Cosmo

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No había sido un tiempo después del intercambio de pasajeros que Cosmo había preferido la compañía de Pidge de forma constante. Ya fuera cuando ella trabajara con el resto de los científicos en integrar la tecnología  Alteana nuevas líneas de defensa para la tierra o cuando estuviera sola o acompañada, la lobo literalmente era su sombra en cualquier lugar que vaya, volcando ataques cariñosos que el paladín verde correspondería de buen grado.

Lance pensó que podría tratarse quizás de algo más. Bueno, a su mejor amiga le habrían gustado siempre los animales, incluso a pesar de un primer enfundo no tan amistoso, Pidge adoraba a Cosmo y era completamente recíproco. "Pienso enseñarle nuevos trucos mañana", "Cosmo hizo esto ayer y fue muy gracioso", "Keith dice que no hay problema que se quede conmigo un par de noches, ¿no es genial" y casi todo lo que saliera de sus labios tenía que ver algo con Cosmo. Bae Bae se puso celoso en un principio, pero luego de semanas de interacción y quedarse en los mismos espacios donde Pidge trabajaba, retozaban juntos y jugaban a atraparse por todo las instalaciones, Iverson pensó seriamente si debía hacer algo al respecto, porque se acumulaban quejas de que Cosmo aparecía y desaparecía en los pasillos, provocándoles sustos a los miembros de la guarnición muy seguido y Keith tuvo que prometer que tendría más cuidado luego de reponer más de cien informes que Cosmo masticó en sus pequeños hábitos de soledad. Después de eso, Lance juraría que Cosmo amaba a Pidge y lo comprobaba cuando el lobo cósmico se acariciaba contra sus piernas, le lamía la cara y saltaba sobre ella inesperadamente.

Verónica solía decir que un perro era reflejo de dueño o compartían ciertas similitudes muy intrigantes.

«Un compañero animal puede sentir como te sientes, ya sea agobiada o asustado, él lo percibirá, es un instinto que crece cuando el vínculo entre el dueño y la mascota es suerte» le recordaba haberla escuchado un día en la cocina, cuando mamá Mcclain se encontraba preparando el almuerzo y sus sobrinos se encontraban hipnóticos por el canal de Animal Planet.

Entonces, pensó que Keith debía estar escondiendo algo para su compañera paladín. Aunque era bueno escondiendo sus sentimientos en general, Lance estaba al tanto de estas pequeñas cosas porque lidiar con un líder a veces impulsivo era una tarea de ser la mano derecha. A veces, cuando creía que nadie los vería, pasarían la tarde cerca de las nuevas áreas verdes de la guarnición, enseñándole a Cosmo nuevos trucos o simplemente pasando el tiempo debajo de la gran sombra de un árbol que había perdurado la fallida conquista de Sendak. O incluso desde hace mucho antes cuando se encargaba de cuidarla sutilmente, asegurando su propia seguridad por encima de los suya cuando la salvo de un disparo de Lotor por encima de su propio bienestar. Se preguntó si alguna manera Cosmo sabría eso o trasmitía lo que Keith nunca tendría valor para hacer.

Era extraño, pensar que este muchacho que conocía por golpear a James Griffin durante los días de la academia pudiera tener un lado tan blanco y oculto.

Ese mismo día, pensando sobre ello cuando recorría los pasillos después de recuperarse, volvió su vista hacia las nuevas reconstruidas instalaciones, una vista que le otorgaba las ventanas templadas. El ocaso en su máximo esplendor, dos figuras corriendo a los alrededores, tratando que Cosmo pusiera atención, aunque la loba parecía más entretenida persiguiéndolos que otra cosa.

Era una buena vista.

Sonrió, preguntándose cuando esos dos se darían cuenta de lo que tenían.

-Y dicen que yo soy el tonto.











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