Capítulo 18

5.6K 326 18
                                    

Me miraron confundidos.

-¿Dónde está mamá?- pregunté.

-Ella…- se interrumpió casi sin poder proseguir pero lo hizo –Era humana, no puedo contra los arcángeles que nos atacaron, murió al instante, debe estar en el paraíso, siempre fue una mujer muy buena- dijo como si tratará de consolarme.

Quedé pasmada, no paraba de recibir noticias que ni siquiera sabría decir si son buenas o malas.

-No…- fue lo único que salió de mi boca antes de romper en sollozos y convulsiones que me debilitaron haciéndome caer de rodillas.

Rafael rápidamente llegó a mi lado y me abrazó teniéndome en sus brazos como si fuera un bebé, y lo necesitaba, ya no aguantaba reprimir más sentimientos, la primera y única vez que había llorado por recuerdos de mi infancia y la muerte de mis padres era apenas unos días atrás en la bodega de la cafetería que había quedado destrozada.

-Elizabeth, hermosa…- dijo mi padre acercándose sigilosamente a mi lado y sentí como Rafael se tensionaba y me abrazaba más fuerte.

Como si el aire, más bien el ambiente que estaba alrededor mío se calmó, como si en ningún momento mi llanto lo hubiese perturbado, además ya no escuchaba mi sollozos, eran unos sordos sonidos.

Rafael me había soltado pero al verlo me di cuenta que era contra su voluntad, quería volver a abrazarme pero era como si algo lo controlará y se lo impidiera.

Caín estaba tarareando una canción, no, no era solo una canción, era la canción que mi padre me cantaba cuando me iba a dormir, después mi madre me daba un beso en la frente y ambos esperaban para que cayera rendida. Sonaba a una época tan lejana que si apenas recordaba, ahora habían pasado tantas cosas y me había enterado de tantas verdades que ya no sabía que era vivir con una familia normal donde no había más dimensiones que la mortal.

Suspiré y hasta ese momento no me había dado cuenta que mi llanto y mis sollozos cesaron, me encontraba mirando hacia el infinito. Sólo sonreí.

Rafael dejó de luchar con la fuerza invisible y me miró como si no me reconociera.

-No recordaba esa época- dije sin aliento.

-Era una ilusión, la felicidad con la que tu madre y yo nos intentamos engañar en un mundo “perfecto”, si no fuera por el hecho que no se les permite la entrada a mortales acá, morirían al instante, hubiésemos vivido aquí y ella aún estaría con nosotros- dijo Caín ofreciéndome una mano para pararme. La tomé y por un momento lo reparé, no había cambiado nada, seguía como el último día que lo vi. Debe ser horrible ser inmortal con tanto dolor encima.

-Una ilusión- repetí.

-Sígueme, te mostraré tu verdadera casa- dijo esta vez con un brillo rojo en los ojos.

Tomó la delantera mientras abría la puerta, Nilo iba a su lado seguido de Brant y Ariel.

-¿Qué ha sido eso?- preguntó Rafael tomando mi mano con dulzura y los seguimos.

-No lo sé, sólo era la canción que me cantaban para dormir- dije sintiendo su cálida mano., de alguna forma me daba soporte para que siguiera cuerda en este mundo,  claro, aunque él fuera un caído, había algo en él que me apoyaba en mi anterior vida.

Él es mi ancla.

Rafael mientras atravesábamos un pasillo largo me frenó y respiró hondo.

-Sé que es tu padre y sé por lo que has pasado, pero cuídate por favor, yo te cuidare por mi parte pero necesito también que me creas, no me fio de él… hay algo en su mirada que no me gusta- susurró a mi oído.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora