Capítulo 9

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Abrí mis ojos cuando un rayo de luz entró por un espacio de la cortina que se me había olvidado correr; rayo de luz de una de las farolas de la calle, solo se encendían de noche, poco después de las seis. Había estado en mi cama tirada envuelta en las cobijas y con los ojos hinchados, todo el día después de la escena en el parque. Me restregué los ojos con las manos, y me volteé del lado de la cama dándole la espalda a la luz que me incomodaba, no quería pararme, no tenía ganas ni siquiera de comer ¿Cómo es que Rafael puede causar ese efecto sobre mí? Lo acababa de conocer, pero es que había tenido situaciones con él no muy comunes y me había abierto por completo a él, simplemente él lo ignoro y me hirió en cambio.

Nilo me empezó a rasguñar el pie, no me estaba pidiendo comida, estaba segura, se la había dejado servida apenas llegué de nuevo al apartamento para que no me molestara.

-Nilo, basta- murmuré tratando de que mi gato soltara mi pie y tapándome mi cara con una almohada por si se le ocurría rasguñarme la cara–No tengo ánimos de jugar- añadí.

-Creo que te avisa de mi presencia- dijo una voz desde la puerta y me alerte por completo sentándome en la cama contra la pared lo más rápido que pude.

-¿Quién hay ahí?- pregunté nerviosa, no alcanzaba a ver lo que había en las sombras, era mucha oscuridad, sin tan solo se acercará un poco más y que el rayo de luz que se entrometía por la cortina molestándome tanto, pudiera reconocer quien era.

-Hola Elizabeth- hablo de nuevo, una voz de mujer, estaba segura.

-¿Karmael?- pregunté aunque estaba segura que no podía ser ella, en estos momentos debería estar con Rafael haciendo cualquier cosa, no me interesa. Una risa divertida sonó desde la puerta de la misma persona que estaba hablando.

-Apenas conociéndote y ya insultándome con en ese nombre- dijo la voz femenina –Soy Ariel, más conocida como el ángel león o la fuerza de Dios- añadió y avanzó hasta el punto donde la luz se filtraba por la cortina y logré divisar unos cabellos negros lacios hasta su pecho y unos ojos color miel casi verdes.

-No me molestes, no quiero más ángeles en mi vida, si me vienes a matar hazlo rápido- dije sin ánimo, no me importaba nada, si moría Nilo se cuidaría solo, era muy capaz, Brant y Laurie no me extrañarían y estoy segura que Bea haría una  gran fiesta en vez del funeral que nunca tendría y para terminar bailaría sobre mi tumba.

¿Qué? ¿Ahora eres suicida? No estás tan deprimida para morir sin luchar.

Y aunque mi conciencia habló y le ordené a mi cuerpo moverse, este siguió envuelto en las cobijas.

Ah, si estás suicida, que tonta Eliza, suerte en tu muerte.

-Claro que no vengo a matarte, nunca se me ha ocurrido- dijo indignada y abrió la cortina; ahora la lograba ver mucho mejor, además de los cabellos negros y los ojos miel, su piel era tan pálida y tersa que si no llevara ropa negra fácilmente se podría confundir en cualquier ambiente, como si fuera casi invisible.

-¿Entonces para que has entrado a mi apartamento?-

-Dos simple razones, primera, me dijeron que te involucraste con Rafael, eso es sinónimo que todos te quieren muerta; la segunda, es que por haberte intentado proteger como Rafael me lo pidió, me acerque mucho a ti y si vuelvo al cielo, me arrancaran las alas, cosa que no estoy dispuesta a perder- dijo prendiendo la luz del cuarto que por un momento me cegó y me tuve que tapar con las sábanas.

-Al parecer todos pierden sus alas por mi culpa ¿pero por qué te acercaste tanto a mí?- dije sin ánimos.

-Me acerqué hace poco porque me daba miedo que Karmael te fuera a atacar, así que cuando se te fue presentada me oculte detrás de uno de los árboles de la banca dónde estabas sentada y el maldito del soplón de Asrafil me vio y estoy segura que fue directamente donde Miguel o peor a, Azrael-

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora