Capítulo 24

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Me levanté rápidamente, como no quería que nadie se diera cuenta de que he me desperté, abrí la puerta con mucha delicadeza aunque emitió un sonido agudo por un rato. Ya mi mamá le había dicho a mi padre que la arreglará pero él con caricias y risas la terminaba distrayendo, siempre eran así de melosos; yo solo espero no ser tan cariñosa y hostigante cuando algún día tenga novio, después de todo había acabado de comenzar secundaria, mis últimos tres años y sin embargo mi padre el sobreprotector no podía dejar de serlo.

Ya estaba de puntillas en las escaleras, era lo único negativo de tener el cuarto en el ático, las escaleras parecían millones.

Entré al segundo piso de la casa lista para dirigirme a la habitación de mis padres, les explicaré, nosotros tenemos un pequeño juego que no sabemos quién empezó a asustar a quien, solo que desde eso los fines de semana se trata de sobrevivir al susto mañanero, y créanme no es tan inofensivo como parece, es para recordar la vez que casi me orino en la cama por culpa de Halloween y mis padres aficionados a los malditos disfraces tenebrosos. Ya estaba a un paso de la puerta de mis padres.

-No podemos seguir haciendo esto, cariño- dijo mi madre pero su voz estaba por las escaleras desde el primer piso.

Asustada por el hecho que ya estaban levantados me metí detrás de la puerta del baño que estaba a lado de su habitación.

- Sophie sabes muy bien que es más que necesario para mi sobrevivencia- hizo una pausa tan larga que pensé que no seguiría hablando -Y la de ella, por supuesto- dijo mi padre.

Mi madre rió por lo bajo, tanto que parecía un susurro.

-A veces pienso que te importa más tu vida que la nuestra- dijo Sophie casi decepcionada.

-Por favor, querida, nada me importa más que tu vida- dijo y sentí como cerraron la puerta de su habitación.

Salí rápidamente del baño y dirigiéndome a pegar la oreja en la puerta de su cuarto.

-¿No se te olvida algo?- preguntó la dulce voz de mi madre.

-¿Qué?- preguntó mi padre algo confundido.

-Mason, hablo de tu hija, nuestra hija- en la voz de mi madre ya se escuchaba un tono impaciente.

Mi padre suspiró.

-Sabes que odio ese nombre mundano- volvió a suspirar -Siempre y cuando a ti te importe ella, a mí también, amor-

-No quiero que sea condicional ese amor- ahora la voz de Sophie representaba amenaza.

-No voy a discutir eso en este momento. Acuéstate, dentro de poco Eliza estará despierta y como de costumbre no se podrá dar cuenta que salimos toda la noche- concluyó mi padre firmemente y sentí como el silencio volvía a reinar en la casa pero ahora yo estaba confundida sin saber que pensar de las mentiras y sentimientos de mis padres.

[...]

-¿Otra pesadilla?- preguntó Rafael a mi lado mientras me daba un delicado beso en el hombro.

Asentí restregándome los ojos tratando de quitarme los recuerdos del sueño pero parecía como si estuvieran pegados a mi memoria como un chicle sin querer desaparecer.

-Últimamente es lo único que tienes- dijo entre un suspiro.

-No sé si se le pueda dominar sueño siquiera, me da la impresión que son recuerdos que debería recordar pero no lo hago- hice una pausa -Es real, muy real, me da escalofríos-

-¿Qué soñaste?-

Le conté sobre todo mi sueño y no faltó ni un detalle ya que lo recordaba todo con mucha exactitud.

-¿No has pensado que tal vez si sea un recuerdo que hayas reprimido? Después de todo es Caín rebajándote a ni siquiera ser tu hija- con su voz daba a entender cuanto odiaba a dicho demonio mayor.

-Quiero creer que no lo son, es demasiado pensar que hace unos años en lo que se supone que era mi época feliz todo haya sido un engaño- suspiré -No quiero que sea un engaño, mi mamá me quería, eso es lo único que me importa- dije con los ojos cristalinos.

Habían pasado dos días desde que les informe del plan de Caín, de que me quería matar y reemplazar mi alma por algo que sea controlado por él.

-Ahora importa que yo también te quiero- dijo Rafael mientras me abrazaba consolándome. Le di un beso en el brazo que me rodeaba con ternura.

-No puedo estar débil, debemos cumplir con el plan- dije mientras me alejaba de él para vestirme preparada para ir a entrenar, ya había aprendido las habilidades que poseía ahora las fortalecía.

-No tienes por qué sentirte débil conmigo-

Sonreí porque él tenía razón, con él no me sentía débil, él es mi fuerza.

Me acerqué a la cama donde él permanecía y junte nuestras frentes mientras Rafael tomaba con cariño mi rostro.

Respiré profundo y él sonrió. Me besó con ternura la punta de mi nariz y yo le devolví el beso en los labios, fugaz pero con demasiada carga de sentimientos ya que igual que él, esos labios carnosos me encantaban.

-Lo sé- dije por fin.

Volvió a darme un beso pero esta vez en la mejilla.

Salí de la habitación dirigiéndome a mi último día en la arena, a mi último día en este túnel.

Cielo Ardiente [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora