Capítulo 19

5.5K 326 10
                                    

Intentaba correr pero la suela de mis zapatos se derretía al contacto con el suelo que ardía.

No podía haber tierra abajo si no solo fuego con llamas que sobresalían del suelo por algunas grietas que habían, yo lo único que oía eran los pasos pesados del animal feroz que me perseguía.

“-No escaparás de mi-“ decía una voz en mi cabeza una y otra vez, tenía mucho miedo pero no le iba a dar el placer de verme o escucharme llorar.

Estaba asustada al punto que no me importaba si moría o no, solo quería escapar de esa voz así que me quité los zapatos como pude y aunque mis pies estaban quemándose seguí corriendo sin saber hacía donde iba.

Me lanzaron una bola de fuego y al voltear a ver vi un dragón, pero los que había aparecido en la cafetería Lasse eran una pulga comparados con ese; este ocupaba la mayoría de la cueva… momento, estoy en una cueva eso indica que debe haber algún pasadizo para salir a la superficie.

“-No lo lograrás-" fue lo único que escuché antes de caer en un pozo de lava, no había que decir más, mi piel ya no era mía se consumía rápidamente con las llamas y yo me dejé llevar por la oscuridad de la muerte.

[...]

-Beth- susurró Rafael a mi oído, me desperté lentamente aún con miedo de sueño, se me debió notar el terror en mis ojos apenas lo miré -¿Pesadillas?-

-Creo que no sé si a eso se le puede llamar pesadilla- suspiré –Es demasiado- estaba temblando.

Me acarició la mejilla y besó mi frente con dulzura.

-Por más que me guste dormir a tu lado, bella, te desperté porque el loco de tu padre quiere hablar contigo- dijo tensó.

-¿No te agrada para nada?- pregunté.

-¿Y a ti?- preguntó arqueando una ceja –Después de lo que hizo ayer…-

-Sigue siendo mi padre, sé que estuvo mal pero de alguna forma en alguna parte de Caín esta quien me crió durante mis primeros catorce años de vida- dije y me levanté lo suficientemente firme.

La habitación que nos habían asignado los esqueletos ruidosos era tipo medieval, echa de piedra pero como si fuera de un castillo con candelabros y armarios llenos de ropa, como si ya supiera que fuéramos a venir había ropa de nuestra talla.

Me vestí y sin despedirme de Rafael salí de la habitación directo a donde recordaba que los esqueletos nos habían dicho donde quedaba el estudio de Caín.

Toqué la puerta pero antes de haber respuesta se abrió sola.

-No quiero que malinterpretes lo que hice ayer- empezó a decir mi padre sin ni siquiera saludar.

-¿No quieres que piense que estás loco por haberle pegado a mi novio?- pregunté incrédula.

Sonrió. Hoy se veía aún más joven que ayer, resaltaba sus ojos color miel.

-Pues si le pegue, no diré que no me sentí bien, después de todo cuando te deje en manos de los mortales tenías catorce años y apenas estabas en la etapa que ya no te daban asco los niños; pero lo de ayer fue con intención de sacar tu poder-

-¿Quieres que sea un demonio? ¿Quieres que saqué mi maldad?- pregunté herida.

-Elizabeth estás viendo todo muy superficial, mi intención era sacar tu máximo poder o lo máximo que está desarrollado hasta ahora, de alguna forma te tienes que defender de quienes te quieren matar, no solo puedes esperar a que esos caídos te protejan. Creía que te había enseñado mejor que eso…-

-A valerme por lo que soy y no por lo que otros esperan que sea- complete su frase con lo que él solía decirme cuando en la escuela, algo que no me gusta admitir, me molestaban, nunca fui una chica digna de cualquier persona normal, años después comprendía él por qué.

-En este caso un demonio inocente que si apenas es capaz de liberar su poder cuando te sientes amenazada- concluyó.

Ahora lo comprendía…

-¿Crees que en serio me enfada que te estuvieras besuqueando con el caído en el pasillo? Claro, soy tu padre pero no soy tan sobreprotector ni extremista, aunque si pediré un poco de respeto en mi hogar, por algo les di habitación junta, eviten por favor las demostraciones de afecto en mi presencia- sonrió.

Tenía sentido, el beso le había dado la excusa perfecta a mi padre para sacar la ira que llevaba dentro y hacer brotar mi poder.

-¿Me enseñaras a controlar… esto?- pregunté mirando mis manos que recordaba cómo se habían convertido en tentáculos.

Se paró de su silla y me tomó de las manos delicadamente, era la primera vez que sentía el contacto de mi padre y no de Caín. Luego pasó su mano a mi mentón y sonrió.

-Elizabeth, por supuesto, eres mi hija, no dejaré que te hundas en este mundo- me dio un beso en la mejilla y por primera vez en mucho tiempo sentía el apoyo paterno.

Entonces lo abracé e inhale su aroma, olía como siempre, cálido y fuerte como solo un aroma pudiera atraparte…

Mierda.

Varias imágenes aparecieron en mi mente atropellándose unas a las otras. Ahora lo comprendía todo, nunca ha sido mi padre.

-Me tengo que ir- dije rápidamente y sin verlo una vez aunque trate de fingir lo suficiente hasta cerrar la puerta de su estudio y luego salir corriendo a mi habitación para contarle a Rafael lo que había descubierto.

Un demonio mayor atrapa con su apariencia y  aroma, llega a engañar a todos, excepto a quien está a su misma altura. Ya no me sorprendía nada.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora