En otra vida

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No supo porqué se centró específicamente en esa chica en la multitud.

Pero sabía que había algo especial en ella desde el momento en que la vio.

Como si la conociera de algún lado, el muchacho lo sabía, juraba que podría haber visto esa cara en sus sueños más inexorables o en alguna clase de pilotaje. Había cientos de Alteanos residiendo en la tierra como inmigrantes desde hace doscientos mil años por órdenes de la princesa Allura en sus misiones diplomáticas. Los libros de historia retrataron aquella época como la evolución y la inclusión de todas las especies vivientes en el espacio. La aceptación que había vida más allá de los límites inimaginables.

Tiempo después, por primera vez, se abriría un museo en donde todo había empezado. La academia fue lugar para visitantes de todos los sistemas que venían por una ocasión espacial. Le llamaron el museo de los leones, en un intento porque las generaciones posteriores no olvidarán la historia. El hecho porque pudieran vivir en un siglo de paz, prosperidad y una constante evolución por el trabajado duro de personas que lo hicieron posible.

Diez mil años de guerra que fueron derrocados por la sola esperanza de un mundo mejor, la chispa que encendió la revolución y creó un mundo nuevo.

El muchacho no sabía porqué, pero decidió que tenía que ir por alguna extraña razón que no podría explicar, una corazonada que tal vez encontraría algo allí.

Desde el momento en que nací, sentí que estaba buscando algo.

Y al parecer, lo había encontrado, una chica que sostenía sus libros de historia y todo que tuviera que ver con la ciencia, su cabello sujetado por un listón verde, observando las viejas armaduras de paladín con una mirada de añoranza, perdida en su propio universo mientras mientras su grupo de escuela se alejaba cada vez más y más.

Entonces, ella debió percibir que alguien la observaba y se giró, encontrándose con su mirada.

Lejos de asustarse porque un muchacho la estuviera viendo de aquella manera, sonrió.

-¿Impresionante, no es así?-dijo, sin poder la emoción ante su propio estupor-. Esa guerra acabó hace dos mil años, pero la gente sigue recordando.

Es como si te conociera de algún lado, lo se, estoy seguro.

Tardo en encontrar una respuesta apropiada, ¿porqué de repente sentía una extraña conexión tan con esa mirada tan inocente y radiante?

-Lo es-dijo, volviendo su mirada hacia la armadura de paladín en aquella vitrina-. Como si la gente quisiera recordar para no olvidar...

Ella soltó una risa, sosteniendo sus libros contra su pecho.

-Bueno, a veces se necesitan recordar ciertas cosas, ¿no crees?

Volvió a mirar los ojos ambarinos y de repente, se sentía inexplicablemente en calma.

¿Podía sentir ella lo mismo?

-El rojo es mi favorito-mencionó de repente, con las mejillas encendidas, como una clase de niña que hablaba sobre el enamoramiento de la infancia-. ¿Cuál es el tuyo?

-El verde-contestó sin pensarlo demasiado.

El verde era su favorito.

-¿Cuál es tu nombre?-preguntó, sintiendo empatía por aquel extraño y extendiendo su mano.

-Yorak-dijo, tomando el saludo. El contacto de su piel callosa contra la de ella se sintió como un choque de electricidad.

Te conozco de algún lado, en mis sueños, siempre me quieres decir algo pero luego me despierto.

-Katie-dice con una sonrisa dulce-. Es un placer conocerte, Yorak.

-¡Ya es hora de irnos, Kat!-anunció una voz, un muchacho moreno que se alejaba con el grupo para ver la siguiente exhibición en la sala adyacente. Ojos azules mirándola con impaciencia. Por alguna razón, sintió que también lo conocía-. ¡No esperes que te ayude si el profesor Wimbleton te atrapa lejos del grupo otra vez!

-¡Ya voy!-le gritó, con el ceño fruncido porque su mejor amigo no pudiera esperarle un poco más. Volvió a mirarlo con una sonrisa, algo entristecida porque se les cargara el tiempo. Por alguna razón, le gustaba este desconocido amigo -. Nos vemos, Yorak. Realmente, espero verte pronto.

Luego se fue, apresurando sus pasos para tratar de alcanzar a su grupo escolar que ya la había abandonado sin muchos miramientos y Yorak sentía que no podía dejarla ir a menos que supiera algo.

-¡Hey!-exclamó, tratando de llamar su atención y ella se giró, deteniendo sus pasos-. ¿Dónde puede encontrarte?

Para entonces, creyó que ya sabía la respuesta.

-Tu ya sabes donde....-luego se fue sin más.

Si, Kat pensó que era un singular extraño.
















N/A: Faltan siete días para el estreno de la temporada, siento pánico y emoción al mismo tiempo 😂

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