XIII.

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Veo una luz. Mi instinto pide a gritos que la siga. Eso hago. Corro hacia la luz para después abrir los ojos. Los cierro por las luces chillantes de la habitación. Intento abrirlos de nuevo y parpadeo para acostumbrarme a la luz de la habitación. Observo a mi alrededor. Paredes blancas y el sonido de un pitido indicando que estoy con vida me dice que estoy en un hospital. Eso me lleva a recordar la muerte de mi madre, mi respiración se vuelve irregular, la máquina empieza a lanzar pitidos muy rápidos. La puerta se abre de golpe segundos despues, entra un enfermero con una jeringa, se acerca, agarro su mano antes de que me inyecte lo que sea que es ese líquido.

-Quita tú inyección de mi cuello o te destrozare y lanzaré tus restos al tártaro.- se sobresalta.

-Aléjate de ella.- una voz dulce hace que suelte al enfermero quien se retira, miro a una chica en la entrada del cuarto.- ¿Como te sientes?- Me pregunta, levanto una ceja.

-Disculpa... ¿te conozco?- ella suspira, voltea a ver por el pasillo y entra, cierra la puerta y se acerca, trago saliva.

-Me conoces pero me temo que por toda la medicina que circula por tus venas te impide pensar con claridad.- se sienta en una silla, trato de pensar y un vistazo fugaz de ella cruza mi mente.

-Hey... Se que sonará raro o incómodo pero... ¿podrías decirme si tengo una novia o algo así?- sonríe. 

-Si, tienes una novia.- sonrío. 

-Cris...- miro a la chica.- Se quien eres, solo te estaba tomando el pelo.- Me río pero dejo de hacerlo por el dolor de mis costillas.- Ay... 

-No deberías estar haciendo eso.- se inclina y besa mi mejilla.- Aun herida te ves hermosa, mi amor.- sonrío.

-Dime, ¿cuánto tengo así y que me quebré? Dime todo, nena, necesito saber cuanto daño causo en mi el bastardo de mi difunto padre.- Me mira, suspira.

-Podrías impresionarte...- acaricia mi mejilla.- Llevas tres meses en la cama, despertabas delirando llamando a tu madre, varias veces los doctores perdían tus signos pero te recuperabas al oírme.- sonríe un poco.- Tienes el brazo roto y las costillas rotas, varios órganos perforados pero gracias a tus anillos te estás curando.- suspiro.

-¿Como lo llevas?- la puerta se abre y entra otro tipo vestido de negro.- Hay por favor, no quiero más inyecciones en mi cuello, otra más y los descuartizare.- gruño, Cris acaricia mi mano, me relajo.

-Lo siento señorita Hemsworth por como actuo el enfermero, soy el doctor Smith, vengo a revisar que todo sigue en orden.- Lo miro.

-Estoy perfecta, recuerdo como me llamo, que paso, como llegue aquí y quien es la chica que está a mi lado que por cierto es mi novia y su padre es Zeus y mi padre es Hades que gracias a mi se está pudriéndo en el tártaro.- El doctor anota todo lo que le digo.- Gracias por su preocupación, puede retirarse.- sonrío falsamente.

-Con permiso.- sale de la habitación, Cris estalla en carcajadas, la miro.

-Te hubieras visto, te mirabas tan sexy enojada y respondiendo a las típicas preguntas que hacen los doctores para comprobar el bienestar de sus pacientes cuando despiertan de una coma muy largo.- sonrío.

-¿Sexy?- sonríe, se muerde el labio inferior.- Oh no, no me hagas perder mi cordura.- suplico, vuelve a morderse el labio inferior, se inclina y junto nuestros labios.

-Uy, mal momento, ya me iba.- escucho a Zeus, nos separamos.

-No importa, suegro, solo es un beso de bienvenida.- Lo miro.- Ya me dieron las malas y las buenas, no se preocupe.- se acerca.

-Me imagino, a lo que venía, hay ciertas personas que vienen a verte desde que la guerra acabo y terminaste en un hospital con Cris nunca queriéndose separar de ti.- ya se quienes son, suspiro. 

Un amor a lo prohibido [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora