-17-

6.4K 337 32
                                    


Parpadeo un par de veces, no puedo dejarle de mirar. Mis piernas, yo en sí, no puedo responder al hecho de que esté aquí. Muevo la cabeza de un lado al otro para esclarecer mi mente. Es demasiado lindo para ser real, ¿En qué mierda estoy pensando? Con las lágrimas en mis ojos, esas que aún permanecen en mis mejillas, le sigo observando. Me sonríe, es espera de mi reacción, ¡Qué me ha dejado pasmadísima!

— ¿Por qué estás aquí? —pregunto en un susurro. Aunque me arrepiento de la forma en que lo he preguntado. Creo que mi cerebro se ha ido de paseo.

—Por ti, por mí, por Rose, por Manuel, por nuestra familia. Considero que aquí es mi lugar, donde debo estar. —Conforme le escucho, me siento la persona más estúpida en el mundo. —Mi vida está aquí, tú estás aquí, no tengo porque estar en otro lado. No olvido aquello de en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida, velar por tu felicidad, respetar todo de ti...

—No sigas, Paul —digo cortando sus palabras. Me mira sin entender, lo que dice me golpea. No puede ser tan bueno conmigo.

—Disculpame, Phoebe.

Niego con la cabeza, no tiene por qué. Yo soy quien constantemente nos está poniendo en una montaña rusa. Tomo su rostro entre mis manos.

—No, discúlpame tú a mí. Si hay alguien aquí que debe pedir perdón, soy yo. Eres siempre bueno, soportas mis estupideces, incluso esas actitudes castrantes en que yo misma me enviaría a la mierda, pero no, continuas ahí. Lo siento, Paul. Lamento ser un constante dolor de cabeza, y no tener la capacidad de separar mis problemas personales con los de pareja, en serio que lo lamento tanto. No entiendo porque has venido, si te di la oportunidad de liberarte de mí.

—Porque me necesitas, no hay más. He estado pensando en algunas cosas, y la distancia no es la respuesta. Tal vez no estamos tan mal, es solo que no tuvimos tiempo de conocer los defectos de cada uno, avanzamos tan rápido que todo fue miel sobre hojuelas, no hicimos pausas que nos llevaran a conocer más allá de lo bonito que se pintaba una relación. Hemos trabajado tanto en formar una familia, que nos hemos olvidado de que también debemos conocernos. Tú tienes un carácter, y yo tengo el mío, en ocasiones lo llevamos a un límite tal, que explotamos. Las relaciones normales, tienden a tener un tiempo de conocimiento, incluso algún momento para acoplarse el uno al otro. Y eso es lo que nos saltamos, fuimos de una relación secreta a un matrimonio, después llegaron los niños, y todo parecía perfecto. Pero la verdad es que tenemos las discusiones inmaduras que se tienen en una etapa que en suposición ya hemos pasado, pero no es así.

— ¿Crees que soy inmadura? —inquiero indignada, pero divertida. Puede que sí lo sea, pensándolo bien, no es suposición, en ocasiones suelo ser excesivamente caprichosa, enojona y... tomo decisiones inmaduras.

—Un poco, sí —dice con cautela. —En realidad ambos lo somos, de formas distintas, pero lo somos.

—Soy un desastre como esposa, ¿Verdad?

Una ligera sonrisa se asoma en sus labios. Toma mi rostro en sus manos y desliza el pulgar por mi mejilla.

—Si soy sincero, eres muy buena en eso. Y no escogería a nadie más que no fueses tú para serlo. —Le sonrío. —Olvidemos lo pasado, eso ha quedado atrás. Ahora hemos venido hasta aquí, y me muero por besarte.

— ¿Hemos? —es tonto preguntar eso cuando el hombre quiere besarme, ¿Hemos? Me imagino un sin número de combinaciones y... ¡No te vayas por ahí?

Si, Rose y mis padres están en la sala. Ellos han querido acompañarnos, y no dieron paso atrás pese a que nos venidos en clase turista —lo miro divertida. No me imagino al señor Zimmerman haciendo algo que no le agrada, pero me gusta que hayan venido. —Rose dijo que quería estar contigo en cuanto no te encontró, por ello, y porque en serio que te extrañaba, estamos aquí.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Where stories live. Discover now