Capítulo 17

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-Esto es muy asqueroso- dijo Ariel mientras se sostenía de las paredes viscosas.

-El descenso a los túneles del inframundo nunca es agradable mi ángel- dijo Brant unos pasos más abajo –Ya casi llegan- añadió tocando el fondo.

Después de que Ariel aterrizará, le seguí yo y luego Rafael con Nilo en sus hombros perfectamente equilibrado.

Desde la superficie, en aquel bosque de en frente de Lasse que ahora me parecía en cierto sentido sobrenatural, habíamos encontrado una pequeña trampilla de color rojo, a mi apenas me había dado un escalofrío, no sé por qué pero me daba la impresión de que no era la primera vez que la veía.

Habíamos estado descendiendo por un túnel muy angosto durante más de media hora y más de una vez Ariel había cargado con mi peso por mi incapacidad de sostenerme de una pared pegajosa.

-¿Esta es la cueva de Caín?- pregunté.

-Aún no- respondió Rafael mientras me miraba confundido. Brant encendió una linterna.

Ariel como si se hubiera puesto de acuerdo con Rafael también me miró extrañada, como si no me estuviera viendo a mi si no a alguien nuevo.

-No es el momento para cuestionar- dijo Brant que nos daba la espalda y empezó a caminar por la única vía del túnel.           

Ambos me dejaron de mirar y avanzaron, yo los imite.

El túnel cada vez se hacía más estrecho y pegajoso, no sabía muy bien a donde estábamos yendo. De un momento a otro sentí una brisa demasiado fuerte como para ser normal a tantos metros bajo tierra, hasta ese momento no me había dado cuenta que ellos estaban sudando y yo me encontraba fresca, como si nunca me hubiese ido de la superficie.

La brisa no paraba y era cada vez más fuerte sin embargo a mí me producía calma y relajación y de alguna forma sabía que eso estaba mal, que no me debería producir eso teniendo cuenta que estamos casi en el infierno; pero no podía evitarlo, ahora la brisa trasportaba un aroma, era… era como…

-Quema- dijo Ariel casi gimiendo pero yo la ignoré, por supuesto que no quemaba, el aroma era tan de hogar, algo que no sentía hace mucho tiempo.

Nilo se dio cuenta de mi reacción y me rozó la pierna varias veces, como si quisiera alentarme, y lo logró, pasé a Ariel que si apenas lograba seguir caminando y a Brant que también hacia lo posible.

Cuando yo estaba al frente de todos, paso algo aún más raro, en vez de que el túnel se volviera más angosto, las paredes respiraban y de alguna forma se agradaban y lo que antes era viscoso ahora era agua que corría por sus paredes, agua limpia y pura, lo podía sentir.

De repente estábamos en una especie de invernadero del cual se podía ver el cielo pero cientos de metros arriba de donde estábamos, se notaba la distancia. Brant entró suspirando, Ariel se dejó tender en el piso y Rafael también rendido aguanto de pie y me miraba cuestionando lo que había acabado de pasar.

-Ahora si estamos en la cueva de Caín- dijo Brant exhausto.

-Entonces lo sabias, desde el principio- dijo Ariel desde el suelo pero ya había recobrado fuerzas.

-¿Saber qué?- pregunté.        

-La verdad de quien eres- dijo Rafael con la cabeza agachada.

-¿Qué quieren decir?- pregunté a Brant.

-Sé quién es tu padre, al principio era tan solo una sospecha, pero la única forma que nos hayas podido guiar hasta acá…- Brant dejó las palabras en el aire, estaba viendo detrás de mí un poco sorprendido y se esforzaba en que no se notará.

Volteé y fue casi como morir, volver a vivir y quedar en una especie de coma.

Era imposible.

Paralizada pensé que había pasado una eternidad pero me di cuenta que apenas había pasado unos segundos. Rafael se colocó en posición defensiva al igual que Ariel que ya había recuperado sus fuerzas.

Pero no entendía porque tanto alboroto, estaba viendo un fantasma…

-Para terminar lo que Zophiel quiso decir, la única forma que los hayas podido guiar hasta acá y abrir la puerta de mi casa es tener mi sangre por tus venas- su voz, su voz, era tan difícil y alegre oír esa voz –Te he estado esperando, hija-

Entonces supe que era verdad, mi padre, mi supuesto fallecido padre, estaba ahí sonriéndome. Nilo corrió a sus brazos y mi padre como si estuviera acostumbrado lo acarició detrás de la oreja como tanto le gustaba al gato.

Quería correr y abrazarlo o aunque sea pronunciar alguna palabra pero seguía hipnotizada con su imagen, lo único que hacía a conciencia, con mis cinco sentidos era cuestionarme en lo que acaba de decir, y millones de preguntas surgían de todas partes de mi mente.

¿Zophiel? ¿Su casa? ¿No estamos acaso en el túnel de Caín? ¿Cómo ha sobrevivido? ¿Mi madre corrió la misma suerte? ¿Por qué me ha estado esperando en vez de buscarme?

-No voy a hacerles daño, caídos- dijo mi padre a Ariel y Rafael que además de su posición defensiva seguían confundidos. Entonces Brant les hizo una seña para que se relajaran.

-No le hará daño a nadie que intente proteger a su hija, por eso les dije que estaríamos a salvo aquí- dijo Brant sereno.

Mi padre soltó a Nilo y sonrió a Brant.

-Es un placer volver a verte, viejo amigo- dijo haciendo una reverencia.

-¿Amigo? No es la palabra que se viene a mi mente cuando pienso en nuestro pasado- dijo Brant sin ningún sentimiento en su voz.

-Ahora eres un caído, eso ha quedado en el pasado- pronunció lentamente la última palabra –La has estado protegiendo y te debo mucho por eso- dijo y le estiró una mano en signo de amistad. Brant avanzó estrecho su mano, hacia las paces con su pasado.

¿Desde cuándo mi padre y Brant se conocían?

-¿Entonces no hay duda?- preguntó Rafael casi sin aliento y viéndome con compasión. Me molesto que me mirara así.

-No, no la hay- dijo mi padre sonriente.

-¿De qué?- por fin logré pronunciar algo.

-De que eres la hija de Caín si es que no lo habías comprendido, llevas la sangre no solo de demonio, sino de un demonio mayor por tus venas- respondió Ariel.

Mierda.

-Es cierto- dijo mi padre.

Mierda.

-Por favor sigan- Caín señalo una puerta que había acabado de aparecer a su izquierda –Deben estar cansados y hambrientos-

-No- murmuré, esto estaba mal, muy mal.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora