— Creí lo mismo. — respondo serio. Lamo mis labios.

— ¿Por qué te veo por aquí? — pregunta mascando un chicle, acompañada de una sonrisa mientras juega con el cable de un audífono enredándolo en su dedo indice.

— Necesito cajas de cartón, obviamente. — contesto simple.

— ¿De qué tamaño?

—Eh...grandes, supongo. — alzo los hombros. No sabía que tamaño de caja sería la adecuada.

— Grandes. — repite en voz baja. — Todo en ti es grande, ¿no?

Aprieto los labios y miro incómodamente a los lados. No sé que responder. No me importa ir en autobús tres horas para llegar a la otra tienda de embalaje.

— Sólo dame mis cajas, HaeYoon, por favor. — pedí.

Sonríe porque sabe que logró incomodarme.

— ¿Para qué usarás las cajas? — se mueve detrás del mostrador, dándose media vuelta y moviendo algunas cajas sin armar de un lado al otro.

— Me voy a mudar. — observé sus acciones.

— ¿De la casa de tus padres?

Asentí en silencio.

— ¿Ahora vivirás sólo?

Volví a asentir en silencio. Tomó unas cajas sin armar y las puso sobre el mostrador.

— ¿Así? — hace referencia a la cantidad de cajas.

Ladeo mi cabeza a la derecha, miro las cajas y hablo: — El doble. — pedí.

Tomó más cajas poniéndolas en el mostrador encima de las que ya había anteriormente.

— ¿Y a donde te mudarás? — preguntó.

Sé que es grosero contestarle de mala forma a la personas, pero actualmente ya no me interesaba saber nada más de HaeYoon.

— Lejos, muy lejos. — exagero. — ¿Cuánto es por las cajas? — saco la billetera de uno de los bolsillos de mi pantalón y espero a que ella mencione la cantidad.

— Lo que quieras. — contesta. — Un faje, si quieres.

La miro con un rostro serio a lo que ella únicamente ríe. — ¿10, 20, 25? — ignoro su sugerencia.

— Dame 24. — pide.

Cuento los 24 exactos de la billetera y se los entrego. Recojo las cajas de cartón.

— Sabes que cuando quieras quitar todo el estrés que llevas en tu bello cuerpo, puedes venir, ¿no? — habla.

— Gracias por las cajas, HaeYoon. — vuelvo a ignorar.

— Un gusto Taehyung. — sonríe y salgo de la tienda.

No quise ni preguntar por qué demonios estaba ella ahí. Quería irme lo antes posible.

Llegué a mi casa y encontré a mi madre doblando un par de sábanas en la sala.

— Ya llegué. — anuncié.

— ¿Qué tal tu día, cariño? — preguntó sin verme.

— Normal, como siempre.

Giró a su derecha y me vio de pies a cabeza, después dejó su mirada puesta en las cajas y regresó su mirada a mí.

— ¿Y eso? — señaló las cajas que portaba debajo de ambos brazos.

— ¿Ya le contaste a papá? — ignoré su pregunta cerrando la puerta a mis espaldas con el pie derecho.

— Me dijo que sospechaba algo, pero quiere oírlo venir de ti. — dejó de hacer lo que estaba haciendo y se acercó a mí quien aún yo estaba en la zona de entrada. — ¿Todo bien? — volvió a mirar las cajas.

Justo en ese instante mi padre bajaba de las escaleras, me dije a mí mismo que tenía que ser ahora.

— Llegaste, Tae. — anunció mi padre.

— Llegué, papá.

Mi padre es un hombre más o menos de mi estatura, aún conserva parte de su color natural en su cabello y hay ocasiones en las que usa lentes de aumento, como hoy por ejemplo. Siempre ha sido un hombre carismático y simpático con los demás, incluyendo a su familia. Busca el lado divertido a todo y tiene que ser serio cuando lo requiere. Afortunadamente nunca nos ha faltado nada con él y es una de las personas a las que más admiro y amo.

— ¿Por qué traes esas cajas? — termina de bajar las escaleras y se posa a lado de mi madre. — ¿Te vas a mudar? — pregunta en broma.

Mi mamá y yo lo miramos serio.

— ¿Taehyung? — mi padre ahora espera una respuesta.

— Papá. — inicio. — He comprado un departamento, y no tienes que preocuparte por nada, todo fue de mi dinero.

Apretó sus labios y asintió con la cabeza. Continúe hablando.

— Ya firmé los papeles y ya es completamente mío. — mi madre se sorprendió, puesto que esta noticia ella aún no la sabia. Llevó ambas manos cubriendo su boca. Miró la reacción de mi padre y después a mí.

— Taehyung. — dijo mi nombre entre dientes.

Aguanté la respiración por un segundo, suspiré y me preparé mentalmente para lo que sea que se aproximara.

— ¿Y cuándo nos llevarás a conocerlo? — exclamó con una sonrisa.

Mi madre y yo respiramos de alivio.

— Creí que estarías enojado. — dije en un suspiro.

— Jamás estaría enojado por ver que mi hijo es una persona independiente. — respondió contentó.

Volví a respirar de alivio.

— Ya le dije que no quiero nada de mujeres ahí adentro. — recordó mi madre volviéndome a regañar.

— Nada de mujeres, Tae. Ya escuchaste a tu madre. — apoyó su idea.

— ¡Pero...! — exclamo a lo que soy interrumpido de inmediato.

— Sin peros, Taehyung. — responde mi madre regresando a doblar las sábanas.

Cuando mi padre y yo nos quedamos solos me guiña un ojo dándome a entender que fingió el haber apoyado su idea. Apreté los labios y asentí en silencio.

— Por cierto, me enteré de que irás a una cita con Seola. — levantó ambas cejas.

Bajé la cabeza y la mirada mientras sonreía algo sonrojado.

— Todo a su tiempo, hijo. — pone su mano en mi hombro lo que obligó que volviera a verlo. — Sé educado con ella y siempre respétala por lo que es.

— No te preocupes. — contesto. — Aprendí del mejor.

Ambos reímos.

— Anda, sube a empacar. — indicó. Obedecí subiendo a mi recámara.

Armé las cajas una por una conforme las iba ocupando. Comencé guardando los objetos como decoración de mi escritorio, libros, algunas prendas que sabía que no usaría en mucho tiempo, figuras de acción, objetos de las repisas, etc.

Ahora uno de los próximos pasos era encontrar un servicio de mudanzas. Entré a internet buscando un servicio que estuviera cerca, y que fuera económico. No sería una casa completa la que se mudaría. Marqué el número que la página proporcionaba y contraté el servicio para el domingo; un día después de mi cita.

Just Her | KTH Where stories live. Discover now