CAPÍTULO 4.

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Había metido la pata terrible y debía aceptarlo. La miré, estábamos en algunos de los pasillos. Lauren se había ido caminando rápido y yo iba siguiéndola. Caminaba a la par de ella.

Miré sus ojos cristalizarse y se me rompió el corazón no poder decirle algo.

— Lauren, yo... No sabía que iba a darse cuenta, era poco tiempo. No podía hacerlo y era tarde. Te juro que... — comencé, pero no me dejó terminar.

Justo como pasó antes, estrelló mi cuerpo contra los casilleros. Esta vez me sostenía con más fuerza y coraje.

No quería seducirme, quería matarme.

Tragué saliva, abriendo los ojos al verla de esa forma. Sus manos apretaban mis brazos, sus ojos y su rostro gritaban coraje. Su mirada daba miedo y sus ojos me hacían querer pedirle perdón toda la vida.

Estaba por llorar frente a mí y me dolía.

— ¡¿Esta es tu jodida venganza?! — preguntó, gritando. Apretaba más su agarre. Separándome de los casilleros, solo para volver a golpearme contra ellos.

Cerré los ojos sintiendo un fuerte dolor en mi espalda.

— ¡Joder, querías joderme la vida por no gustarte, pues lo hiciste! Felicidades, vete a la mierda. — me gritaba en la cara. Negué.

— ¡Lauren! E-Escúchame, por favor. — le pedí, intenté soltarme. Pero nada. Me tomaba con más fuerza. — Yo nunca te haría daño apropósito. Nunca intentaría hacerlo por más enojada que esté. Nunca me enojaría contigo. Me importas, quiero que seas feliz, y no joderia algo así apropósito. — hablé llena de desesperación, intentando que me escuche. Pero sus ojos casi gritaban fuego. Soltó la primera lágrima y quería abrazarla.

— ¡Mientes! Quieres joderme por no ser una jodida lesbiana como tú. ¿Sigues celosa? No puedo creerlo. — mis ojos se cristalizaron al escucharla. El tema seguía tan vivo, incluso al paso de los años. Ambas no podíamos superarlo.

Ahora fui yo quien soltó una lágrima.

— ¡Te digo la verdad! Me sigues gustando, joder. Me gustas. No intentaría hacerte daño porque me duele más a mí. Lo prometo. — hablé rápido, solté lo que estaba callando todo este tiempo. Ambas nos mirábamos directamente a los ojos, los míos pedían que me perdonara, que me equivoqué, que decía la verdad. Intenté alzar mi mano y quitarle sus lágrimas, pero me volvió a sostener con más fuerza.

Sus ojos, ahora eran tan inciertos para mí. Algo había pasado. Era la persona que más decía con una mirada, pero ahora, era tan desconocida para mí.

Ella había cambiado, y era algo más grande de lo que creía. ¿Dónde estaba la chica amable, sonriente, amigable y con una buena onda siempre? Nunca intentaba quedar bien y agradarle a alguien que odiaba, siempre buscaba hablar con las personas para hacerlas sentir que se unían. La chica que se acercaba a la persona callada para que no se sienta sola. Pero había desaparecido, incluso estando conmigo. Notaba ese cambio desde antes.

Porque ahora, estaba la chica molesta, amargada, irónica, sarcástica, soberbia y que se creía la persona más grande de la tierra, la chica que presumía lo que no tenía. La persona que si la herían, buscaba herir a los demás de la misma forma.

— Me estás haciendo daño. — mi voz apenas sonó, tan débil, apunto de sollozar. Daño tanto físico como emocionalmente. Pero no se lo dije.

Alguien la empujó, noté a Alex. Tomó a Lauren de su camisa y la empujó, la chica estaba que soltaba chispas así que no tuvo problema en intentar golpear a Alex.

Pero falló, Alex la golpeó y fue ahí que me metí.

— ¡Alex, para! — le pedí, jalándola del brazo. Ella me miró, confusa.

Como si pudiera gustarte |#CAMREN#|Where stories live. Discover now