿Sabes? Me voy, te espero afuera.

Bajé la mirada, sintiendo mis mejillas rojas mientras trataba de huir.

— Vamos, Camila. Tenemos lo mismo, no te molestaba antes. — habló divertida mientras se ponía la camisa y las gotas de agua bajaban por su cuerpo.

— Eso era antes... antes de que... ¿Por qué lo haces? No entiendo. — me quedé en la cama, exasperada. Cubriendo mi rostro con la almohada de nuevo. Mi voz apenas se escuchaba, pero estaba segura que ella me entendía.

Como si pudiera gustarte |#CAMREN#|Where stories live. Discover now