Caldero

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Katie farfulló.

Lo había hecho todo bien, desde la lista de ingredientes, la cantidad exacta, los pasos adecuados, pero había tirado la mezcla a un lado al darse cuenta que había tomado el frasco equivocado o simplemente la mendigada mezcla de amor no sucedió. Ella se había negado a fabricar un filtro de amor en un principio, la idea de prefabricar amor no le sonaba nada bien y había detestado la clase del profesor Slughorn por eso. Había huido tan pronto como se dio cuenta que había un aroma familiar que no quería concebir por nada del mundo. Pero no tenía otra opción, Amortentia venía con sus clases más avanzadas, darse el lujo de no poder hacerlo no estaba en su sangre de Slytherin. Su madre le había brindado consejos, alegando que solo sabría si funcionará si olía el aroma de la persona que le gustaba, ya fuera consciente o inconsciente. La primera vez que su madre creó la Amortentia, le vino el aroma de tinta, pastel de calabaza y libros viejos que solo pudo relacionar con su compañero de estudios, Sam Holt, quién en era un niño endeble, de poca complexión atlética y unas enormes gafas que ocultaba una preciosa mirada ámbar. Cuando consulto con Allura al reunirse en los pasillos , le dijo lo mismo, que cuando ella se asomó al caldero, fue recibido por la sensación de volver a la playa favorita de sus padres porque olía a mar, arena, como si oliera el mismo océano.

Ella se preguntó si podría referirse a Lance, el excéntrico Ravenclaw que había vivido siempre cerca del mar desde que tenía memoria. La sola idea de ver a Lance con Allura la confundía, porque sabía que ella ahora debía estar saliendo con Lotor, su compañero prefecto de Slytherin. Eran novios oficiales, la pareja perfecta, porque tener un novio del ensueño como el hijo de un importante miembro del Ministerio de Magia era el deseo y ambición de muchas de sus compañeros Slytherin que trataban de atrapar un buen pretendiente. La sangre pura escasea en estos tiempo de sucios hijos de muggles, decía Ezor, su otra compañera de cuarto. Pidge no estuvo de acuerdo con eso. Pero ella decidió que no se preocuparía, no porque fuera una mala amiga, sino porque Allura posiblemente querría espacio y no le gustaría que la presionaran con eso.

Con tal que no lastimaran a Lance...

Los tríos amorosos siempre eran complicados.

Pidge no deseo nunca estar en uno, no sabría siquiera cómo manejarlo y prefería concentrarse en sus estudios para ser una Auror y conseguir el futuro que quería.

Ella de ninguna manera se enamoraría.

No importará lo mucho que hubiera tratado de ignorar los vuelcos de su corazón cada vez que rozaba su mirada al pasar con él jugador estrella de Gryffindor. Le recordó que James se había enojado que ganaron la copa este año. Pidge había tratado de mantenerse al margen de la situación y sus hormonas adolescentes. No había forma que ella se fijara en ese muchacho de Gryffindor. Porque significaba traicionar a su casa y sobre todo porque Kogane era hijo de muggle. No es que ella fuese una partidaria de la pureza de sangre, pero no quería verse metida en problemas con su casa y con James, quien solía quejarse de Kogane más a menudo de lo que le gustaba.

¡Concéntrate, Katie!, se dijo a sí misma, sólo tres años más y ella podría graduarse con todos los méritos que su familia esperaba. Entonces, podría dejar de preocuparse y tener la vida que tanto ansiaba. Volvió a concentrarse en su caldero y observó su trabajo.

Brillo de nácar, vapor en espiral y un brillo adecuado.

Perfecto.

Tomó una pasada respiración, preparándose para que lo el destino decidiera arrojarle. Ella era una Slytherian, había soportado todo, la presión, la falta de sueño y el señalamiento de la casa más juzgada. Le había sumado puntos valiosos a su casa más que ningún otro estudiante y ella podría con esto. Ni un tonto enamoramiento sin sentido ni exaltado Gryffindor la harían perder la cabeza y el camino que se había trazado con tanto empeño.

Se asomó a su caldero y sus fosas nasales se vieron inundadas por una aroma en particular que no había reconocido en primera instancia. Lo primero que vino fue el olor del mango de una escoba, como la que James solía llevar a sus prácticas, pero no, no lo familiarizó con eso. Había algo más, como el aroma del césped recién cortado de los entrenamientos y algo algo parecido al verano. Entonces, súbitamente recordó con los ojos abiertos ese calurosos días de agosto, cuando ella había observado al pasar por el campo de Quidditch a Kogane en su escoba, entrenando con el resto del grupo y pasó por el lado suyo, tirando suavemente de su cabello en una burla sutil. Ella se había enfadado esa vez, pero él recuerdo se había comprimido en su memoria por el aroma que desprendía, Keith era una fanático del Quidditch, se lo había dicho una vez, y por eso siempre olía como si estuviera entrenando o pasando su tiempo allí.

Olía como el verano.

Ella se horrorizó con el hecho de haber captado esa esencia y se sintió cohibida, porque sin duda ese era el aroma que desprendía Keith en todos sus feroces encuentros y su corazón se aceleró con la realización de ese sentimiento.

Pidge se dijo a sí misma que no podía, que era como dar un paso en falso y el chico era un idiota prepotente de todos modos.

Claro, él era listo a su propia manera, pero aún así...

¡Esto no podía ser!

-¡No puede...!-salió farfullando con la cara enrojecido del salón vacío, escondiendo sus pecas bajo su mechones de cabello, avergonzada por la sola idea que pudiera haberse fijado en alguien cabezota como Keith.

-¡Eh, Holt, qué pasa!-la voz de Keith la saludó, sorna y atrevida, como siempre, siguiendo sus pasos-. ¿Acaso tuviste un mal día?

Ella se sonrojó, sin atreverse a enfrentarlo esta vez.

-¡Déjame en paz!-grito en medio del pasillo, sorprendiendo a sus compañeros y otros estudiantes de la escuela ese mañana temprana. Se sintió humillada y avanzó a pasos agigantados para contarle a Allura sobre lo sucedió.

Por su lado, Keith se quedó anonadado allí, sorprendió por el arrebato de la Slytherin. Que extraño, Pidge siempre mantener la calma a pesar de sus bromas sarcásticas intercambiadas.

Frunció el ceño, algo estaba pasando.

-¿Qué es lo que le pasa?-se preguntó, cruzado de brazos.

A su lado, Lance se encogió de hombros.

-No lo sé, las mujeres son un misterio-agregó-, Las estudiantes Slytherin aún más.

-Tal vez si tuvo realmente un mal día-comenzó Hunk con preocupación.

El Hufflepuff siempre se veía notablemente preocupado por la seguridad de todos.

Keith a veces pensó que era como un sol, pero ese no era el punto.

Siguió con la mirada a la Slytherin que se iba furiosa hasta perderse a la vista.

Fuera lo que fuese, él lo descubriría.


No estoy totalmente segura si funciona de esta manera, sin embargo, me gustaba mucho el asunto de la Armontentia y los filtros de amor. Podemos decir que es una precuela del fic anterior, así que ya sabemos como terminará 👀

Me gusta pensar que Katie estaba tratando de crear la poción en privacidad para no verse descubierta.

Espero no haber cometido errores con el mundo de Harry Potter, es un poco complicado, pero quería sin duda escribirlo!

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