En nuestro secuestro nos conocimos [Siniestro #1] (En Edición)

Capítulo 25 Final

- Por el resto de mi vida a lo que me estoy dedicando, no pensé encontrar a chicas ingenuas, pero mi Sara, me doy cuenta que siempre hay una primera vez, admito que eres inteligente, audaz para otras cosas, pero tal vez nunca se te pasó por la cabeza si yo hacía parte de esto. Las muchas veces que me iba sin decir nada, las ocasiones que mentí y dije que todo estaba bien, las cicatrices que tuve que hacerme para que creas que fui castigado, hoy en el capitulo de mi vida se crea una nueva experiencia, mi padre quién me convenció desde hace mucho. Toda historia cliché tiene su príncipe, mira Alejandro como tuvo las intenciones de salvarte, Sara esto no es un cuento de hadas, es tu pesadilla y no puedes escapar, créeme que te tuve un poquito de compasión, pero eres muy crédula.

-¿Santiago, que está pasando?

-Ay Dios tarada, yo soy cómplice de todo esto, yo a ti te hice creer que me estaban torturando para que te torturaran a ti, pero que mates a mi tío no estaba dentro de los planes.

- ¿Tío?, eres otra basura humana, ahora entiendo todas esas veces que te ibas, cuando tratabas de hacerte el falso y tratarme bien, nunca sentí una buena energía con toda esa máscara, tu padre es un maldito que tortura a gente que nada le ha hecho, lo peor es que estuve todo este tiempo con un maldito encerrada, desahogándome contigo, yo que pensé que hablabas con la verdad, cinco meses contigo y el verdadero peligro eras tú.

- Nuestra pequeña por fin descubrió la verdad, un poco tarde.

- ¿Qué obtienes con hacer esto?

- Placer, cuando tenía 5 años tenía miedo, mi padre lleva practicando esto por mucho tiempo, poco a poco me fue enseñando, la primera vez que lo intenté fue con un compañero de mi clase, era una adrenalina increíble que corría por mis venas cuando hacía sufrir a alguien, ahora solo es un hobbie más, un placer que disfrutó hacer.

-Padre ven, tú pequeña ya sabe la verdad.

-Bien hecho, ese es mi chico estoy orgulloso de ti.

Pude recordar, Alejandro tenía la navaja escondida, una cuartada que serviría.

-Mis robustos amigos se fueron a descansar, queríamos tener el placer de matarlos nosotros solos.

Dentro de mi, pensé. Así sería más fácil matarlos, Alejo mataría al sujeto y yo mataría a Santiago, aunque si llegué a sentir cosas por él, tenía que hacerlo, una persona así no merecía vivir.

- Ya volvemos.

En el tiempo que se fueron aprovechamos para desatarnos de la silla.

-Sara tu atrás de la puerta y yo atrás de las sillas, mires a quien mires solo ataca

- ¿Y si a quién matan es a mi?

- No digas eso, si mataste al tío lo matarías a él, todo va a estar bien de nuevo.

-Parece que alguien viene.

Alejandro hizo señas, por lo que entendí me dijo que no haga nada.

Estaba entrando Santiago

-Mierda!! Escaparon, mi papá va a matarme.

(Santiago se retira)

- Sara vamonos de aquí, si nos encontramos al sujeto lo atacamos.

- Okey.

Íbamos caminando, tenía miedo de que nos atacara de imprevisto.

Me lo encontré frente a frente

- ¿Qué hacen aquí?

- Cobrando justicia "mi pequeño"

Subí sobre él, lo empecé a apuñalar, creó que una parte de mi ya era sádica. Mientras lo hacía recordé con rabia todas esas veces que mató a todos esos inocentes adolescentes, yo cortaba su cuello y Alejandro sus piernas, despacio; para que sintiera dolor, una muerte rápida sería su premio, tenía que sufrir, su cabeza despegó de su cuerpo y rodó por el suelo, sus piernas fueron separadas de su torso, era alguien que no aportaba nada bueno a la sociedad.

Salimos de ahí e intentamos buscar la salida, todo era como un backroom, recorrimos el lugar innumerables veces, las ventanas de algunos cuartos tenían rejas, unas ni si quiera tenían ventanas. Entramos a mi habitación y había algo característica de ella, una manija debajo de la cama. Alejandro la levantó y era un túnel con salida.

 
LA MALDITA SALIDA ESTABA DEBAJO DE MI TRASERO TODO EL TIEMPO Y NUNCA LO NOTÉ.

Abrimos y logramos salir, estábamos en un lugar alejado, no había casas ni nada, solo era como un bosque, otra vez pude sentir el aire y la tranquilidad que daban los árboles, pero de todas maneras corrimos hasta llegar a algún lugar, después de 4 horas de caminar logramos salir, al parecer era un pueblo, había una tienda y nos acercamos.

- Buenas tardes, sabe como se llama este lugar? En realidad estamos perdidos y necesitamos ayuda.

( Él estaba volteado y no respondía)

- ¿Señor, está bien?

Algo particular tenía la tienda, su nombre era " Otoño del terror" tenía pocas cosas y habían manchas de sangre, sus paredes grises, incluso hasta el día se notaba triste.

Toqué su espalda y no respondía, lo volteamos y estaba muerto, grité desesperadamente y nos retiramos del lugar.

¿Qué esto no iba a terminar?

Seguimos caminando hasta llegar a un lugar, ya había más gente, una señora se apiadó de nosotros y nos llevó a su casa, nos brindó comida y logramos ducharnos, la señora nos regaló una llamada para informar a nuestros familiares, Alejando ya había llamado a su familia, inclusive ya iban a pasar por él.

- ¿Mamá? Soy yo. Sara, me alegra escucharte.

- Hija oh!! Dios mi niña dónde estabas, nunca perdí la esperanza, algún día volvería a escuchar tu dulce voz de nuevo.

- Estuve secuestrada, una larga historia, logré escapar con la ayuda de un amigo que al igual que yo estaba secuestrado, sus padres van a pasar por él, ya voy a casa, ellos me van a llevar.

-Te espero con alegría mi amor.

- Listo Alejo, es hora de irnos.

Los padres de Alejandro llegaron y él me presentó.

Llegamos a la casa y estábamos a 6 horas de ese lugar, le contamos todo a ellos, ya estaban felices de tener a su hijo.

-Hijo, tendremos que levantar denuncia sobre ese lugar.

- Solo estoy feliz de por fin haber salido.

En la carretera, mientras íbamos camino a casa, una parte de mi estaba feliz de por fin salir de toda esta mierda, logramos recuperar nuestro celular, cargó un poco y lo prendí, tenía miles de llamadas de mi familia, pero un mensaje en particular llegó:

- Te olvidas de mi; pequeña, regresaré por ti.