Fue que terminé sentada en el suelo mientras vomitaba todo el alcohol que consumí ayer. Más que alcohol, era toda esta situación. Cuando me estresaba o ponía nerviosa, siempre vomitaba.

Un rato más de maldecirme y pensar que hacer, decidí salir. Enfrentar los problemas. Aunque me sentía como una gran mierda.

Cuando abrí la puerta, alcé la vista. Lauren se vestía, dándome la espalda. Tenía su teléfono a un lado.

— Lauren, creo que... — pero cuando me di cuenta de lo que iba hacer, paré. — Ibas a irte. — no necesité pensarlo mucho. Iba a irse y ya. Se levantó, dándose la vuelta para verme.

Su mirada era indescriptible. Era lo que percibía, lo que me hacía sentir. Parecía decepcionada, enojada y molesta. ¿Por qué me daba esa mirada a mí?, ¿Le hice algo?, ¿Ella sabía que había pasado? Tenía muchas preguntas.

No sabía si quería sus respuestas.

— ¿Por qué iba a quedarme? — reprochó con un coraje que me preocupo lo que había hecho o no. Parecía un reclamo.

— Tenemos que hablar de esto. — bajé la mirada. Caminando como un cachorro intimidado cerca de ella.

Pero no me dejó hablar más. Apenas estaba cerca de ella y comenzaba de nuevo, golpeó mi mejilla. No fue la fuerza lo que me dolió, fue que haya sido ella quien lo hiciera.

Odiaba que las personas hicieran eso.

— ¡¿Cómo te atreves hacer esto?! Dijiste que me querías, que no me mirabas como un puto pedazo de carne. Pero apenas tienes la jodida oportunidad, te aprovechas. ¡Eres igual a los demás! — me gritaba en la cara mientras apenas me recuperaba del golpe en la mejilla.

Mis ojos comenzaban a cristalizarse.

— ¡¿Qué diablos te pasa a ti?! Ni siquiera sé de qué mierda hablas. Hemos hablado de eso, sabes que no te miro como un pedazo de carne. — fue mi turno de gritar. Estaba más desesperada por no saber que mierda pasaba. Porque creyera que yo haría algo así. — Te amo, Lauren. Sabes que no pienso así de ti. Lo sabes. ¿Por qué dices esas cosas? ¿Recuerdas acaso?

Intenté acercarme y tomar sus mejillas para que me escuchara y dejara de negar. Pero recibí un manotazo mientras ella daba un paso hacia atrás. Negué, desesperada.

— Creí que eras alguien mejor que eso, pero me equivoqué. No puedo creer que recurrieras a algo así. Tener que esperar a que estuviera borracha y aprovecharte de la situación. — negó, tomando su teléfono. Caminó a la puerta intentando escapar. Pero no quería dejar esto así. Tomé su mano, quería detenerla.

— Lauren, sabes que no haría algo así. Por favor. Lo sabes. — la desesperación en mi voz aumentó cuando la vi llorando. Pero luchaba por irse. Tanto que en mi intento por detenerla, me empujó. Caí al suelo por tropezarme con la sabana.

Comencé a llorar de nuevo en aquella guerra de miradas. Por un momento creí que me ayudaría a levantar, o se quedaría. Pero no. Solo habló y se fue.

— ¡Déjame en paz, Camila! No vuelvas a acercarte a mí. Siempre tienes que arruinarlo todo. Pero ahora sé quién eres. Y si vuelves acercarte a mí, lo pagaras. — solo escuché la puerta cerrarse y bajé la mirada, sin poder controlar las lágrimas de nuevo.

Ella volvía a ser la causa de mis lágrimas. Y aquí volvía a ser yo la consecuencia de sus actos. Mis lágrimas, lloriqueos y un corazón roto.

¿Qué te hice, Lauren? Por lo menos, ¿Podemos hablarlo? Lo arreglaré. Pero no me mires así.

Pero no hubo respuesta. Solo quería irme a casa.

***

Cuando salí de aquella habitación, quería irme lo más rápido posible de esa casa. Pero cuando bajé las escaleras, la vi.

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