Capítulo 4

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Mi gato se convirtió en una especie de demonio, se parecía a un lobo con pelaje gris pero en lugar de una cola tenía tres que salían de un mismo punto, era un felino grandote, su cara era como si se la hubiera arrancado a un puma y la hubiesen pegado en la de él; si creo que era una especie de felino, después de todo había salido de mi gato gris o mi gato gris se había convertido en eso.

Asrafil se detuvo en seco, pues mi gato o esa bestia estaba obstruyendo el paso para llegar hasta mí.

-¿Tienes un metamorfó como mascota?- dijo Asrafil reparando a la bestia –Eres una humana muy rara- añadió y después Nilo… quiero decir la bestia se abalanzó sobre Asrafil; y ahora era el gigantesco hocico de la bestia peleando contra Asrafil que a duras penas se podía mantener de pie.

Aproveché y corrí por detrás del árbol donde me había estado apoyando, creo que no me importo mi gato o en lo que se había convertido, pues al parecer se sabía defender muy bien, pero de repente recordé…

-Rafael- susurré para mis adentros, no lo podía dejar, no sé si había sido la intención de él de salvarme o distraer a Asrafil, pero le tenía que devolver el favor.

Paré y me ubiqué, si iba hacia la izquierda y retrocedía, ahí podría encontrar a Rafael con el árbol partido limpiamente; así que corrí en la dirección que planeé, y seguro ahí se encontraba Rafael tendido en el piso inmóvil, lograba escuchar rugidos y golpes de la pelea que había a pocos metros míos, por lo menos varios árboles, excepto el árbol quebrado nos tapaban de la vista de los que estaban peleando.

-Rafa… despierta por favor, tenemos que irnos- susurré arrodillándome al lado de él.

Rafael movió la cabeza y luego abrió los ojos bruscamente y se paró rápidamente, estaba desconcertado, me miro expectante y luego volteó la cabeza donde estaba ocurriendo la pelea.

-¿Qué ha pasado?- preguntó.

-Te han arrojado contra un árbol y has quedado desmayado, ese hombre… o quiero decir ángel que has llamado Asrafil se dispuso a matarme pero mi gato… se convirtió en una especie de bestia, está peleando con Asrafil- dije entrecortada pues no estaba segura de lo que decía, me hacía parecer una loca solo pensarlo y se me hacía difícil decirlo.

-Has podido escapar, pero regresaste, por mí, un caído- dijo Rafael ayudándome a levantar del suelo donde hace un rato había estado arrodillada.

-No te podía dejar- dije y él me miro con una sonrisa que nunca le había visto que sinceramente me mató por dentro, era tan blanca y perfecta y además me la dedicaba con cierta ternura, como si nunca se le hubiera ocurrido que alguien haría eso por él. Aún tenía su mano tomada de la mía de cuando me había ayudado a levantar, sin pensarlo me atrajo hacia él y nuestros cuerpos estaban más juntos de lo que yo podía desear, o de lo que me permitía sentir –Si no hubiera regresado por ti, dime ¿Quién me explicaría que rayos está pasando allá?- añadí y señale en dirección a la pelea con la mano que hasta hace unos segundos sostenía la de él.

-Tu mascota es un metamorfó ¿Quién lo diría?- dijo separándose de mí, al parecer entendió la indirecta.

-¿Qué es un metamorfó?-

-Te lo explicare cuando salgamos de aquí- dijo halándome de un brazo.

Salimos del parque corriendo o más bien Rafael corriendo y yo dando zancadas para lograr seguirle el paso. Pasamos por la ruta normal para ir a la cafetería pero rápidamente, ni logre saludar a la anciana que tiene una tienda de frutas y verduras y cada mañana muy amablemente me regala una manzana, ella dice que es de buena suerte para empezar el día.

Por fin llegamos a la puerta de la tienda, las mesas que normalmente estaban a fuera seguían adentro esperando a que yo las organizara a fuera. Busque las llaves en mi bolsillo, pero no había nada, ni siquiera una pelusa.

-Mierda- dije mientras intentaba recordar donde las había dejado.

-No te conocía ese vocabulario, Beth- dijo Rafael apoyado contra el vidrio de una de las ventanas de la tienda.

-No tengo las llaves, se me debieron haber caído pero ¿Desde cuándo soy Beth?- pregunté arqueando una ceja.

-Elizabeth creo que es demasiado formal para la situación; Lizzie al igual que Eliza son demasiado comunes, así que mejor me quedo con Beth- dijo calmado.

-Oh crees que la situación no es formal por favor dime ¿Cuál fue tu primer indicio? ¿El hecho de que un ángel invisible me siguiera y me aventara contra un árbol? O ¿el hecho de que mi gato que he tenido desde que nació se puede convertir en una bestia?- pregunté sarcásticamente, estoy segura que de la rabia que tenía podía echar humo por las orejas, muchas cosas están cambiando en mi vida y eso me puede convertir en una maquina a punto de explotar de ira –Y a eso se le agrega que Brant me va a matar porque perdí las llaves- añadí dándome por vencida y deslizándome contra la puerta de la tienda con la espalda para sentarme en la fría nieve. Rafael se sentó a mi lado, yo tenía mis piernas contraídas contra mi pecho.

-Cálmate, sé que es mucho para procesar, pero tienes que procesarlo rápido, si no admites que este mundo que estas descubriendo es real podrías resultar en un manicomio o muerta- dijo Rafael tomándome una mano pero yo la retire.

-¿Por qué me buscan matar?- dije tomando mi cabeza con ambas manos desesperada.

-Lo lamento, pero es por conocerme aunque tu gato metamorfó me hace pensar que puede que haya otras teorías- dijo Rafael mirando por detrás de mí, volteé la cabeza y era mi gato, mi Nilo quien venía como si nada o más bien como si fuera un perro porque es su boca traía una billetera y un llavero con varias llaves.

-¿Es seguro acariciar a Nilo?- pregunté a Rafael y él asintió. Nilo llegó a mi lado y dejó la billetera y el llavero en el piso, los tomé y los metí al bolsillo; con nervios acaricie a Nilo donde más le gustaba, detrás de la oreja.

-No debes tenerle miedo has estado con él desde hace mucho tiempo y se hubiera querido hacerte daño ya lo hubiera hecho, igualmente lo que paso hoy demostró que Nilo solo te quiere proteger- dijo Rafael y Nilo paso por encima mío y se posó en la piernas de Rafael –Además tienes que admitir que es tierno- añadió mientras acariciaba a mi gato que hace poco lo había visto como una bestia.

-De acuerdo, me explicarás todo mientras organizo la tienda para atender a los clientes- dije jugueteando con mi llavero y buscando las llaves que abrían la puerta de la tienda. Rafael asintió y se paró con Nilo en uno de sus musculosos brazos sin dejarlo de acariciar, con el otro brazo me extendió la mano para ayudarme a levantar, tomé su mano y me levanté.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora