Capítulo 30

4.9K 284 34
                                    

Me desperté en el asiento trasero del auto de mi madre pero quien iba conduciendo no era ninguno de mis padres y tampoco quien iba en el asiento del conductor, aunque podía estar viendo mal pues era de noche e íbamos por una carretera destapada.

Discutían por algo que no alcanzaba a escuchar y por un segundo todo cambio de repente, el auto se salió de la carretera estrellándose y yo perdí la conciencia.

Me volví a despertar sin dolor alguno unos segundos después en la nieve con mi gato al lado mío.

-Huye- dijo una voz muy parecida a la de mi madre y algo me decía que tenía que hacerle caso, así que eso hice.

Tomé mi gato en los brazos y corrí por la carretera dejando atrás el auto en llamas y a mis padres sabiendo que no habían podido sobrevivir a eso.

No volvería jamás, no quería ser huérfana. No derrame ni una lágrima, era el momento de ser fuerte, huir y sobrevivir.

[...]

Normalmente cuando la gente depende de ti tienes que hacer todo lo posible por salvarlos, hasta morir, pero en mi ocasión es salvar a los humanos tratando de seguir con vida porque si muero todos mueren.

Me había despertado por primera vez en muchos días sin llorar ni asustada por mis recuerdos, el hecho de no recordar lo que había pasado con Rafael me angustiaba, y es posible que aunque recordé parte de lo que pasó no significa que fuese a recordar todo.

-Es hora- dijo Rafael saliendo del baño. Yo ya me había bañado y estaba lo más cómoda posible para lo que se aproximará.

Respiré profundo.

-Eso creo- dije y él me tomó de los brazos.

-No dejaré que nada te pase ¿Entendiste?- me miró con profundidad a los ojos y me recosté en su pecho.

-Confío en ti, siempre lo he hecho, Rafael- me dio un beso con intensidad, de esos que saben a qué posiblemente no nos volvamos a besar de la misma forma.

Tocaron la puerta y nos separamos.

Rafael carraspeó la garganta.

-Pasen- dijo un segundo después.

-Vamos- dijo Zophiel en el umbral.

Asentimos y nos dirigimos a la arena, yo llevaba una pequeña mochila donde lo único que empaque fue la caja en la que guardaba mis recuerdos.

-¿Qué rayos hacen?- preguntó Caín en la arena con una sonrisa gigante que no sabía a qué se debía.

-Sabes bien a que vinimos- dijo Zophiel con tranquilidad -No permitiremos que nada le pase a ella o a la humanidad- añadió esta vez un poco más amenazante.

-Como quieran- dijo Caín y luego hizo sonar sus dedos haciendo que todo el túnel se agitara.

De la arena brotaron varias esqueletos como los guías pero esta vez con armaduras y unas cuantas bestias salieron por las entradas de la arena rodeándonos.

No habíamos elegido el mejor lugar para encararlo.

-¿Y ahora qué?- pregunté dudando de si atacar o rezar para poder desaparecer.

-Querida Elizabeth, te daré una oportunidad de morir sin mucho dolor- dijo Caín.

-Estas bromeando- dije como si estuviera loco.

-Yo de ti no hablaría con anticipación- había una sonrisa en su cara que me daba miedo.

Los esqueletos abrieron paso a tres sombras que entraban por una de las entradas, a medida que se iban a acercando se les veía más forma, hasta que me di cuenta que pasaba.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora