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—¡¿Que tú y Grayson qué?! —me grita Margo del otro lado del teléfono.

—Lo que escuchaste —me río, y sigo viendo el anillo en mi dedo. No lo he dejado de ver desde ayer.

—Mierda, Leah.

—Ey, no digas malas palabras —frunzo el ceño y ella se echa a reír.

—Perdón, es que estoy muy emocionada —dice. —¿Y el anillo? ¿Es bonito? ¿Es oro o plat...

—Eso no importa —la interrumpo.

—¿Me escogerás como dama verdad? Di que sí —suplica.

—Eso me gustaría mucho, pero todavía no lo sé.

—¿Se lo piensas decir a mamá? —me pregunta y dejo de sonreír.

—No sé... no por ahora.

—Está bien, lo entiendo... ¿Y cómo quieres tu vestido?.

Me río, son muchas preguntas, preguntas que ni siquiera yo misma me he hecho.

—Eso tampoco lo sé todavía —respondo y veo a Trina entrar a la habitación —Pero bueno Margo, me tengo que ir, hablamos luego, ¿te parece?.

—Tenemos que vernos —suelta aún emocionada. —te quiero, Leah, y felicidades.

—Gracias, yo también te quiero —sonrío cálidamente, y despego el celular de mi oído para colgar.

Dejo el móvil sobre el buró y me levanto de la cama para mirar mejor a Trina.

—Grayson me pidió que te hiciera el desayuno, dijo que cuando despertaras comieras algo —toma la ropa que hay en el sillón y la deposita en una canasta blanca. —¿te preparo un omelettte?.

Me he quedado dormida toda la mañana, y el hablar con Margo fue lo único que me mantuvo despierta un momento.

—La verdad no tengo ganas de eso ahora —respondo ceñuda. —¿quedó helado de antier?—me río e intento agregar un tono de broma.

—¿Helado? —alza una ceja desorientada y me examina de una forma que jamás había hecho. —¿qué mosca te picó?.

—¿Por qué? —me río confundida.

—Eso no es un desayuno.

—Tienes razón, ¿qué tal unas galletas? —le sonrío esperanzada.

—Hay fruta, eso sería más saludable.

—Bien, fruta será —le ayudo a depositar más ropa en el canasto, pero no ha dejado de mirarme raro.

—¿Te sientes bien, linda? —me pregunta angustiada.

—Sí, todo bien, ¿por? —la miro con el ceño fruncido.

—Te he notado... diferente.

—He estado cansada, nada más.

—Bueno... —suspira. —entonces te partiré algo de fruta. ¿No irás al trabajo?.

—Hoy no tengo —le sonrío amigable. Me asustó la forma en la que se comportó conmigo.

Sale de la habitación con la canasta en mano, y no tardo en salir junto con ella. Camino hasta la sala, y me siento en el sillón prendiendo el televisor.
Aparece un programa de cocina, pero lo cambio buscando alguna película o serie que logre entretenerme.

—Leah, cielo —escucho nuevamente la voz de Trina después de rato. —¿no son estas las pastillas que buscabas el otro día? —me muestra una cajetilla metálica con pastillas.

—Sí, ¿dónde estaban? —le pregunto curiosa.

—Estaban en la canasta, debió caer de algún bolsillo de la ropa.

—Gracias.

—¿Has tenido cólicos? —me pregunta mientras deja la cajita en la barra de la cocina.

—Sí, últimamente, por eso las necesitaba.

—¿Te llegó el periodo?.

—No, tomé una pastilla anticonceptiva hace poco, deben ser los efectos secundarios —la verdad es que decirlo frente a Trina no me da vergüenza ninguna.

—¿Cuánto es hace poco?.

—Pues... hace como una semana —suelto normal.

Me levanto para guardar las pastillas, y antes de volver al sillón, me dirijo a la habitación. Trina me despierta una ligera duda, así que tomo mi celular e investigo los efectos secundarios de las pastillas anticonceptivas.
Siento un tremendo alivio, es tal cual lo que pensé. Parece que vuelvo a respirar, entonces vuelvo a la sala.

—Ya está tu fruta —me dice desde la cocina, así que me acerco a ella. Muero de hambre.

—Gracias, Trina —me siento en la barra y me dispongo a comer.

Me mira de nuevo, como si pensaran miles de cosas mientras me observa. Me siento intimidada así que dejo de comer.

—¿Qué ocurre? —la observo asustada.

Tarda unos segundos en contestar, como si estuviera pensando claramente lo que quiere decir, así que al final, sólo lo suelta.

—Algo me dice que tú estás embarazada —se cruza de brazos y se recarga mirándome.

—Por dios, Trina. ¿De qué estás hablando? Claro que no —vuelvo mi vista hacia el plato y ahí intento mantenerla.

—Has tenido mucho apetito últimamente.

—Bueno y eso puede ser por cualquier otra razón.

—Y me dijiste que tenías problemas estomacales hace tres días.

—Pero fue por la pastilla.

—Te has sentido muy cansada estos días.

—He dormido mal —me excuso por tercera vez.

La puerta principal se abre, y escucho a Grayson entrar. No me giro para verlo, permanezco congelada aún viendo a Trina.

—Hola —dice este alegre desde la puerta y se acerca. —intenté salir antes del trabajo —me abraza por atrás y me besa la mejilla.

Trina me mira con una ceja alzada, pero cuando Gray lo nota, me sonríe normal.

—¿Qué tienen? —pregunta confundido. —¿Por qué esas caras? Parece que vieron un fantasma —ríe.

—Nada, le decía a Leah que descansara un poco.

—¿Te sientes mal? —me mira en seguida y angustiado.

—Sólo tengo cólicos —finjo una media sonrisa.

—Bueno, cosas de mujeres —se da la vuelta hacia la sala y se quita la corbata dejándose caer en el sillón.

—He pasado por esto tres veces, Leah, no te lo digo por nada más —Trina me susurra una última vez y se va hacia una de las habitaciones.

Me quedo ahí, quieta y sin palabras. Ahora siento un malestar diferente en el estomago, como si estuviera intranquila y muy asustada, pero no debería hacerle caso, son los efectos de la pastilla y nada más.

(..)

Me quedo pensando, no me lo puedo sacar de la cabeza en toda la mañana. Hasta que decido darme una ducha y tirarme boca arriba en la cama.

Mi celular vuelve a sonar por segunda vez. Me levanto curiosa y lo tomo mirando la pantalla. Frunzo el ceño al ver el nombre de mi madre ahí. Siento un golpe en el pecho, pero después de segundos contesto exaltada.

—¿Si? —pregunto nerviosa.

—¿Leah...?.

I still wait for you | 2 | Grayson Dolan (terminada)Där berättelser lever. Upptäck nu