Ava

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Como un truco
del destino

la sombras juegan a quemarse en las cortinas

y guardamos silencio en nuestros bolsillos,

enseñaría el viento a desaparecer el miedo que

trepa por sus ventanas y

consume su luz.

Voces ajenas

recorren la tierra y se pegan a las hojas de

los árboles,

hasta marchitarse.

Esquelético y frenético

aire que descarga la

eléctrica sensación de la noche

con el escrutinio de la luna,

oculta bajo las rocas.

Observadora silenciosa

y miradas afiladas,

las puntas de los dedos blancas

y el enigma de los secretos atrapados en sus labios,

esos que nunca escaparan.

Encierra aves en sus jaulas,
carroñeras que van a por el hueso.

Plumas caen al suelo pero nadie está viendo,

la solitaria vulnerabilidad

que no se permite sollozar.

Escalando las piedras de luna
hasta un punto sin retorno,

la respiración queda atrás

y el último aliento de las flores muertas.

Suspiran una vez más

por la caída una perla

en lo profundo de sus pesadillas.

Una mítica luciérnaga

se pregunta si podrá despertar.

Si algún día podrá respirar
la libertad

de su sentir.

Abandona su humanidad como
el despojo de la vida

que brilla intensamente,
por vivirla.

Cautiva en la telaraña

y entre sábanas finas

que ocultan

su sensibilidad.

Nadie quiere

sentimientos

en estas noches sin estrellas.

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