—Ese pastel se ve maravilloso —digo al acercarnos.

—Hasta que llegan —expresa Gina. Abrazándonos a ambos y aprovecha para darle cariñitos a mi niño. —Ya había olvidado lo complicado que es organizar una actividad para niños. ¿Y mi rubia preciosa?

—Meli nos ha pedido que le dejemos estar con ella. —Responde Paul.

—Mira como son los niños, se conocen en cosa de nada, y al segundo ya son mejores amigos. Bueno, cuando la reina sociable es mi hija, las cosas van viento en popa. —Comenta Edwin divertido. —Eh, Zimmerman, dejemos a las damas conversar y vamos por unos tragos a la zona de adultos.

Mi amor me mira, no tiene que pedirme permiso para nada. Deposita un suave beso en mi frente. Él se lleva a Manuel, pues el niño traicionero no ha querido quedarse conmigo. Las dos nos sentamos en una de las mesas que está frente a la zona donde se encuentran nuestras hijas.

—No tienes una idea de lo agradecida que estoy de que llegaras, empezaba a querer huir. Ya sabes que no me relaciono con ninguna de las mujeres que están aquí. —Me abraza. —Nadie es como tú, amiga. Muero por contarte algo que confirmé esta mañana.

—Gina, sabes que nosotras nos llevamos tan bien porque somos iguales, por eso eres mi amiga. No importa a cuantas reuniones acompañe a Paul y tenga que convivir con ellas, no empatizamos. —Murmuro. —Dime, ¿Qué descubrimiento hiciste ahora?

—Estoy incubando a mi tercer hijo —suelta, mientras se pasa las manos sobre su panza.

—Felicidades, me da mucha alegría por ustedes.

—Edwin se puso loco de contento, tiene la esperanza de que esta vez tengamos un niño, pero no se le hace mala idea si fuese una niña, ya vez que nuestras hijas son su adoración. Se lo dijimos a las niñas, Meli ha dicho que es el mejor regalo de cumpleaños, pero Dulcie, se maneja un mal humor espantoso.

—Debe estar celosa, la llegada de un nuevo hermano no a todos le sienta bien. Ahí tiene a Rose, tuvo sus meses de celos agudos, pero ahora ella misma le está enseñando cosas a Manuel, como una estupenda hermana mayor. De verdad, felicidades.

—Aún nos faltan unos cuantos meses, esperemos a que se haga la idea. —Sonríe. —Y ustedes dos, ¿Ya se han arreglado? No hemos tenido tiempo para reunirnos, estoy hasta las narices de toda la organización. No nos hemos visto desde la cena aquella, que por cierto, terminó bastante extraña. La mujer esta, ¿Juliana?

— ¿Jasmina?

—Sí, la hija del abogado y prima de Paul. Después de que ustedes se marcharon, parecía odiarnos a todos los que nos quedamos ahí. No es por ser metiche, pero por los gestos, creo que discutió con la otra mujer. Se miraban muy amigas, pero al final de la velada, fue de ni me mires.

—Paul y yo tenemos nuestros malos momentos, pero siempre encontramos la manera de solucionarlos. —Murmuro, e inevitablemente sonrío a lo estúpido, es una forma mágica de darle solución a todo. —Ellas dos son o eran amigas, con un objetivo en común, separarnos a Paul y a mí.

— ¿Qué me cuentas? No me digas, la típica prima celosa y la ex resentida haciendo equipo. Mira tú, qué par de jodidas.

—Podría decirse que es como tú lo dices. —No entraré en detalles. No es mi intención dejar mal puesto a nadie. —Chlöe nos dijo sobre sus intenciones, y por fortuna, ella entró en razón y comprendió que nosotros somos felices y que ella es parte del pasado, uno que mi esposo, incluso dejó en otro país. Ahora él y yo estamos bien, eso es lo único que me importa.

—Menos mal. Porque ustedes son mi pareja favorita.

Música.
Niños gritando.
Suciedad por todos lados.
El salón es un lugar de locos. Paul ha regresado para estar conmigo, el pequeño se sentía incómodo. Le he preparado su biberón, y ahora duerme profundamente, ni el ruido desastroso que hay le despierta, algo normal, pues no ha hecho su siesta después de la comida por quedarse jugando con su hermana.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Where stories live. Discover now