~ Capítulo 24 ~

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Me despierto al día siguiente con la cara pegada al pecho de Max, quien ronca como un oso

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Me despierto al día siguiente con la cara pegada al pecho de Max, quien ronca como un oso.

Gracias por estar ahí para mí, hermano.

Me levanto despacio intentando no despertarle y me dirijo a mi armario para coger ropa y darme una ducha. Cuando llego al baño, me paro frente al espejo.

¡Por todos los Cambiantes del mundo!

Estoy horrible. Mis ojos están rojos de tanto llorar; tengo baba seca en las mejillas y por el contorno de la boca; mi pelo está todo desordenado; y las ojeras bajo mis ojos son más grandes que una bolsa de la compra. Suelto un bufido y doy un golpe de cabeza contra el espejo. Bien... Veamos qué puedo hacer con este desastre...

Me ducho y me lavo el pelo. Mientras hago esto, pienso en todos mis problemas que pienso resolver hoy mismo. Una vez termino de ducharme, me siento decidida. Sí, hoy puede ser un buen día. Antes de salir del baño me visto.

Cuando salgo a la habitación, Max no está, por lo que bajo las escaleras y me lo encuentro haciendo el desayuno

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Cuando salgo a la habitación, Max no está, por lo que bajo las escaleras y me lo encuentro haciendo el desayuno.

— Enana, ¿Qué tal estás?

— Mejor. — Sonrío agradecida. — Venga, date prisa. Hoy tengo muchas cosas que hacer.

Corro por los pasillos buscando a mis amigos, debo hablar con ellos cuanto antes

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Corro por los pasillos buscando a mis amigos, debo hablar con ellos cuanto antes. Giro por la esquina de un pasillo pero me paro enseguida al ver a alguien enfrente de mí. Su sonrisa engreída hace que las arcadas vengan a mí al momento.

— ¿Qué haces tú aquí? — Su sonrisa se ensancha al percatarse de mi tono molesto.

— He venido a ver a mi marido... ¿Por qué? ¿Te molesta?

Aprieto mis puños con fuerza conteniéndome de darle un puñetazo en su maquillado rostro a la tal Isabella.

— Bastante. Ahora, fuera de mi camino, bicho. 

En su cara aparece una mueca de indignación, pero enseguida recupera la compostura y me mira con superioridad. Cómo me siga mirando así le arranco los ojos.

— ¿Bicho? ¿Eso es lo único que se te ocurre? Que mona, pareces una niña con ese vocabulario.

— Una niña que con un solo chasquido de dedos puede acabar con tu vida. — Ahora me toca a mí sonreír con superioridad.

— ¿De verdad? ¡Ven y demuéstralo! 

A la vez, ella muestra sus colmillos y sus ojos rojos, mientras que yo hago que mis ojos también cambien de color. Estamos apunto de tener una pelea de gatas cuando alguien nos interrumpe metiéndose en el medio de ambas.

— ¡Suficiente! — Bruce se interpone entre ambas para ver cara a cara a Isabella. Con sus ojos rojos y sus colmillos logra asustar un poco a la vampira. — Vete de aquí. Y más te vale dejarla en paz. ¡Fuera!

Isabella se aleja de nosotros a paso rápido, no sé si por temor a Bruce o por indiferencia. De cualquier manera, agradezco a Bruce el haber intervenido. No es que no quiera ver arder a esa maldita, pero no quiero que algún humano pase por aquí y se lleve el trauma de su vida.

— Gracias...

— Por nada. No es tu culpa que esa malnacida esté por aquí. — Lo miro algo perpleja y confundida, lo que él parece notar. — ¿Acaso pensabas que sólo te caía mal a ti?

— ¿No es ese el caso?

El chico frente a mí niega con la cabeza y se ríe al ver mi cara sorprendida. Pasan unos segundos en los que se queda pensando en silencio.

— Para ser honestos... Todos la odiamos.

— ¿Y por qué la soportáis?

— Por Blake. Verás... Hace ya muchos años, pasó una cosa, y mi hermano estaba destrozado. Luego de un tiempo conoció a Isabella. Ella era insufrible, pero de alguna manera consiguió que Blake olvidara un poco el pasado, así que nos aguantamos y la soportamos. Pero ahora...

— ¿Pero ahora?

— Créeme, Alexia, si hubo algo entre esos dos desde luego que ya no hay nada. La verdad es que ni yo entiendo qué hace esta mujer aquí, pero nos dijo Blake que él se encargaba.

— Y le hicisteis caso.

Bruce me mira un poco por encima y luego sonríe de manera cálida.

Vaya, eso si que no me lo esperaba...

— Jill me dijo que últimamente lo estabas pasando mal... Me alegra ver que ya estás algo mejor.

— Tenía muchas cosas en las que pensar. Pero ahora veo todo un poco más claro — Le sonrío agradecida por la preocupación y él me devuelve la sonrisa — Por cierto, ¿no habrás visto a Jill, no? Me he comportado como una estúpida y debo disculparme por ello.

— La vi hace unos minutos con los chicos, por fuera de los baños.

Le agradezco de nuevo y me despido. Debo disculparme con mis amigos.

Efectivamente, encuentro a Jill y a sus hermanos por fuera de los baños

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Efectivamente, encuentro a Jill y a sus hermanos por fuera de los baños. La pelirrosa tiene una expresión triste en el rostro. No me lo pienso mucho y me dirijo a ella corriendo.

— ¡Jill! — La vampira alza la mirada y me mira. Prácticamente me lanzo a abrazarla. — Lo siento, me he comportado como toda una verdadera idiota.

Mi amiga suelta un par de lágrimas y se lanza a abrazarme de nuevo. De reojo miro como los hermanos sonríen ligeramente, y con un movimiento de manos hago que estos también nos abracen.

Luego del pequeño abrazo grupal empezamos a charlar amistosamente. También me disculpo con los chicos por si estos días estuve muy pesada, y ellos le restaron importancia. Estábamos tranquilos hablando de trivialidades cuando algo me llamó la atención.

— ¿Alexia?

Miro la cara preocupada de los chicos.

— ¿Ocurre algo?

— Yo... tengo un... — Dejo la frase en el aire y salgo corriendo por los pasillos.

Tengo un mal presentimiento.

OcultaWhere stories live. Discover now